Este domingo, con la ceremonia de clausura de los Juegos Paralímpicos en Tokio, se cerró el año más curioso en la historia del olimpismo, con unos Juegos en año impar y sin público en las competiciones por la pandemia. El balance argentino de los Paralímpicos fue positivo, con una posición 63 en el medallero, tras la obtención de nueve preseas, la misma cantidad que se había logrado en Atlanta 96, aunque esta vez sin conseguir ningún oro.
Los y las representantes de Argentina consiguieron 31 diplomas paralímpicos, en una delegación que estaba compuesta por 57 atletas. Una muestra de que la performance argentina fue muy buena. Se duplicó la cosecha de Río 2016, con cinco plateadas y cuatro bronces, aunque no hubo presencia argentina en lo más alto del podio, como lo había logrado Yanina Martínez en los 100 metros de 2016.
La mayoría de las medallas llegaron desde atletismo, con cinco atletas que lograron subirse al podio: Antonella Ruiz Díaz (bronce en lanzamiento de bala), Martínez (bronce en los 200 metros), Hernán Urra (plata en lanzamiento de bala), Brian Impellizzeri (plata en salto en largo) y Alexis Sánchez (bronce en los 100 metros). Desde la natación llegaron dos medallas de plata: Pipo Carlomagno en la prueba de los 100 metros espalda y Matías De Andrade, también en los 100 metros espalda. El taekwondista Juan Samorano se anotó con una medalla de bronce. Y la última gran alegría la dieron Los Murciélagos, que llegaron hasta la final del fútbol 5 y cayeron ante Brasil por un ajustado 1 a 0.
Fueron los 16° Juegos Paralímpicos de la historia, tras la presentación en Roma 1960. Y en el horizonte, como ya había ocurrido con la ceremonia de clausura de los Olímpicos, ya aparece París 2024, a sólo tres años. La Ciudad Luz ya tomó la posta. Justo antes de que se extinguiera la llama paralímpica en Tokio durante la ceremonia de clausura, la alcaldesa de la capital de Francia, Anne Hidalgo, recibió la bandera paralímpica de manos del presidente del Comité Paralímpico Internacional (CPI), Andrew Parsons.