«¿Vos sos el presidente de Excursionistas?», le preguntó sorprendida Florencia Arietto a Javier Méndez Cartier la noche anterior a asumir como funcionaria del Ministerio de Seguridad de la Nación. Se cruzaron en el encuentro anual de egresados de la Universidad Torcuato Di Tella, donde a Arietto le pasó lo que a muchos: esperaba encontrarse a un tipo corpulento, entrado en años y algo desalineado. Méndez Cartier, con 26 años, una licenciatura en Ciencias Políticas y una maestría en Administración y Políticas Públicas, es la cabeza de una Comisión Directiva joven que desde junio de 2017 tiene la responsabilidad de intentar que Excursionistas no descienda a la D por primera vez en su historia, y que busca recuperar a un club que hace cuatro años era noticia porque en un allanamiento encontraron armas de guerra, además de cocaína y de marihuana para la venta.
–¿Por qué alguien decide entrar en la vida política de un club?
–En los clubes del Ascenso somos muy pocos los que nos involucramos. Te empujan la responsabilidad y el orgullo de llevar los destinos de un club que te trasciende. Son clubes centenarios y siempre van a funcionar más allá de las personas. Hay un sentido de pertenencia que es lo más lindo que te da un club de fútbol, más en un club de ascenso. Es una escuela de vida. Y a la vez me gusta definirlo como una escuela de democracia: te enseña a escuchar, a preguntar, a admitir, a frenar, a perder, a ganar y a pensar. A eso le tenés que sumar la exposición. No es lo mediático: es ir a declarar a una fiscalía, caminar por tu barrio y que sepan que sos el presidente del club. No es fácil eso.
–¿Cómo se cambia la imagen de un club? ¿Cómo se borra que Excursionistas es el club donde se vende droga?
–El primer paso es reconocerlo. Y después apelar al ingenio. Hasta nosotros creíamos que Excursionistas era un club jodido. Después de que allanaron el buffet, dos socios dijeron que lo querían pintar y reabrir. Creíamos que se iba a degenerar. Lo pintaron. Se pusieron a juntar libros. Hicieron los estantes. Lo abrieron. Se sumaron algunas actividades culturales, charlas, clases. Y se fue armando. Así como lo malo atrae lo malo, lo bueno trae lo bueno. Parece naif pero es así. Lo mismo con el exvestuario que ahora es el gimnasio de boxeo Patricio Roldán, jugador y referente de Excursionistas. Hay 50 personas entrenando ahora. La función social del club se recuperó sin caer con el Ejército Nacional ni salir a denunciar nada. No hay que ser utópico para cambiar la realidad de un club. La concesión de la cancha con el césped sintético, iluminación de Primera, vestuarios de vanguardia y la posibilidad de usarla 24×7 en términos económicos fue un ingreso importante. Y eso atrae gente al club, sirve para desmitificar que somos el eje del mal.
–¿A clubes como Excursionistas los favorece esta dirigencia que tiene la AFA?
–Esta no es la AFA del Ascenso. Los clubes grandes de por sí tienen un peso propio que les permite ir a discutir cualquier cosa. A nosotros, si no tenemos el respaldo de AFA, nos es más difícil que nos den bola. Y desde que está Tapia eso se nota. Si yo voy a discutir un operativo policial para que no me manden efectivos de más ya no soy Excursionistas, soy la AFA con sus más de 3000 afiliados. Equipara el nivel de influencia. Sabemos que no tenemos la misma importancia pero queremos tener el mismo derecho y las mismas oportunidades. Siempre se lo digo a Tapia: lo mejor que hacen es subestimarlo.
–¿Por qué les decís no a las sociedades anónimas?
–Supongamos que acá en Excursionistas hay socios que empiezan a pedir un modelo nuevo para ser más competitivos, quieren que vendamos el 49% del club para que vengan capitales privados. Los socios quedamos con el 51%, la acción de oro y cuidamos la parte social. Ponele que logramos dos ascensos, casi tres, con figuras que hoy no podríamos traer. Son cinco años idílicos. Pero en un momento los tipos te dicen que se están reconvirtiendo. Te empiezan a llover los juicios de jugadores que ya no cobran. Ese 49% se va devaluando. Y los socios otra vez tienen que ocuparse de lo que no se ocupan los empresarios. Todo se va a pique. Quiebra. Hasta que aparece un grupo inversor que dice «hola, nosotros somos Desarrolladores Inmobiliarios SA, les damos una cancha de primer nivel en el Conurbano bonaerense y un montón de plata para que puedan seguir existiendo». ¿Cómo les decís que no? Y te das cuenta de que los desarrolladores inmobiliarios eran los mismos que compraron ese 49% de entrada. A las SA hay que decirles que no porque destruir un club centenario es un plan de negocios a seis años. Y vos no la ves venir. Por eso no se les puede abrir la puerta.
–¿Qué tan lejos se está de abrirse esa puerta?
–Desde el ’97 que el actual presidente de la Nación fomenta el uso. En Argentina ha habido experiencias pésimas. Por eso creo que los socios están en un 99% en contra. Los dirigentes, que somos socios con ganas de ocuparnos del club, también. Yo soy asambleísta por la Primera C. Ponele que nos pueden comprar a los asambleístas. ¿Pero cómo volvemos a nuestros clubes? La traición se paga muy cara en los clubes. Nos conocemos desde siempre, con familias de hace cuatro generaciones. No lo veo viable desde lo práctico. Y desde lo normativo y lo político, menos.
–¿Cómo hacen los clubes, cómo hace la AFA, para ir contra la voluntad del presidente de la Nación, que apareció políticamente en el club más popular de la Argentina?
–El fútbol, por ser un hecho social tan importante en nuestra historia como país, goza de cierta autonomía para la toma de decisiones. No se trata sólo de Grondona y sus 35 años. Es el fútbol. Ni la opinión pública ni el gobierno de turno te va a marcar la agenda. «