Independiente logró en tres días reconstruir su ilusión después de la ya lejana caída con Defensa y Justicia, por la Copa Argentina, en el primer partido de Gabriel Milito. El jueves, todavía golpeado por el infructuoso arranque de la temporada, fue a Lanús con la esperanza de dar el golpe en la ida de la segunda fase de la Copa Sudamericana. No jugó bien, pero lo consiguió. Algo similar a lo que sucedió esta tarde, en el inicio del torneo, en un partido de alta complejidad, cuando le ganó 1 a 0 a Belgrano en Córdoba, algo que no conseguía desde el Apertura 2001. Mientras que el buen funcionamiento todavía no llega, el Rojo avanza con triunfos que alimentan su salud mental.
Si el fútbol -o el deporte o la vida- está íntimamente relacionado al estado de ánimo, Independiente logró en la última semana dos victorias que, más allá de que no las haya merecido, le allanan el camino del futuro inmediato. Pasó las dos pruebas más difíciles del arranque. «La victoria genera confianza y seguridad», reconoció Milito en la conferencia de prensa post victoria. Y tiene sentido lo que dice: como hay planteles que se acostumbran a perder, y entran en un círculo del que no pueden escapar, hay otros que ganan sin grandes méritos aparentes, algo que le ocurre a su propio equipo, pero que sirven para trabajar con menos presión. Los triunfos muchas veces llaman a los triunfos.
Pero lo que no puede descuidar Independiente es su forma de jugar. Si pretende darle continuidad a su buena racha tendrá que mejorar su nivel. No siempre va a tener la fortuna que tuvo en sus últimas dos actuaciones y no siempre, está claro, sus rivales van a cometer errores tan puntuales, como Fernando Monetti el jueves y Juan Carlos Olave este domingo.
Lo que se pudo ver es que depende más de sus individualidades de que lo que pueda conseguir a nivel colectivo. Apariciones puntuales y algunos errores del contrario llevaron a que pudiera ganar dos partidos de alta tensión. El jueves fue 2 a 0 y ante el Granate, esta vez 1 a 0, con gol de Emiliano Rigoni, ex Pirata, quien una vez más fue verdugo del equipo cordobés. Más tarde, tras el partido, Rigoni fue llevado a un sanatorio de la zona por un fuerte golpe en su cabeza.
«Nosotros queremos jugar de una manera sencilla, pero estamos iniciando una temporada. Como punto de partida es necesario el esfuerzo que realizan los jugadores. Pero la competencia nos va a encontrar como equipo, intentó tranquilizar Milito entre tanta alegría. Hay, en sus palabras, una suerte de justificación: primero se verá el esfuerzo pero, con el correr de los partidos, el juego debería aparecer. Los triunfos ya llegaron desde el jueves.