Sandro Rosell no sólo fue presidente de Barcelona, como lo destacan la mayoría de las crónicas sobre su detención por lavado de dinero en España. Rosell fue, sobre todo, el hombre de los negocios de Nike en Sudamericana, un canciller de la marca estadounidense cuyos lazos llegan hasta presidentes de la región, como el vínculo que mantiene con el paraguayo Horacio Cartes. Rosell tampoco se llama Sandro sino Alexandre, aunque eso apenas parece un detalle para una biografía que ahora debe incluir la acusación de encabezar una organización criminal internacional que cobraba coimas por los derechos de televisación de la selección brasileña de fútbol.
El centro de operaciones de Rosell en Sudamericana era Brasil. Nike lo nombró hace quince años representante de la firma ante la Confederación Brasileña de Fútbol. Así construyó su vínculo con Ricardo Teixeira, que en 2012, después de 25 años, tuvo que dejar la presidente de la CBF por las denuncias de corrupción en su contra. La jueza de la Audiencia Nacional Carmen Lamela lo mandó a prisión -sin posibilidad de fianza- por el lavado de comisiones ilícitas que llegaban por la venta de los derechos de la selección brasileña a una firma árabe con sede en Islas Caimán, Internacional Sports Eventos. También cayeron la esposa de Rosell, Marta Pineda, y otros dos empresarios que serían sus testaferros. Según la investigación, el matrimonio se repartió el dinero con Teixeira a través de sociedades y cuentas con base en Andorra. Fueron quince millones de euros.
No es el único proceso penal que afronta Rosell. Todavía avanza el caso por la transferencia de Neymar desde el Santos al Barcelona, un episodio que eyectó de la presidencia. Rosell desembarcó en el club catalán desde Nike bajo el mandato de Joan Laporta. No fue casualidad que, con él, llegarán Ronaldinho, Decó y Edmilson. Todos brasileños, todos jugadores de Nike. También Barcelona y Brasil son Nike. Y en eso tuvo mucho que ver Rosell, que no pudo hacer jugar con esa marca a Lionel Messi, futbolista de Adidas.
Rosell tuvo idas y vueltas con el Barcelona. Renunció a su cargo primero. Y luego ayudó a correr de la junta del club a Laporta, el presidente de los años más cruyffistas, los años de Pep Guardiola. Rosell se hizo con el cargo. Pero las causas judiciales aún abiertas por el pase de Neymar, con denuncias de sobornos y diferencias en los pagos declarados, lo hicieron renunciar en 2014.
Rosell, que había creado la empresa Bonus Sports Marketing, mantuvo su poder en el fútbol, incluso dentro del Barcelona, ahora conducido por Josep Bartomeu. La Justicia, mientras, comenzó a investigarlo. La Operación Rimet, por la que termina detenido, lleva más de un año. Y la Fiscalía de Nueva York que destapó el escándalo conocido como FIFAGate sigue los pasos del contrato que Brasil firmó con Nike por 160 millones de euros.
Rosell fue el presidente del Barcelona que llevó a Gerardo Martino al club. Su teléfono, cuenta Sebastián Garavelli en el libro Tata Martino, de Rosario al Camp Nou, se lo dio Horacio Cartes, el actual presidente de Paraguay, que gestionó Libertad de Paraguay a través de su empresa Paraguay Soccer SA. Esa amistad siguió intacta. Eran los lazos, además, que le permitieron a Rosell hacer sus negocios. Ahora llegó su caída. La jueza que ordenó detenerlo dijo para Alexandre Rosell, más conocido como Sandro, el delito fue un modelo de vida.