Pep Guardiola la comparó con una salida de novios. Jugadores y pelota avanzando juntos, en pareja. Lo escribió en 2006, en el El País, durante el Mundial de Alemania, para explicar cómo México, la selección que dirigía Ricardo La Volpe, salía desde abajo. Guardiola se preparaba para ser entrenador. Había jugado en México y estaba atento al trabajo de La Volpe. Años después en Barcelona aplicaría la salida lavolpiana, bajar al cinco, abrir a los centrales para tener amplitud y avanzar con la pelota, una seña de los tiempos dorados catalanes.
No fue un invento del fútbol moderno. Los holandeses lo hacían. Johan Cruyff decía que los jugadores más importantes para tener la pelota eran los defensores. En Brasil del 70, del que hay partidos enteros en YouTube, el arquero Félix la deslizaba con la mano para la salida de Carlos Alberto. Y antes hubo otros equipos. “Argentina de México 86 salía por abajo”, dice el analista Diego Huerta, hoy en la secretaría técnica de Platense. Lo que podía considerarse un elemento estético siempre fue recurso ofensivo, llegar a posición de ataque con la pelota y, sobre todo, con más jugadores que el rival. Previo a Guardiola, su maestro Juan Lillo ya hablaba de “viajar juntos”.
“Durante los años 70 y 80, Liverpool y Nottingham Forest tenían preferencia por el fútbol de posesión construido desde atrás”, recordó en The Guardian el periodista Jonathan Wilson, autor de «La Pirámide Invertida», un fascinante libro sobre la historia de las tácticas. Pero, agregó Wilson, hubo un quiebre en 1992 con el cambio de la regla del pase hacia atrás. Ya no estaba ahí el arquero para agarrar la pelota con la mano y cerrar la jugada. Había que usar el pie, lo que cambió las formas de salida y también la presión del rival. El arquero se convirtió en otro jugador de campo.
Guardiola sofisticó el recurso. A lo que se llamaba salida lavolpiana le buscó otras formas para llegar con superioridad. Sea con la conducción de los centrales, con los medios bajando a las líneas defensivas o con los laterales. Son movimientos que se vieron en Barcelona, en Bayern Munich y se ven en el City. Pero que no es exclusivo de Guardiola. Por supuesto, lo hace el Liverpool con Jürgen Klopp y está expandido en tantísimos equipos por el mundo. También en la Argentina, en la selección y en el fútbol local. Cada vez más entrenadores deciden darle esos recursos a sus futbolistas, lo que también implica tomar riesgos.
Defensa y Justicia, Racing, River y Argentinos son algunos de los equipos que construyen su fútbol desde atrás. Pero también lo intentan otros como Independiente y Unión. Estudiantes elige un juego más directo que le entrega buenos resultados. “¿Usted está de acuerdo con arriesgar o no?”, le preguntó Sebastián Beccacece a un periodista que lo consultó sobre si su equipo tenía que mejorar en la salida para no recibir goles en contra. “Usted se queda con el que nos hacen -siguió Beccacece-, pero los goles de Defensa vienen partiendo desde Ezequiel (Unsain). Estamos arriesgando. Cuando uno arriesga, si gana lo felicitan pero si pierde lo condenan”.
Y además jugar largo, como dijo Fernando Gago, entrenador de Racing, también puede tener malas consecuencias. “En dos toques -explicó en una entrevista con ESPN- te hacen un gol”. Hay que buscar el pase corto, indica el manual de Gago. Si no está ese pase que se busca hay que intentar otro, y si no está ese otro habrá que jugar largo. Pero siempre es la última opción. “¿Salimos jugando? -dijo Gago- Sí, la mayor cantidad de veces posible tratamos de salir jugando. ¿Por qué? Porque la quiero tener yo la pelota. No la quiero dividir ni dejarla en el aire”. Se trata de conformar una caja de herramientas para que los futbolistas tomen decisiones en la cancha, bajo presión. “Yo no le digo a mis jugadores ‘apoyá la pelota y salí jugando’. No, nos colocamos de cierta manera, según el rival, para hacerlo”, explicó hace unos días Gabriel Milito. En sus ruedas de prensa, el entrenador de Argentinos, que tuvo a Guardiola en el Barcelona, ofrece una paleta de conceptos futbolísticos. “No soy tonto -agregó- Si me hacen mano a mano y tengo que jugar al 9, juego al 9. Y si mi defensor está apremiado y la tiene que sacar del estadio, eso es jugar bien al fútbol también. Porque es la interpretación. Hay riesgo, la pelota está sucia, no hay pase, hay que sacarla, hay que buscar a los 9. Y si no podemos y hay que sacarla del estadio, se saca del estadio. Una acción no hay problema, a la siguiente volvemos a intentar”. Y si hay error, como dijo Beccacece, también hay que volver a hacerlo para que salga. En la repetición puede estar el premio. Aunque ya sabemos que en el fútbol nada ofrece garantías.