Dentro de la cancha, a Kishi Nuñez todo le resulta familiar. Con la serenidad de una veterana, la reciente incorporación de Boca, de sólo 16 años, se pone el equipo al hombro: se hace cargo de las pelotas paradas y, constantemente, se muestra para ser opción de juego.
Antes de llegar al Xeneize, hace menos de un mes –firmó contrato el 16 de agosto–, Nuñez ya había contado que su ídolo futbolístico es Juan Román Riquelme. «Siempre me gustó cómo aguantaba la pelota mientras lo rodeaban cuatro rivales», dijo en una entrevista. Y el día de su debut con la azul y oro, en City Bell frente a Estudiantes el lunes 22, entró en el segundo tiempo y no sólo convirtió un gol: también, o sobre todo, pinceló algunas características de su ídolo. Boca, que marcha segundo a dos puntos del líder UAI Urquiza, ganó 2 a 0.
«Jugó con frialdad. Frialdad como cualidad, como si todo lo que sucediera no le importase para recibir, levantar la cabeza y jugar», describió Diego Latorre hace algunos años sobre el debut de Riquelme en Boca, en 1996. Una descripción que vale también para Núñez.
Ya en su segundo partido en Boca, el domingo pasado contra Racing, Kishi entró en el once de arranque. La titular y goleadora de la Copa América, Yamila Rodríguez, no estaba para jugar los 90 minutos y Jorge Martínez, el entrenador del equipo, decidió preservarla en el banco y apostar por la reciente incorporación.
Y los hinchas xeneizes que se acercaron a Casa Amarilla vieron cómo Núñez se colocó en la banda izquierda, se alejó de su puesto natural –el de 9– y, con su potrero a cuestas, marcó los 3 goles para que Boca ganara 3 a 1 y se quedara con los tres puntos frente a Racing. Inspirada en su ídolo, durante los 90 minutos, fueron «ella, la pelota y el ambiente», pero además convirtió goles con la efectividad de Martín Palermo.
Posiblemente de suplente otra vez ante el regreso de Yamila Rodríguez, la nueva aventura de Kishi seguirá este domingo en Rosario ante Central. Sería su tercer partido. ¿Volverá a convertir?
Peloduro en El Tambo
Afrodescendiente de parte de su padre –su madre es argentina–, Kishi -que significa «beso de la luna»- nació en Isidro Casanova, en La Matanza. Cuando tenía tres años, su tío Rubén fundó el Club Social y Deportivo El Tambo tras ver que los chicos y chicas del barrio no tenían dónde jugar a la pelota.
«Donde ahora está el club, antes era un basural. A través de la venta de rifas y, con la ayuda de los vecinos, recuperamos el espacio», cuenta Rubén. Y ahí Núñez comenzó a jugar al fútbol junto a sus hermanos mayores.
«Mis hermanos son más grandes y yo siempre iba corriendo atrás de ellos, ni sabía lo que era una pelota, pero jugaba», recuerda. Y en El Tambo arrancó a jugar en las categorías promocionales junto a varones hasta que Rubén, como entrenador, decidió sumarla al equipo.
En un comienzo, la liga municipal no aceptó que Kishi jugara por ser mujer, pero Rubén se acercó a la organización y pidió permiso para que cada equipo pudiera contar con un máximo de dos jugadoras. «Como no había otras chicas, jugaba yo sola», cuenta la goleadora.
En los potreros del conurbano, Núñez empezó a posicionarse cerca del área rival y se ganó el primer apodo futbolístico: «Aún en el barrio le decimos ‘Peloduro’. Tiene el pelo con rulos porque sus padres tienen descendencia africana y, con la tierra de las canchitas, se le ponía crocante».
En 2017, cuando Almirante Brown incorporó el fútbol femenino a su club, Kishi se presentó a las pruebas de La Fragata. Quedó, pero–por reglamento se exige tener al menos 14 años cumplidos– no pudo jugar en Primera. Hasta que un año y medio después volvió al club de sus amores y finalmente cumplió el sueño de vestir los colores negro y amarillo. Arrancó en infantiles, dos días después la subieron a juveniles y una semana más tarde a Reserva. «No corro detrás de una pelota, corro detrás de un sueño», tiene escrito en la biografía de sus redes sociales.
Tras la pandemia, en un amistoso frente a Argentinos Juniors en el estadio Diego Armando Maradona, Almirante Brown ganó 2 a 1 con dos tantos de Núñez. El segundo, según cuenta, es uno de los goles más lindos de su carrera. Desde tres cuartos de cancha, se la picó a la arquera. «No se la esperaba», cuenta. Ese día, desde la Paternal, le llegó a Kishi una oferta: sumarse a los planteles de futsal y fútbol 11 del Bicho.
Durante un año, el que duró su paso por Argentinos (por el torneo de la Primera B), Kishi se convirtió en la máxima goleadora del club al superar a Agustina Occhiuzzi y Luana Mendizábal. Marcó quince goles en la segunda mitad del 2021 y otros quince en el primer semestre del 2022. Además, este año lideró la tabla de goleadoras en futsal tras convertir 31 goles en la primera parte del año. En total, 61 tantos.
Luego de que Núñez regresara de España tras haber disputado el torneo de L’Alculdia con la Selección Sub-20 a principios de agosto, Boca anunció su fichaje hasta diciembre del año que viene.
«Como toda goleadora, siempre intenta ver el arco desde cualquier lado. Aporta peligro y es sacrificada en la marca. Tiene la virtud de que genera sola las ocasiones de gol. Ataca bien los espacios, tiene buen cabezazo y se despega bien del suelo», la describe el entrenador de la Selección Argentina Sub 20, Christan Meloni.
Tres características que dejó a la vista de todos, el pasado domingo en Casa Amarilla. El primer gol fue gracias a una diagonal que marcó dentro del área y, tras un puntazo sutil, dejó en el camino a la arquera de Racing. El 2 a 0 llegó tras un cabezazo en el segundo palo, después de un centro preciso de Amancay Urbani. Y en su tercer gol, parafraseando a Meloni, no necesitó de sus compañeras. Ganó en velocidad por el lateral derecho, se frenó, gambeteó y, cuando todas las jugadoras esperaban el centro, Núñez marcó su triplete.
En junio, tras convertir cuatro goles en el triunfo de Argentinos frente a Argentinos de Quilmes, Kishi declaró que su mamá ya no tenía espacio para más pelotas. Frente a Racing se llevó el séptimo balón a su casa, como le corresponde a quienes anotan un «hat trick». Pero, prudente fuera de la cancha, sabe que aún tiene mucho por mejorar.
«Los tiros libres no me salen como deseo, pero quiero aprender a pegarle más y también quiero tener más fuerza con la zurda, la sé manejar pero no tengo tanta potencia como la derecha. Todo es práctica, de a poco voy a progresar. Me entreno triple turno, mañana, tarde y noche», contó en una entrevista con el medio partidario Pasión Aurinegra.
Quizá Kishi Núñez sea parte de la última generación que creció jugando con varones y que no tiene a futbolistas mujeres como referentes. Pero, como se acostumbra en nuestro fútbol, posiblemente sea una más que nace de los potreros argentinos, de las canchas de tierra dura. Y seguramente, como ocurrió con su ídolo, la pelota le haga caso porque como dijo Riquelme «cuando la tratás bien, te hace caso». «