El libro se llama Historia del fútbol amateur en Argentina y durante años, en verdad décadas, fue un incunable. Especie de Antiguo Testamento de nuestros clubes y torneos, Jorge Iwanczuk lo publicó por primera vez en 1992, cuando reivindicar al amateurismo requería de la valentía de un intrépido que grite «Vamos River» en la Bombonera o «Aguante Boca» en el Monumental. Sin editorial que lo respalde, hecho 100% por su cuenta –y sus gastos–, Iwanczuk esperó 30 años para reeditar una obra de 405 páginas que le hace jaque mate a quienes omiten los títulos y las figuras que crearon la grandeza del fútbol argentino en los 40 años previos a su profesionalización, en 1931. Contador público y fundador del Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol (CIHF), Iwanczuk –hincha de Independiente– no entra en el juego de si contar el amateurismo favorece o perjudica a los equipos. «La historia es una sola», dice.
–La primera edición fue pionera en visibilizar una época hasta entonces oscura, el amateurismo. ¿Cómo investigaste desde la nada?
–Notaba que había un vacío entre la fundación de los clubes y la llegada del profesionalismo y comencé a hurgar en las hemerotecas. Descubrí que había cuatro décadas casi omitidas. Tardé seis años en hallar los diez mil resultados que incluye la obra. No fue nada fácil. Cada día de trabajo comenzaba con gran expectativa de obtenerlos pero se iba deteriorando cuando faltaban los diarios o había hojas arrancadas o hasta la omisión de la crónica misma. Se anunciaba un partido y después no estaba el resultado. Y así muchas veces. Las dificultades me causaban mucha ansiedad pero la paciencia y el tiempo me ayudaron a lograrlo. Para los inicios fueron clave los diarios en idioma inglés y luego seguí por los nacionales.
–¿Por qué esta segunda edición, 30 años después?
–La primera se agotó al poco tiempo. Pasaron los años y se convirtió en un libro muy buscado. Afortunadamente forma parte de muchas bibliografías, pero muy seguido me preguntaban cuándo haría una reedición. Volví a las hemerotecas para buscar cosas nuevas que lo hicieran más jugoso en cuánto a la lectura y menos desde lo numérico. El reconocimiento de la era amateur por la AFA en 2013 alimentó el regreso. Busqué algún momento de alza del fútbol nacional a partir del 2014 y no se dio, amén de las peripecias económicas del país. Con la Copa América de 2021, y por suerte coincidió con el Mundial, llegó el momento de reeditar la obra en 2022. Todo fue un esfuerzo a pulmón, sin sponsors ni editorial. Solo con la ayuda de la familia y los amigos, el barco llegó al puerto. Sólo se puede conseguir a través de redes sociales o Mercado Libre.
–En el prólogo escribiste que quienes prescinden del amateurismo son como si hicieran una biografía y omitieran los primeros 18 años de esa persona. ¿Por qué de lo previo a 1931 se sigue hablando más de las irregularidades –que las hubo– que de su grandeza, el origen de casi todos los clubes, incluso los cinco grandes?
–La historia es una sola. Se puede contar junta o por separado, hasta incluso agregar una tercera, el superprofesionalismo desde mediados de los ’90. Irregularidades hubo en todas las épocas, desde los partidos que no terminaban hasta los fallos del VAR o la dualidad de criterio en los arbitrajes. Las costumbres y los sistemas de juego cambiaron en el tiempo, la esencia del fútbol es la misma, separada o no.
–Contás detalles hermosos, como un jugador de Lanús que llegaba a caballo a los partidos y los hinchas se lo cuidaban. ¿Cómo te manejás entre lo pintoresco y las decisiones dirigenciales que parecen insólitas, aunque hoy también las haya?
–Todo fue parte de una época romántica. Como la ciencia, la tecnología y las costumbres evolucionaron, el fútbol también lo hizo. Ambas cosas formaron parte del recorrido amateur. Sobre lo pintoresco hay que situarse en momentos en que no había tantos medios como hoy. Los jugadores tenían sus trabajos, el fútbol no era su medio de vida y se suscitaban hechos graciosos. Otros, al contrario: en aquellos años también fue el primer muerto por violencia en el fútbol, a la salida de un Uruguay-Argentina, y además hubo un herido de bala en un Quilmes-Barracas Central de los años 20.
–¿También hubo una «selección amateur» antes de «una profesional»? ¿Los críticos del amateurismo no deberían contar el subcampeonato de Uruguay 1930?
–La Selección nace en 1902 y en la era amateur ganó varios sudamericanos (hoy Copa América) y obtuvo un subcampeonato del mundo y otro olímpico. Sin embargo, en los palmarés de Selección, sí se cuentan sin objeción.
–Algunos clubes quedan «desfavorecidos» si cuentan la era amateur. ¿Cómo te posicionás ante eso?
–Insisto que la historia es una sola. Hoy se utilizan las estadísticas según convengan. Se cuentan como estrellas las copas nacionales e internacionales con mucha liviandad. No es lo mismo una lograda en el país con otra en la que intervienen equipos de otras latitudes. También, las que participan dos clubes contra las que intervienen una numerosa cantidad. ¿Qué habría sido si durante toda la historia se hubieran jugado la cantidad de trofeos nacionales e internacionales de hoy? Supuestamente algunos clubes son desfavorecidos si se aúnan ambas eras. Creo que «los perjudicados» cuentan con suficientes lauros como para negar 40 años de historia. «