Nizhni Novgorod guardaba los secretos militares, la producción de autos y la industria de las armas, la ciencia soviética. Los extranjeros no podían entrar, no había mapas de la ciudad. Niznhi Novgorod era una ciudad cerrada, prohibida. Eran asuntos de seguridad. La habían bombardeado los alemanes durante la Segunda Guerra. Dos años de bombardeo. Y no se llamaba Nizhni Novgorod, porque se llamó Gorki durante cincuenta y cuatro años. Por eso la biografía del ex futbolista Dmitri Chéryshev dice que nació en Gorki. Porque nació en 1969. La ficha de su hijo Denis, en cambio, dice que nació en Nizhni Novgorod. Porque nació en 1990. El goleador de Rusia en el Mundial es uno de los hijos de la caída de la Unión Soviética.
La ciudad en la que la Argentina jugará frente a Croacia se llamó Gorki hasta 1990 por Alekséi Maksímovich Peshkov, que vivía bajo el seudónimo de Máximo Gorki, escritor del realismo socialista, amigo de Lenin, bolchevique, exiliado en los últimos años del zarismo y regresado en 1932 por invitación de Stalin, que le puso su nombre a Nizhni Novogorod. Y lo dejó a cargo de la Unión de Escritores Soviéticos. Stalin quería que Gorki escribiera un libro sobre él, una biografía. Gorki, que había admirado a León Trotsky, se negó y tuvo que dejar la Unión de Escritores. Su hijo murió en 1934. Gorki murió dos años después. Stalin fue uno de los hombres que llevó el ataud. Gorki estaba enfermo. Pero todavía ronda una sospecha sobre si no se trató de un asesinato. Una orden de Stalin.
En Niznhi Novgorod, o en Gorki, a cuatrocientos kilómetros de Moscú, ya había fútbol. Los trabajadores del ferrocarril fundador en 1916 el Lokomotiv. Pero la historia del fútbol ruso, como la historia rusa, es un laberinto. El club cambió muchas veces de nombre, se llamó Chervonka, Zheleznodorozhniki, Spartak, Tyaga y volvió a ser Lokomotiv, regenteado por la empresa estatal ferroviaria. Desapareció en 2006. El club que se mantiene en pie en la ciudad es el Volga Nizhni Novgorod, una fusión entre el Torpedo y el Raketa. Está en la Primera División, que es la segunda categoría del fútbol ruso, está debajo de la Liga Premier.
A orillas del Volga, en la confluencia con el Río Oká, es hacia donde Jorge Sampaoli traslada el laboratorio montado en Bronnitsy, la ciudad en la que se hospeda la selección en Rusia. La línea de tres con Mercado, Otamendi y Tagliafico. Las bandas con Salvio y Acuña. El medio con Mascherano, acompañado por Enzo Pérez. Lo indiscutible de Lionel Messi. El área rival para Sergio Agüero. La duda sobre Maxi Meza y Cristian Pavon, una tendencia ya inclinada demasiado hacia el jugador del Independiente. Si hay una explicación acerca de por qué Pavon no juega, esa explicación es Acuña, la imposibilidad de que ambos ocupen el costado, la limitación que eso le produciría al ex futbolista de Racing. Otra explicación es Meza. Sampaoli quiere que Meza juegue.
Todo lo que haya ensayado Sampaoli, como todo lo que haya ensayado Zlatko Dalic, el entrenador de Croacia, se va a poner a prueba en la ciudad de los secretos. El Mundial se espera cuatro años, pero parece transcurrir en un sonido de campana, en la cuenta regresiva que antecede a cada partido FIFA. “En la lucha, en las horas de hastío y de angustia pasan rápido”, escribió Gorki. En el fútbol también esas horas vuelan.