“El hecho de conocer la cultura y la historia de un club tan prestigioso como River me hace sentir que hay un lindo camino por recorrer. Me llegó el momento, hay buena energía. En cuanto a las formas, el objetivo es mirar el arco de enfrente, porque los hinchas se sienten reconocidos”. Pasaron 2732 días desde que Marcelo Gallardo se presentó como entrenador de River con esa declaración de principios. Pocas frases pueden resistir tanto el paso del tiempo, envejecer con esa belleza. Es, acaso, uno de los tantos pilares que sostienen al mito. Y también una de las razones que llevan a que el anuncio soltado durante los festejos del jueves pasado haya causado un temblor en Núñez: “Estoy terminando mi contrato y es la primera vez que estoy en esa posición. Le he dado todo al club hasta hoy y acá tenés que estar con una energía a tope. Creo que merezco la posibilidad de replantearme, porque se necesita estar con muchísima energía”.
En las más de nueve décadas que lleva la figura de entrenador en el fútbol argentino, ningún técnico ganó tantos títulos en un mismo club como Gallardo. Son 13 los que consiguió con River desde 2014: dos Libertadores (2015 y 2018), una Sudamericana (2014), tres Recopas Sudamericanas (2015, 2018 y 2019), una Suruga Bank (2015), tres Copa Argentina (2016, 2017 y 2019), dos Supercopa Argentina (2017 y 2019) y, por fin, el campeonato local 2021, ese que demoró siete años y medio en llegar y que se celebró el último jueves, ante Racing, en un Monumental repleto por primera vez desde el inicio de la pandemia.
Pero a Gallardo aún le quedan desafíos. Estos 13 títulos que construyó desde el banco de suplentes se suman a los ocho que consiguió dentro del campo. Son 21. Para ser el hombre más ganador en la historia millonaria todavía le falta un título: Ángel Labruna, el mito del que heredó la corbata, dio 16 vueltas olímpicas como jugador y seis como entrenador. Puede llegar en Santiago del Estero, el sábado 18, cuando juegue ante Colón el Trofeo de Campeones. En los cuatro partidos de temporada que restan hasta esa final, la continuidad de Gallardo será el tema central del deporte argentino. “Me lo preguntan entre 15 y 20 veces por día”, reconoce Jorge Brito (h), candidato a presidente por el oficialismo en las elecciones del próximo sábado.
Como alguna vez lo fue Labruna, Gallardo es sinónimo de River. Es difícil separar esa construcción de éxitos en estos siete años, pero parece ir incluso más allá de los títulos. Acaso la prueba sea la escena que se dio en el césped del Monumental en la noche del jueves. En un día especial porque se cumplían siete años de la muerte de su mamá, Ana María, el técnico celebraba el título rodeado de sus hijos Matías (17, juega en Cuarta), Santino (15, juega en Octava) y el pequeño Benjamín (2). Nahuel (23) lo siguió desde lejos: juega en Colón de Santa Fe, aunque debutó en River en 2017, uno de los 42 chicos del club a los que Gallardo les dio la chance de jugar en Primera. En esa estructura de inferiores también aparece su papá Máximo, que trabaja como captador.
Este River que consiguió la 37a liga local en la historia fue un verdadero equipo de autor. De los once que salieron a la cancha en el debut ante Colón, solo cuatro repitieron en el partido que les terminó dando el título 22 fechas después, ante Racing: Franco Armani, Robert Rojas, Javier Pinola y Enzo Fernández. Es que entre suspensiones, lesiones y convocatorias para las selecciones sudamericanas, Gallardo debió reinventarse para cada partido. Acaso la prueba más clara sea la improvisada defensa que armó para enfrentar a Sarmiento, en Junín, por la fecha 9: Felipe Peña Biafore-Enzo Pérez-Bruno Zuculini. Como nunca, en este esperado campeonato local, Gallardo se apoyó en esos juveniles para caminar al título que consiguió con tres fechas todavía por disputar. El estandarte es Julián Álvarez, 21 años, una joya horneada a fuego lento desde 2018, que en este semestre se despachó con 18 goles en 17 partidos. No es el único. Se suman Héctor David Martínez (23 años) en la zaga, Enzo Ferández (20) y Santiago Simón (19) en el mediocampo, y Benjamín Rollheiser (21) en la delantera. También hicieron su aporte Peña Biafore (20), Federico Girotti (22) y Tomás Galván (21).
Que pese a los cambios de apellidos e intérpretes no se resienta la impronta colectiva parece ser una de las claves del ciclo de Gallardo. En cada partido de los 367 que lleva Gallardo como DT, da la sensación de que los jugadores con la banda roja llevan un nivel de intensidad y agresividad distinto al de su rival. Ese gen competitivo parece ser el secreto. “A Marcelo –sintetizó Leonardo Ponzio, el único jugador que lo acompañó durante todo el proceso– es fácil entenderlo porque hay una sola idea. Y si él no duda, vos no podés dudar”. Con la vuelta olímpica del jueves, el trofeo 16 en su estadía en Núñez, el volante central se convirtió en uno de los cuatro futbolistas con más títulos, junto a Labruna, Ricardo Vaghi y Bruno Rodolfi. Sobre el césped del Monumental, Ponzio admitió que estas serán sus últimas semanas como jugador de fútbol: “Lo vengo diciendo hace bastante, ya está. Uno tiene que saber cuándo llega el final y asimilarlo”.
Aunque la salida de Ponzio acentúe ese clima de fin de ciclo que envuelve a River, los dirigentes incluyen al capitán en el proyecto que preparan para seducir al técnico y que continúe con la nueva Comisión Directiva que asumirá el año próximo. Es que en River hay elecciones el próximo sábado. Aunque se descuenta un triunfo del oficialismo, Rodolfo D’Onofrio dejará de ser el presidente. Si no hay sorpresas en las urnas, lo sucederá Jorge Brito (h). “Todo lo que esté en nuestras manos, lo vamos a hacer. Estamos pensando en 2022 sin esperar esa respuesta. Las cuestiones de infraestructura, de planeamiento, de inferiores, todo, lo estamos trabajando con Gallardo”, dijo Brito durante la campaña. Como ya ocurrió con la remodelación de las tribunas y el césped del Monumental, o con las mejoras del River Camp, el ojo del Muñeco va más allá de los cambios y los planteos tácticos. La incorporación de Ponzio para ampliar la secretaría técnica, la promesa de refuerzos para competir en la Libertadores 2022 y la creación de una concentración en el predio de Ezeiza son algunos de los ítems que se le presentaron a Gallardo para intentar convencerlo.
No es el único plan que está en marcha para seducir al ex número 10. Hay otro cruzando el Río de la Plata. Ignacio Alonso, presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), busca por estos días reiterar en persona el ofrecimiento que ya le acercó a Juan Berros, representante de Gallardo, para entrenar de la Selección durante los próximos cinco años. El ofrecimiento, del que la propia AUF se encargó de que trascendiera, no es solo para clasificar a Qatar: es un proyecto global que comienza desde la Sub 15 y que tiene como punto de llegada el Mundial 2026. Cualquiera diría que para esa fecha, en el fútbol, falta una eternidad. Pero, está visto, a Gallardo el tiempo no lo cambia demasiado.