“Hay muchos chicos que se quitan la vida, en medio de los problemas que viven con la sociedad, y ha pasado con los que no llegan a firmar su primer contrato. Es un cúmulo de situaciones; uno nunca termina de entender por qué se toma una determinación así, pero sin duda que en lo que uno sueña, quiere y aspira, es muy importante lograr el sueño de ser profesional”, dice el martes Claudio “Chiqui” Tapia, presidente de la AFA, en el auditorio de la Usina del Arte, durante el Olé Sports Summit. El día anterior, Iván Buhajeruk -el streamer Spreen- “debutó” como futbolista con Deportivo Riestra en un partido de la Liga “Profesional”. “Nosotros lo sabemos, formamos -detalla Tapia, quien jugó 17 partidos como delantero entre Barracas Central y Dock Sud-. Porque desde la AFA les exigimos a los chicos de las categorías formativas que estudien, los boletines, que es lo principal; que también se vayan formando como personas sin que dejen de soñar. Cuando un chico empieza a jugar, empieza en general a los 12 años, y cuando llega a los 20, 21, es el mejor momento o el más difícil, porque te hacen contrato o te encontrás con que no tenés la posibilidad de jugar en Primera”.

En 2020, plena pandemia, Alexis Ferlini (Colón) y Leandro Latorre (Aldosivi) se suicidaron después de que sus clubes los dejaran libres. Lo publicó entonces Tiempo. De cada 100 chicos de inferiores, sólo tres logran convertirse en profesionales: a los otros 97 el ambiente del fútbol les suele dar la espalda, desentendido ante temas tabú. Es la presión por llegar a Primera y la desilusión de ya no ser. Samuel Rebollo (Aldosivi, en 2022), Brian López (Racing, en 2023) y Fermín Núñez (Boca y Huracán, en 2024) también se quitaron la vida tiempo después de que los dejaran libres: de que la aspiración de transformarse en profesionales para vivir del fútbol se terminara para ellos. En 2022, Rodrigo Rodríguez (Gimnasia La Plata) había intentado suicidarse: su padre lo salvó a tiempo después de que se inyectase una alta dosis de insulina. Rodríguez quedó libre. Juveniles todos que recorren un camino y caen al vacío.

Franco Stechina tiene 30 años. Es el entrenador de la Octava División (Sub 15) de All Boys, hoy en la Primera Nacional. Stechina hizo las inferiores en All Boys pero no debutó en su Primera: mediocampista central, jugó en el Casarano Calcio de las categorías bajas de Italia y, cuando regresó a Argentina, en Leandro N. Alem, en el Ascenso. A los 20 dejó el fútbol. La última semana, en el predio Pintita del Bajo Flores, donde practican las inferiores de All Boys, le tocó dejar libres a juveniles, como ocurre todos los años antes de fin de año. “Es el día más difícil del año en la función de entrenadores juveniles”, escribió en X, y lo sacó a la luz.

“Les hablamos claro y frontal, en grupos de tres o cuatro y luego individualmente, de los motivos de por qué se los deja libres, les leemos el análisis futbolístico, pero con mucho cuidado y también marcándoles aspectos positivos. Y diciéndoles: ‘Chicos, esto no es ninguna verdad, no es más que una opinión’. No le podés decir a un pibe: ‘No estás para tal cosa’. Sí que opinamos, consideramos, creemos; no sentenciar. Y que no queremos una superpoblación, que tienen que buscar ser importantes en otro lugar, que no tienen que conformarse con venir y estar con amigos, sino que tienen que jugar. A los chicos les sirven los ejemplos. El titular de (Jonatan) Calleri en Reserva hoy tiene una ferretería. Si pasa en Reserva, imaginate lo cambiante que puede ser todo durante las inferiores”, explica Stechina. A Calleri, surgido de All Boys, exdelantero de Boca y hoy en el São Paulo de Brasil, Miguel Ángel Mico, entonces coordinador de inferiores, le llegó a decir que nunca iba a jugar, que no le daba.

A través de una red de contactos con coordinadores y entrenadores de inferiores en LinkedIn, Stechina informó luego quiénes habían quedado libres de All Boys. Los clubes, es usual, se abastecen de los libres de otros clubes. Los de la B Metropolitana, de los del Nacional. Los del Nacional, de los de la Liga. “La mayoría de los entrenadores dejan libres -apunta Stechina- y no sólo no acompañan porque no les interesa: por las dudas no los ayudan por el hecho de que puedan agarrar en otro club y llegar a Primera. Tenemos que ser responsables de las decisiones si dejamos libres”.

Boca y River aparecen segundo y cuarto entre los clubes de todo el mundo en cuanto a la “capacidad para formar jugadores de alto nivel”, según el CIES Football Observatory. Los clubes formadores, aclara el CIES, “son los primeros equipos en los que los futbolistas jugaron al menos tres años entre sus 15 y 21 años (inclusive)”. ¿Qué sucede después de esa frontera con personas que pudieron haber entrado a un club a los cinco años, pasar más de 15 en él y, de golpe, no tener más cabida? El “trago amargo” -quedar libre- puede derivar en perder las ganas de vivir, si el fútbol era el único sostén emocional: no comprenden su vida sin el fútbol. “Hay muchos chicos a los que les falta amor”, le dijo Alejandro Montenegro, campeón de la Copa Libertadores e Intercontinental 1986 con River y actual coordinador de las inferiores de All Boys, a Stechina. “Y cuando ven que el fútbol no es posible, no saben para dónde ir; se les viene su mundo abajo, en un segundo, porque nadie les advirtió que tuvieran un plan B, que el fútbol en general no sale”.

Desde 2022, el Crystal Palace de Inglaterra prepara a los jugadores de entre 17 y 22 años de sus inferiores para el “fracaso” o la “frustración”: cuenta con un programa de tres años para ayudar a los que no firmen su primer contrato o queden libres no sólo del club, sino del fútbol. Les ayudan a encontrar otro club, o a estudiar, a conseguir un trabajo. “Yo mismo la pasé mal cuando dejé el Luton Town a principios de los 90”, explicó Gary Issott, director de la academia del Crystal Palace, a The Football Family. “Si lo pienso ahora con perspectiva, es como si pasara por un periodo de duelo. Echaba de menos el fútbol y a mi grupo de amigos. Hay futbolistas a los que es difícil convencer de que podemos ayudarlos, porque les da vergüenza volver a un club en el que conocen a tanta gente y del que se tuvieron que ir. Muchos encontrarán su hueco en el equipo médico, como preparadores físicos, entrenadores o incluso en el negocio que rodea al fútbol, ya sea marketing o medios de comunicación”, sostuvo Issott.

En total, sólo 180 chicos de los más de un millón y medio que juegan al fútbol federados en Inglaterra debutan en la Premier League. El porcentaje de “éxito”: 0,012%. Lo del Crystal Palace es pionero en el fútbol. No es “ejemplo” porque sea un club de la Premier. En 2020 se suicidó Jeremy Wisten, de 18 años. Había quedado libre hacía dos años, tras una lesión, del Manchester City. No encontraba club. Cole Palmer -excompañero de Wisten en las inferiores del City, hoy figura del Chelsea y de la selección de Inglaterra- escribió en su Instagram: “Vuela alto, hermano”. Las historias de los grandes futbolistas las solemos conocer casi todos.