El fútbol moderno, para Dante Panzeri, era una proclama de la impostura y la fealdad. «El fútbol –decía– es el arte del engaño. Gana el que mejor engaña». Fundamentado y riguroso, explicaba que el futbolista «juega en una cancha con tres elementos: conciencia, inconsciencia y azar». Sebastián Kohan Esquenazi –38 años, nacido en Buenos Aires, hijo de chilenos exiliados durante la dictadura pinochetista– es el director del documental Buscando a Panzeri, porque esos y otros conceptos, dice, siguen vigentes. Sin fecha de estreno, aunque ya terminada, con Buscando a Panzeri se reactualiza el periodista más citado y menos leído en el periodismo deportivo argentino con aquello de que el fútbol es «dinámica de lo impensado».
–¿Cómo surgió?
–Estuve trabajando con una editorial española, Capitán Swing, que rescata clásicos. Me pidieron uno sobre fútbol y encontré Fútbol, dinámica de lo impensado. En un año y medio, encontré a la familia, que tiene los derechos. Comenzó a convertirse en un proceso muy obsesivo. Es una pluma muy crítica y mi obsesión era recuperar su figura. En 2012 lo reeditamos. El paso siguiente fue el documental: encontrar material audiovisual de archivo. Y después, el meollo de la cuestión: las columnas que Panzeri enviaba para Teleonce en el 62, durante el Mundial de Chile. Hay 40 minutos de él en un plano medio hablando a cámara.
–¿Con qué te encontraste en esa búsqueda?
–Como reflexión, que la filosofía del fútbol argentino necesita a Panzeri. Que cada día es más actual. No hay día que pase sin que sea más necesario. Pero que las críticas que planteó al fútbol moderno fueron en un momento en el que se estaba configurando. Hoy está establecido. Lo que era una crítica contundente, ahora parece utópica. Pero en ese momento, no. En los 60, 70, después del Mundial Suecia 58, se rompe la filosofía de «la nuestra» y arranca el universo de Lorenzo, de Zubeldía. Discusión más, discusión menos, Sabella fue esa filosofía ratona, cagona, calculadora.
–¿No fue eso la Francia de Deschamps?
–Sí, pero con un nivel de fútbol impactante. No es igual. Deschamps espera, pero el fútbol es increíble, y te guste o no, Griezmann y Pogba, cuando tocan la pelota en el medio, tocan de memoria, se desmarcan, crean y tocan al espacio. Eso es Bielsa. En Argentina jugar quedó olvidado. Hay un afán por ganar que está totalmente más allá del fútbol. Es muy dañino. Eso cuestionaba Panzeri.
–¿Se reflota esa crítica?
–La de Panzeri es una crítica necesaria pero rema en dulce de leche. De Panzeri lo único que se sabe y se repite es la frase «dinámica de lo impensado». Estaría bueno que se sepa qué es dinámica, qué es impensado, qué carajo quiso decir cuando lo dijo. No tiene nada que ver con que la pelota pegue en el palo y salga o entre. Tiene que ver con que el fútbol tiene que ser algo en donde las cosas no se pueden planificar. «El fútbol, para ser serio, tiene que ser juego», escribió Panzeri.
–¿Cómo era su práctica periodística?
–Había que tener el carácter que tenía él. Lo que me impresiona de su figura no sólo es su crítica, sino que la haya encarnado. Cuando a él lo echaban, no era un periodista que había cobrado un fangote de guita en TyC durante ocho años y tenía un colchón. Panzeri, cuando se arriesgaba a decir algo por lo que lo iban a echar, se le iban a cerrar puertas, se iba quedando sin laburos. El valor es cómo un tipo que no sólo dice lo que dice sino que se va quedando solo, y cómo la mujer le decía: «No dejes de ser quién sos, si hace falta laburo yo».
–Le hicieron 74 juicios: sólo perdió uno.
–Sí, y contra tipos pesados en la prensa y la dirigencia, como José María Muñoz y Alberto J. Armando. Su enemigo más grande fue Armando, que era presidente de Boca, el Angelici de la época. Hoy nadie se enfrenta a Angelici. Es el tipo más poderoso del país.
–¿Cómo fue Panzeri en TV?
–A principios de los 70 tenía una columna que se llamaba «Con hacha y tiza». Duraba cinco minutos y venía después del noticiero de Teleonce, el más visto en Argentina. Era un tipo comercial y popular, a pesar de que ahora lo igualen a un paria. No sólo lo leían «los que saben». Era una cara conocida, como si hoy apareciera en Telefe. Pero después lo echaron, le hizo un juicio y lo ganó el día que se murió. Esa fue una época cabrona. También escribía en Así y vendía miles de ejemplares. Fue su esplendor. Bauso, compilador de la obra de Panzeri, dice que acercó a las mujeres al fútbol, porque les enseñaba cómo verlo. La otra época fue la dirección de El Gráfico, del 60 al 62, con todo lo que implicaba. Lo echaron porque se negó a publicar una columna del ministro de Economía, Álvaro Alsogaray.
–¿Fue feminista?
–Panzeri decía que el periodismo tenía que cumplir una función pedagógica, no escenográfica.
–Su visión no era nostálgica, en el sentido de que todo tiempo pasado fue mejor.
–Se tiende a decir que cuando uno está en contra de todo, y es muy crítico de la actualidad, es pesimista o conservador. Muchos que entendieron a Panzeri dijeron que no era pesimista, sino el más optimista de todos, porque decía que estaba todo mal pero daba posibles soluciones. Por otro lado, en la nostalgia de que todo tiempo pasado fue mejor está la amargura de lo que no va a volver a ser, y Panzeri no era amargo: era sarcástico, ácido, irónico, provocador. Sin querer, me convertí en él.