Nicolás Pacheco era hincha, socio y periodista partidario de Racing. La noche del 23 de enero de 2013 fue a comer un asado a la sede del club, en Nogoyá 3045, Villa del Parque. Nunca salió: de madrugada recibió 51 golpes y fue arrojado a la pileta, ya muerto. El martes pasado la Justicia condenó a Aníbal Domínguez Butler 60 años, conocido como el Vaquero, Enrique Armando Rulet 32, el Boxeador y Juan Carlos Rodríguez 26, Turu a 12 años de prisión por homicidio simple. «La sensación es que después de cuatro años de lucha hemos llegado a buen puerto, en el sentido de que el fallo fue condenatorio. Son pocas las causas en nuestro país que llegan a un juicio y que tienen una condena a favor, más allá de que queda la sensación de que la condena es corta. Apelaremos para ver si puede haber una pena mayor para los asesinos de Nico», repasa en diálogo con Tiempo Eloy Pacheco, hermano de Nicolás, quien estuvo presente en ese asado, como en tantos eventos racinguistas que compartieron.
¿Qué cambia para la familia y los amigos de Nicolás que haya una condena?
No hay nada que festejar. Antes de que nos toque vivir esto nosotros no conocíamos cómo funcionaba el sistema. Se nos acercó mucha gente, nos dio una mano. Hay abogados que te dicen que de 100 causas que se inician, menos de diez llegan a juicio. Y un pasito más es que haya un juicio condenatorio. No nos olvidemos de que este es un caso que se quiso silenciar. Lo quisieron hacer pasar por un accidente y tuvieron cuatro horas para maquillar la escena del crimen.
Vos sos socio de Racing. ¿Cómo llevás que a tu hermano lo hayan asesinado en la sede del club?
Como socio es angustiante la postura que ha tomado el club desde lo que pasó con Nicolás. Primero porque se sumaron al discurso de los asesinos. Con el tiempo aprendí a diferenciar que Racing no es la dirigencia de turno. La Justicia también es una construcción social y creo que por culpa de los dirigentes que hemos tenido, no han elegido que Racing sea parte de esa construcción social. Cuando hicimos el primer aniversario de la fecha nos dieron la espalda. El segundo año ni siquiera nos contestaron. El tercer año hicimos un homenaje y ya ni los invitamos.
¿Por qué decís que la conducción del club no acompañó el proceso del pedido de justicia?
El 14 de diciembre de 2014, cuando Racing salió campeón, el equipo entró con la camiseta que pedía justicia por Nicolás. Nosotros creemos que fue porque eran las elecciones en el club ese fin de semana, porque otras veces no nos dieron bola. Nos taparon una baldosa por la memoria, la verdad y la justicia. No querían ni poner un pasacalle. Nos censuraban en las páginas de Racing o nos ninguneaban la fecha. Más allá de la condena penal, a nosotros, los hinchas y socios, nos queda la condena social. Por acción o por omisión, estos dirigentes fueron cómplices de un asesinato, de la impunidad. Con Nico hemos luchado mucho para que Racing deje atrás el gerenciamiento y que el club esté en manos de los socios. Jamás imaginamos que podía pasar esto, que mi hermano se muera dentro del club, y que luego desde la dirigencia iban a intentar ocultarlo.
¿Cambió tu sentimiento por Racing después de lo que pasó con Nicolás?
Antes de lo de Nico, sin exagerar, Racing era mi vida. Desde muy chiquito fuimos una familia racinguista y viajábamos a ver a Racing a todos lados. Si no éramos los que más íbamos, pegaba en el palo. Conocíamos a todos. Ese mundo chico lo conocíamos. Por eso duele tanto. Porque participábamos de todos los eventos sociales, hasta hemos hecho torneos de fútbol para comprar baldosas o para pintar esos murales de la zona de las parrillas, donde estaba Nico la última vez que lo vi. Antes me pasaba que en la previa de un clásico me ponía nervioso. Son cambios que se dan así, de golpe. Me hubiera gustado que no pasara nunca. Veo los partidos de Racing porque soy muy futbolero, como la mayoría de las personas de este país que respira fútbol. Pero la verdad es que ya lo vivo de otra manera.
Tu hermano dirigía el sitio Racing o Nada, tenía un programa partidario y estudiaba producción de radio y televisión en la escuela Eter. ¿Cuál creés que fue el trato de los medios en este caso?
No me terminó de conformar mucho. También uno entiende que una noticia va tapando a la otra. En el fútbol las cosas malas no se quieren mostrar porque esto es un negocio muy grande. Mi sensación es que se ha difundido poco. No sé si es porque no se quieren meter o porque son oficialistas o porque justo Racing salió campeón y eso hizo que se tapara un poco. Me hubiera gustado que haya más difusión del caso.
¿Quién cuida a los jugadores argentinos?
Después de haber llorado a las 71 víctimas de la caída del avión que trasladaba al plantel de Chapecoense para la final de la Copa Sudamericana, el fútbol argentino vivió otra semana de luto. Matías Kruger, un pibe de 24 años que jugaba al Futsal en Boca y trabajaba como operario en Metrovías, murió electrocutado el martes mientras cumplía con su trabajo. En cada partido de esta 13ª fecha, un minuto de silencio lo recordará. Más allá de cada particularidad y algunas muestra de solidaridad (Boca se hizo cargo, incluso, del velorio, donde estuvo Daniel Angelici) no hubo repercusiones en Twitter desde las cuentas de los clubes. Tampoco pedidos de justicia. Ningún equipo se ofreció a salir con la camiseta de Matías a modo de homenaje, ni a llevar su nombre en la espalda, como sí pasó con Chapecoense. No se trata de comparar, sino un llamado a que el fútbol argentino cuide a sus jugadores.
El jueves, Franco Quiroz recibió un balazo de goma en la cabeza cuando se acercó al alambrado para frenar los incidentes entre la barra de Almagro y la Policía Bonaerense. Sus palabras fueron sabias: «Soy cómplice. Yo le doy plata a la barra. Una colaboración. No te aprietan, pero tenés que darles.» Dirigentes, funcionarios y responsables de seguridad juegan al Don Pirulero.
En un año en el que el fútbol estuvo más politizado que nunca, los directivos se la pasaron pataleando por más dinero, pero no mostraron la misma preocupación para terminar con males que parecen crónicos. Ya le había pasado a Carlos Azcurra once años atrás: en un San Martín de Mendoza-Godoy Cruz, el agente Marcial Maldonado le disparó una bala de goma. No volvió a jugar al fútbol. Maldonado fue condenado a dos años de cárcel, que nunca cumplió. Sigue trabajando en la Policía de Mendoza, aunque no puede portar armas.
Tuvo menos suerte que los policías de la Comisaría 44 de la Capital Federal, que en marzo de 2011 golpearon a Ramón Aramayo, de 36 años, en la previa de un San Lorenzo-Vélez. Según la autopsia, Aramayo sufrió un doble edema pulmonar y cerebral por los golpes recibidos. Esta semana la Justicia no los encontró culpables. Quedaron absueltos.