«Quiero felicitar a ambos presidentes porque fue un pacto de caballeros», dijo Alejandro Domínguez, el titular de la Conmebol, al confirmar la postergación por 24 horas del River-Boca. El acuerdo, en definitiva, fue lo que cambió la primera resolución de la Confederación que sólo pretendía retrasar la final de la Copa Libertadores por unas pocas horas. Los dirigentes, sin embargo, coincidieron en que no se podía salir al Monumental después de la agresión al micro y los gases que afectaron a los jugadores. «River creyó conveniente apoyar a Boca para jugar de igual a igual y que nadie tuviera ninguna ventaja», dijo Rodolfo D’Onofrio. Los entrenadores también se mostraron en sintonía: Marcelo Gallardo se acercó a saludar a Guillermo Barros Schelotto y al resto del plantel antes de que dejaran el estadio.
Daniel Angelici lanzó un mensaje similar. «Agradezco a la Conmebol y a la gente de River. Todo esto también podría haber pasado a 200 metros de nuestra cancha. Destaco que D’Onofrio dijo que no quería aprovecharse de esta situación», señaló luego de contar que en la primera reunión la Confederación había decidido que la superfinal se disputara. «No es la primera vez que nos comemos un piedrazo, pero cuando vimos todo el escenario y los cortes de los jugadores entendimos que no eran las condiciones normales», agregó el presidente de Boca.
Su par de River, a la vez, cargó contra las personas que le tiraron piedras al micro que ingresaba por la avenida Lidoro Quinteros al Monumental. «Que por 15 tipos tengamos que vivir esto da una bronca bárbara. Queremos vivir en paz. Le pido disculpas a toda la gente», recalcó D’Onofrio y reclamó que se avanzará en la investigación para dar con los atacantes del micro que trasladaba a los futbolistas.
«Prima el sentido común», aseguró Domínguez después de varias horas de incertidumbre en torno a lo que sucedería con la final. «El mundo estaba esperando este partido y como parte de la sociedad argentina me da mucha tristeza», opinó Angelici que informó que algunos jugadores vomitaron a causa del gas lacrimógeno lanzado por la Policía, otros tuvieron que darse inyecciones al llegar al estadio y algunos recibieron astillas de los vidrios rotos. «No sé si Pablo Pérez va a estar en condiciones de jugar», detalló.
Al tiempo que D’Onofrio declaraba había rumores sobre una posible clausura del estadio. El presidente la descartó sobre la base del acuerdo al que habían llegado con Angelici: «No hay razón para inhabilitarla. Le pedí a Daniel que garantizara que no ocurra nada raro que no nos permita jugar. Lo escucharon todos y me quedé tranquilo». «