Iban casi 94 minutos del partido entre Argentina y Bélgica por los cuartos de final del Mundial de Brasil. Lionel Messi arrancó con pelota dominada desde mitad de cancha pero Thibaut Courtois le ganó el duelo personal. La victoria argentina –la eliminación belga– ya estaba sellada, pero el arquero celebró esa tapada como un gol. En esta Copa del Mundo, el arquero del Chelsea se reveló como un futbolista de tiempo de descuento: en los octavos, ante Japón, tuvo la lucidez para salir a cortar un córner y arrancar la contra que terminó en el gol de Chadli en el tercer minuto de adición; en los cuartos, ante Brasil, se hizo enorme también en el minuto 93 para negarle el empate a Neymar, que había sacado un derechazo al ángulo. «No creo en la suerte. ¿Tuvo suerte Courtois? No –preguntó y respondió Tite, el entrenador brasileño–, estaba iluminado».
Lo de Courtois asoma como bandera de lo que parece ser el Mundial de los arqueros. Se dijo que el de Rusia no es la Copa del Mundo de las estrellas sino de los equipos. Es, también, la de los número 1. Alcanza con repasar el arco de los cuatro semifinalistas. En Francia, el capitán Hugo Lloris salvó lo que pudo haber sido el empate uruguayo tras un cabezazo preciso de Martín Cáceres. El hombre del Tottenham también había sido importante con una atajada ante Paolo Guerrero, cuando el partido con Perú por la fase de grupos todavía estaba 0-0. Jordan Pickford, el guardián del arco inglés, es el arquero británico más joven en la historia de los mundiales para los inventores del fútbol. Su pase del Sunderland al Everton fue el más caro para un arquero en la historia de la Premier League: pagaron 34 millones de euros. Su carta de presentación fue una volada espectacular ante Mateu Uribe, cuando Colombia buscaba el empate de manera desesperada ante Inglaterra por los octavos de final. La igualdad llegó y también los penales, donde luego Pickford tapó el quinto ante Carlos Bacca y le dio el pase a Inglaterra. Ayer, ante Suecia, también apareció con atajadas espectaculares cuando la victoria inglesa aún no estaba resuelta.
El croata Danijel Subašić agregó un capítulo heroico al álbum de los arqueros mundialistas: atajó la media hora suplementaria con una molestia muscular en el posterior derecho. Apenas si podía caminar Subašić, pero se las ingenió para tener algunas intervenciones que fueron decisivas para que Rusia no se impusiera en los 120 minutos. Una vez en los penales, la historia para el croata fue más fácil que en los octavos ante Dinamarca: sólo contuvo el primer penal, tras un débil remate de Smolov. Ante los daneses se había lucido con tres atajadas en la definición. Acaso esa serie de penales entre Dinamarca y Croacia en Nizhni Novgorod haya sido la mejor síntesis de lo que fue el Mundial para los arqueros. No sólo por las buenas atajadas del 1 croata: también por la escena que protagonizaron Peter y Kasper Schmeichel. Kasper es el actual arquero danés, hijo de Peter, un arquero que marcó una época en Europa. Mientras uno se lucía debajo de los tres palos, el otro aplaudía desde uno de los palcos.
La escena no tuvo final feliz porque Nizhni no es tierra de arqueros. Fue ahí donde Wilfredo Caballero intentó un sombrerito en el área chica ante Croacia, en una jugada que terminó siendo un anticipo de lo que sería el andar argentino por Rusia. En ese mismo arco, el uruguayo Fernando Muslera –nacido en Buenos Aires– dejó que un remate débil del francés Griezmann se le escurriera entre las manos. Hubo errores menos determinantes también en ese estadio. En Suecia-Corea del Sur, el coreano Jo Hyeon-woo salió lejos a descolgar un centro y dejó la pelota muerta dentro del área: de ahí vino el penal que luego definió el partido. En Suiza-Costa Rica, el partido decorativo que tuvo el grupo E, también hubo un penal. Lo pateó Bryan Ruiz, el 10 tico. La pelota dio en el travesaño y luego en la cabeza del arquero Yann Sommer. Fue el gol del empate para Costa Rica. El Mundial de los arqueros no tuvo piedad con dos de los mejores del mundo. David de Gea arrancó el torneo con un error que le costó un gol ante Portugal, tras un remate suave de Cristiano Ronaldo. Más excéntrico fue lo de Manuel Neur: el alemán, ya jugado ante la inminente eliminación, perdió una pelota delante de mitad de cancha y desde ahí, a casi cien metros, vio cómo el coreano Heung Min-Son convertía el segundo gol del partido. El gigante Neur se quedará con esa imagen, pero el Mundial, si es de los arqueros, tendrá otras. «