A la Selección le quedan apenas dos entrenamientos en el laboratorio de Bronnitsy, donde terminará de definir el equipo para intentar salir del último lugar del Grupo D y clasificar a los octavos de final. Los once que estarán desde el arranque en el partido en San Petersburgo, el martes a las 15, son una incógnita. Sólo hay estimaciones e intentos de encontrar alguna pista entre las prácticas y la libreta que lleva Jorge Sampaoli en cada entrenamiento. Acaso la única certeza para enfrentar a Nigeria es la que parece no necesitar ninguna confirmación: Wilfredo Caballero abandonará el arco después del error ante Croacia y el elegido sería Franco Armani. Nada menos que un debutante para un partido crucial.
El 0-3 en Nizhni Novgorod, además, sepultaría la línea de tres en el fondo y le daría paso a la línea de cuatro defensores, como ante Islandia. Gabriel Mercado y Nicolás Otamendi ayer se entrenaron en el gimnasio junto a Lucas Biglia por algunas molestias, aunque llegarían sin problemas al partido. Con sus buenos movimientos en los 36 minutos disputados ante Croacia, Gonzalo Higuaín podría ganarse un lugar por Sergio Agüero, el autor del único gol de la Argentina en la Copa. También podría ser la chance de Giovani Lo Celso, todavía sin minutos en Rusia después de aterrizar en Moscú como uno de los favoritos del cuerpo técnico para sumarle compañía a Lionel Messi. Cristian Pavón asoma como otra alternativa en las hiperquinéticas decisiones de Sampaoli, que en trece partidos en la Selección eligió 13 formaciones distintas.
Ante Nigeria, un combinado que se cruzó en el camino de la Argentina en cinco de los últimos siete mundiales, no será la excepción. Seguirán las variantes. Habrá más pruebas. Una muestra del estado de desconcierto que atraviesa al plantel. Ayer hubo un pequeño oasis en el medio de los rumores, los problemas y la guerra de audios: la visita de los familiares, una dosis de ánimo para un equipo deprimido. «