Hay que pasarse algo más de una mañana frente a la computadora o con la ventana del explorador abierta en el teléfono celular. Hay que hacer una precola, después la cola, que llegue tu momento, que todo funcione, que nada se cuelgue. Puede fallar. Hay que tener paciencia, hacer F5 con cuidado. Hay que tener una tarjeta de crédito o débito, básicamente estar bancarizado y, si lo estás, si tenés la suerte, tener la plata para la entrada, que para este fin de semana arrancaron desde los 3500 pesos (ayer para el triunfo por penales de Boca sobre Racing, hoy para Tigre-Argentinos). Todo el trámite puede ser parte de una burocracia online molesta. Lo que en otros tiempos podía ser acampar, pasar la noche a la espera de que abrieran las boleterías, ahora tiene otros costos. Ser hincha de cancha es una actividad exclusiva, cada vez para más pocos.
Si las entradas generales para esta copa se habían fijado a principios de año entre 1130 y 1360 pesos, la AFA decidió de un momento a otro que para estas semifinales el precio se duplicara. Las llevó a 3500 pesos en un contexto económico en el que los ingresos de la clase trabajadora se derriten cada mes. Una entrada para estas semifinales vale el 9% de un salario mínimo, vital y móvil, que por ahora -en junio aumentará- está en 38.940 pesos. Y sabemos que ir a la cancha siempre contiene gastos extras.
La decisión de la AFA sacó de la cancha a una porción enorme de socias y socios este fin de semana. Sacó a quienes incluso fueron cada partido de local, a quienes pagan sus cuotas, y a quienes lo hicieron aún cuando no había fútbol. Y que ya soportaron este año un aumento. Un socio activo en Racing paga 2200 pesos por meses, dos entradas generales que son las que se supone se utilizan en ese lapso. Los de Boca pagan algo más de 2000, los de River pagan 2700. Los de Argentinos y Tigre hacen esfuerzos económicos similares. La subcomisión del Hincha de Argentinos Juniors lanzó una campaña para que socios y socias aporten a un fondo y ayuden así a quienes no pueden pagar una entrada. Y que nadie se quede afuera.
Se terminó hace rato el fútbol como igualador social, como lugar que nos encuentra, esa zona en la que se sacaban los pesos del bolsillo para pagar en la ventanilla de la boletería. Ya no se trata de lo que diferencia a la platea de las tribunas, al abonado del socio, y ni hablar de ese eufemismo que encontró Boca, el adherente. La tribuna ya no es un lugar para todos. Es la situación de un país donde el salario no alcanza pero también de una dirigencia que no mira para abajo. Porque saben que los hinchas están, que pagan la cuota, que agotan entradas, que compran la ropa que ponen a la venta aunque saquen un modelo de camiseta atrás de otro para que esa zanahoria siga estando ahí.
El fenómeno Premier League en Inglaterra, que exilió a los sectores populares al pub para ver los partidos -en el mejor de los casos- por pantalla gigante, llegó hace rato a la Argentina. Pero sin el confort de sus estadios, pocas veces con el espectáculo de sus partidos y con los barras como actores privilegiados. Ellos van siempre. Ellos están ahí, aunque sean la excusa perfecta para que los visitantes tengan prohibida la entrada. Salvo ahora, que es en cancha neutral y las pueden movilizar, según parece, sin problemas. Sin asuntos internos.
Este fin de semana no hay locales ni visitantes, hay cancha neutral. Están las dos hinchadas, eso que tanto nos atrapa como morbo, como nostalgia, que se sienta el gol del otro lado porque también lo pueden sentir los otros. Ya no están los otros -los que nos alimentan- en el fútbol argentino. Quedó naturalizado. Hasta ahora. Milagro del fútbol argentino: ningún equipo puede recibir visitantes pero una cancha neutral puede recibir hinchas de los dos equipos.
Quedarse en casa tampoco es gratis. Es pagar el pack fútbol si no querés ver tribunas, si no querés estar rezándole a que funcione el link que conseguiste, que te pasaron. Pero los que tienen el joystick de todo esto conocen nuestra contraseña, saben que las entradas se van a vender, que vamos a seguir yendo, y que nunca vamos a abandonar al deporte que mueve nuestras alegrías y tristezas. «