El fútbol argentino se ha convertido en una prolífica máquina de fabricar profesionales precoces. El engranaje impactó primero sobre los futbolistas, quienes empezaron a debutar cada vez más temprano, incluso en medio del proceso formativo, sin respetar los tiempos de crecimiento. Pero en los últimos años el síntoma se extendió también a los entrenadores. A diferencia de lo que ocurre en las ligas más importantes de Europa, en Argentina se estableció una franja etaria particular: la de aquellos que acaban de dejar la práctica formal de fútbol y que, con muy poca experiencia, aún con el diploma bajo el brazo, toman la responsabilidad de darle forma a distintos equipos de Primera.
Si antes un director técnico de 45 años era joven, hoy es apenas alguien que se acerca al promedio. Cuatro entrenadores de la máxima categoría del fútbol argentino tienen menos de 40 años: Gabriel Milito (36, Independiente), Esteban González (37, Belgrano), Eduardo Domínguez (38, Huracán) y Sebastián Méndez (39, Godoy Cruz) son el reflejo de una liga que por momentos parece deslumbrada ante la juventud, muchas veces por sobre las condiciones tácticas y estratégicas. El dato se hace más fuerte cuando se confronta con los cuatro campeonatos más importantes del planeta (Inglaterra, España, Italia y Alemania), en donde apenas hay tres casos similares: Eddie Howe (38, Bournemouth), Roberto De Zerbi (37, Palermo) y Julian Nagelsmann (29, Hoffenheim).
En la Liga española ninguno tiene menos de 40. Más allá de los extremos, hay un grupo que baja el promedio argentino de manera notable. Tal es así que el 66,6% de los entrenadores tiene menos de 50 años. Es, en cierto modo, lo que buscan muchos directivos: que el conductor del grupo esté próximo a los códigos de sus jugadores. Olvidan un detalle: muchos de ellos reciben el cargo como primera experiencia, sin cumplir un proceso de formación. Dejan de jugar y de inmediato se convierten en candidatos para hacerse cargo de algún plantel.
Por eso Argentina tiene la edad promedio más baja de los torneos de renombre, con 46,4 años. Un escalón por encima están Alemania, con 47,2, e Italia, con 47,4. El salto más marcado ocurre en España, con 50, y en Inglaterra, con 51,7. Lo de los británicos esconde una particularidad que poco a poco hace escuela en otros países: muchos de los entrenadores más grandes ocupan un rol global, casi como una suerte de mánager, mientras que a su cargo tienen colaboradores más jóvenes que llevan adelante el trabajo de campo y el contacto cotidiano con los jugadores.
Entre los veteranos de Argentina sólo Ricardo Zielinski (56, Racing), Ariel Holan (56, Defensa y Justicia) y Julio Falcioni (60, Banfield), superan los 55 años. Entre Italia, España, Inglaterra y Alemania se registran 13 casos. Los más destacados son los del francés Arsene Wenger, de 66 años, que trabaja desde 1996 en el Arsenal, y el del italiano Claudio Ranieri, quien, con 64 años y en un hecho inédito, llevó al Leicester a conseguir la Premier League 2015-16.