Esta vez fue un Marcelo Gallardo reflexivo, sereno, cauto, que admitió su responsabilidad en la reacción del último partido en Brasil cuando trasgredió la prohibición de hablar con sus jugadores: “Fue una reacción impulsiva, sanguínea”. El técnico de River conversó con la prensa que cubre habitualmente la actualidad del club, como suele hacerlo los viernes, pero en esta ocasión con el condimento de haber sido un rato después de que se conociera la decisión oficial de que haya público visitante en ambos encuentros frente a Boca por la final de la Copa Libertadores.
Y justamente, cuando se le consultó si consideraba que la sociedad argentina estaba preparada para un acontecimiento así y para admitir a la hinchada visitante en las canchas, elogió el camino de dar “un mensaje de paz, más allá del hecho histórico de enfrentar al rival más importante. Debería ser normal. Pero no lo es y si no es normal debemos dar un mensaje que tendría que ir más allá de todo esto”. Agregó que el público visitante va a ser un “grupo pequeño y privilegiado que debe disfrutar esa posibilidad”.
De todas maneras, no le quitó trascendencia al choque deportivo: “El que salga vencedor tendrá la gloria absoluta y el que no, seguirá peleándola». Y enfatizó: «No es vida o muerte: es un mensaje erróneo ese y es muy malo para la sociedad”. Pero luego acentuó: “Debemos pensar que es un espectáculo deportivo único”.
El técnico de River, admitió que el martes pasado en el partido de su equipo ante Gremio transgredió las normas que le impedían comunicarse con sus jugadores, pero “creo que tuvo que ver mucho más con lo emocional que de algún tipo de situación desafiante para con el fallo de Conmebol”. Ese “desborde emocional”, como lo calificó, que lo llevó a ir al vestuario en el entretiempo cuando tenía prohibido hacerlo, fue explicado por el propio entrenador: “Siempre estuve convencido que era un fallo desagradable para los entrenadores, que me parecía que era injusto y ante una situación de tanta importancia, las emociones también juegan. Y me jugó en contra haber actuado impulsivamente. Eso fue lo que sentí, lo que reflexione en estos días. Si fue un acto de indisciplina de mi parte, claramente, pedí disculpas, pero no tuvo que ver con una postura desafiante”. Insistió que no lo tenía decidido de antemano, sino que se trató de una “reacción impulsiva, sanguínea”. Y que en el descargo que realizó ante la Conmebol, explicó su sentimiento y pidió las disculpas del caso.
Claro, también se refirió a aspectos meramente deportivos y en ese sentido aseguró: “Ninguno de los dos equipos llega con ventaja. Los dos somos favoritos. Este va a ser un acontecimiento aparte”. En la misma dirección dijo que se trata del “desafío más importante para todos los que tendremos el privilegio de vivirlo». Y admitió que no le gustaría perderse la chance de acompañar a sus jugadores desde el banco de suplentes aunque dejó entrever que descuenta que no podrá hacerlo.