En la misma semana que se anunció que hay 2,5 millones de pobres nuevos y que el desempleo trepó a 9,1, Argentina impulsó su candidatura para organizar dos Mundiales de fútbol: el de 2030 y el femenino de 2023. La noticia de la presentación para ser sede del campeonato del mundo femenino sorprendió el último martes, cuando la FIFA dio a conocer que recibió una cantidad récord de solicitudes: además de Argentina aparecen Brasil, Bolivia, Colombia, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Japón y Corea del Sur, que planea hacerlo en conjunto con Corea del Norte. Lo de 2030, en cambio, es una larga historia que comenzó en octubre de 2005, un proyecto impulsado por Julio Grondona y Joseph Blatter.
No sólo la suerte de Grondona –ya fallecido– y de Blatter –echado y suspendido de la FIFA– cambió en estos 15 años que transcurrieron desde aquella reunión en Montevideo donde nació la idea de darle a Uruguay el Mundial centenario, con la ayuda de Argentina en la organización. Esa posta luego la tomaron los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner y de Tabaré Vázquez y José Mujica. El de Vázquez parece ser el único apellido duradero en esta historia.
El miércoles pasado se realizó un almuerzo en la Quinta de Olivos entre el titular de la Conmebol, Alejandro Domínguez, y los presidentes Vázquez, de Uruguay; Sebastián Piñera, de Chile; Mario Abdo Benítez, de Paraguay; y Mauricio Macri, de Argentina, que también tuvo la representación del secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis, y del coordinador para la organización del Mundial 2030, Fernando Marín. Allí terminaron de darle forma a la iniciativa, que llevará el nombre de «Cono Sur Americano 2030». La organización no tiene sólo a Argentina y Uruguay, sino que por iniciativa de Macri también se sumaron Chile y Paraguay. En esa última reunión quedó confirmado que no se sumará Bolivia, pese al deseo público que realizó el presidente Evo Morales en la última semana.
En ese almuerzo también se dejó en claro que cada país deberá formalizar un comité para que el próximo 8 de abril, en Casa Rosada, se realice la primera reunión entre los representantes de cada uno. También quedó especificado que se repartirán los partidos más importantes entre los cuatro organizadores: el juego inaugural para uno, la final para otro y las dos semifinales para los restantes. «Es una tarea que requiere inteligencia, profesionalismo y coordinación», dijo Macri tras esa reunión.
La fortaleza de la candidatura tiene que ver con los cien años del primer Mundial, que se realizó en Uruguay en 1930. Sin embargo, parece remota la chance de que la Copa del Mundo llegue a Sudamérica en 2030. En 2022, se jugará el Mundial en Asia (Qatar, en principio); en 2026, la sede tripartita será en América del Norte (Estados Unidos, Canadá y México). Desde 1950 para acá, la FIFA nunca repitió continente para organizar un Mundial. Por eso, las candidaturas de Gran Bretaña y la de Marruecos –acompañado por España y Portugal– toman más fuerza.
La UEFA ya adelantó que apoyará la postulación de Irlanda, Escocia, Gales e Inglaterra, que también pueden apostar a la tradición: que el Mundial centenario quede para los inventores del fútbol. Además, está la incógnita de si China se decide a cumplir con su sueño de tener el evento más popular del mundo en el país más poblado del planeta. Por ahora, son especulaciones. Y Sudamérica parece decidida a hacer el esfuerzo, aunque en la previa parece no tener posibilidades, con países que atraviesan crisis económicas, políticas y sociales.