En pocos días, los comercios de barrio empezarán a regalar los fixtures del Mundial de Rusia 2018. Combinación de juego y marketing popular, circularán entre los 40 millones de técnicos de la Argentina que completarán los casilleros en blanco con los resultados para imaginar y simular posibles caminos. El sorteo de los grupos en el Palacio del Kremlin de Moscú abrió el juego de las fantasías para la Copa del Mundo. Y también abrió el paso a la planificación de los partidos ante Islandia, Croacia y Nigeria, los rivales que le tocaron a la Selección en el Grupo D, los equipos que a Jorge Sampaoli ya no le permitirán desenchufarse hasta el debut, el 16 de junio en el estadio Spartak. Sampaoli también rellenará su fixture y diseñará la hoja de ruta para su segunda experiencia como entrenador en un Mundial. Esta vez lo espera otro Rubicón, diferente al de pasar los cuartos de final de Brasil 2014, distinto al río que atravesó el equipo de Alejandro Sabella. Será aún más desafiante: tirar el lastre de las finales perdidas, las tres en fila, todas con Lionel Messi en la cancha.
«Ya se imagina todo desde ahora. No tengo dudas. Debe estar pensando hasta cuáles pueden ser los cruces», dice Pablo Paván, vecino de Sampaoli en Casilda y autor de No escucho y sigo, una biografía sobre el entrenador. Hasta el 26 de junio, todo son 270 minutos repartidos entre Moscú, Nizhni Nóvgorod y San Petersburgo, el recorrido de la primera ronda. Sampaoli siempre se obsesionó por los detalles, las virtudes y los defectos de los rivales. Los espiaba incluso cuando comenzó a dirigir en Alumni de la Liga Casildense en 1994, sin demasiados recursos. Para sacar información contó Freddy García Loayza, su ayudante en Coronel Bolognesi de Perú llegó a infiltrarse como cargador de fruta, alumno de educación física y periodista. Ahora la historia es otra: delega la tarea en sus asistentes, quienes recopilan datos comparativos, sistemas y características de los jugadores. «Siempre tiene interés y curiosidad por los rivales, pero antes hacía todo porque estaba solo», cuenta Paván.
Sampaoli ya anticipó que el plan para cada partido del «accesible» Grupo D, como lo calificó Diego Maradona después de meter la mano en el copón, será distinto. Croacia será la estación más demandante en la primera ronda. Sampaoli considera que el nivel de los equipos se define en base a los futbolistas de elite que tiene. Y Croacia cuenta con al menos seis, sobre todo en el mediocampo, sin contar a Mario Mandukić, delantero de la Juventus. Su centro de operaciones está compuesto por jugadores de Barcelona (Ivan Rakitić), Real Madrid (Luka Modric y Mateo Kovacic) e Inter (Ivan Perisic y Marcelo Brozovic). Será acaso el termómetro para la Argentina en la primera ronda del Mundial, a la que le faltó algún otro cruce potente entre los 48 iniciales, además de Portugal-España por el Grupo B.
Romper el hielo tal vez sea la frase más precisa para definir el estreno ante Islandia, una roca fría difícil de perforar, una selección que defenderá con los once jugadores muy cerca de Hannes Þór Halldórsson, arquero de uno de los dos equipos debutantes en Rusia 2018 y director de cine en sus ratos libres. La impredecible Nigeria, el último de los rivales definidos, guarda una certeza: nunca siquiera pudo robarle un punto en los cuatro enfrentamientos en los Mundiales de 1994, 2002, 2010 y 2014. Aunque atraviesa un renacer con el alemán Gernot Röhr como gobernador del equipo en el que se destaca el mediocampista total John Mikel Obi y los velocistas Victor Moses y Alex Iwobi en el 5-3-2 que utiliza como esquema.
La metodología de trabajo de los próximos meses será una fotocopia de la que mostró Sampaoli y su cuerpo técnico en los ocho partidos del ciclo entre Eliminatorias y amistosos. La planificación se puso en marcha 24 horas después del sorteo, en el largo viaje de regreso desde Moscú: el cuerpo técnico empezó a mirar videos y material de los rivales en el vuelo a Buenos Aires. Algunos de los jugadores los recibirán en sus celulares, vía WhatsApp, aunque no todos, porque, supo admitir Sampaoli, «no hay trato más desigual que tratar a todos por igual».
En enero volverán a hacer otra gira por Europa para charlar con los jugadores, ganar tiempo en el medio de la competencia y reforzar las ideas y los conceptos que aparecieron a cuentagotas en el infartante camino a Rusia. «Hubo buena predisposición del cuerpo técnico en ir a ver a los jugadores. Sampaoli está atento a todos futbolistas y sus ligas», dijo Jorge Burruchaga, el mánager de la Selección, que estuvo sentado junto al entrenador en la ceremonia en el Kremlin. Burruchaga también contó que, como máximo, se jugarán cuatro amistosos antes de la Copa del Mundo. El partido ante Italia programado para marzo entró en duda frente a la inesperada eliminación de los europeos, aunque no está descartado. La despedida de la Selección será en La Bombonera, último escenario de las Eliminatorias, con un rival a definir. Como anticipó Sampaoli, la idea es encontrar rivales similares a los que enfrentará por el Grupo D y hay chances de jugar ante un país escandinavo.
«Todos los equipos, en algún punto, tienen todo de todo. Y más allá de que empiecen a enviarle información, los jugadores también empiezan a mirar a los rivales, a intercambiar conceptos, o a pedir más. Y están los que les dicen a los compañeros: ‘Ojo con este, que la agarra y hace tal cosa'», cuenta Hermes Desio, coordinador de selecciones juveniles, sparring en Italia 1990, y bromea: «No sé si es bueno empezar a pasarle ahora o no. Habría que preguntarle a Bora Milutinović, que dirigió cinco Mundiales». Si ese fixture de las despensas y las verdulerías se completa con resultados lógicos, si no hay sorpresas, Argentina recién se podría cruzar con Brasil en la final y con Alemania en la semifinal. Aunque el fútbol no sólo es completar recuadros con números.