No habrá sido la despedida soñada por el resultado adverso, pero Emanuel Ginóbili se despidió de la Selección con el marco que merecía: miles de argentinos que coparon el Arena Carioca 1 lo mimaron como a un campeón. Tuve el enorme privilegio de ser parte de este equipo por 20 años. Fue un enorme placer. La pasé muy bien, me sentí muy bien. La Generación Dorada no somos sólo 4 somos 30 que durante estos años jugamos buen básquet, la pasamos bien y jugamos como había que jugar. Eso nos unió. Y ante la adversidad y los buenos momentos hemos reaccionado y hemos representado al país como se debe. Me hace bien sentir eso, dijo el bahiense de 39 años emocionado por su despedida.
No sólo recuerdos emotivos fueron los que se llevó Ginóbili de su cuarto Juego Olímpico: un oficial de FIBA le regaló la pelota de su último partido con la Argentina. Soy un tipo afortunado de vivir esto a los 39 años. Estuve sano. Para mí fue un suplementario, un regalo. Yo no pensaba estar acá, aseguró el hombre que encabezó este generación histórica y que ganó cuatro anillos con San Antonio Spurs en la NBA. El destino quiso que la despedida sea ante Estados Unidos, justo el rival que sufrió ante este equipo, el primero que venció a un combinado de NBA, hace ya 14 años, en Indianápolis.
En Río, no hubo paridad. Pero la última escena no es la película completa. Y lo que armaron Ginóbili y Argentina fue una verdadera historia de amor. Adentro de la cancha uno no se da cuenta de que está llegando el final. Pero termina el partido y te abrazás con tus compañeros, con el cuerpo técnico y empezás a pensar todo lo que uno dejó de lado todos estos años. Llega un final y emociona. La despedida de la gente te hace caer de golpe. Es un sopapo de realidad, definió Manu para despedirse.