Volví al Al Bayt, esa trampa. El estadio más espectacular de Qatar está en medio de la nada, a la entrada del desierto, el norte de Doha. Es una excursión de caminatas largas y con regreso de madrugada. La inmensidad de esta tienda de beduinos, un homenaje a los pueblos nómades del Golfo, revestida por dentro con telas traídas desde Turquía, se ve a la distancia y nunca parece alcanzarse. Pero acá juegan Francia y Marruecos, sale el rival de la Argentina.

La primera selección africana en semifinales de un Mundial contra la campeona del mundo. Lo que Francia tiene por fútbol, por jugadores, Marruecos también lo tiene por fuerza. Aunque no es sólo fuerza, juega, sus jugadores juegan, se buscan, hacen triangulaciones. Le tocó enfrentar a potencias y les ganó con buenos argumentos futbolísticos. Pero a los cuatro minutos Francia le hace un gol. Una escapada de Griezmann, el primer intento de Mbappé y la pirueta final de Theo Hernández pronostican una noche de tormentas. 

Francia tiene una gran facilidad para el gol. Alguna vez Víctor Hugo Morales lo dijo de otro equipo: se le caen los goles de los bolsillos. Pero Marruecos se atreve, sus hinchas gritan por Maghreb, Maghreb, Maghred, y Sofyan Amrabat se empieza a desplegar, gira la cabeza para un lado y para el otro, los ojos en la nuca, y mueve la pelota, dirige al equipo. Boufal va sobre Koundé, Ziyech va contra Hernández, la grieta está ahí. Lloris salva a le france de un disparo de Ounahi. Se lo pierde luego Ziyech. Olivier Giroud responde. Hay partido, un partidazo. 

A Marruecos le va a faltar un golpe final en el área para empatarlo y eso lo va a condenar frente a Francia, a la que siempre le queda algo por hacer. Su juego impresiona por la velocidad y la precisión. Puede estar en situación incómoda cuando defiende pero si logra salir de ahí se activa todo un circuito de luces, puede ir por Mbappé o Dembelé, puede ser una genialidad de Griezmann, puede encargarse del asunto Giroud. 

Todos son recursos inacabables en Francia. No es sólo el atletismo de Mbappé. Si él no juega, lo hacen otros. ¿No llegaron Kanté y Pogba al Mundial? Francia pone a Tchouameni y Rabiot. ¿No llega Karim Benzemá? Está Giroud. ¿Y si a Rabiot lo agarra un virus y no puede jugar contra Marruecos? Francia pone a Fofana. ¿Upamecano también se contagió? Entra Konaté. Cada uno aplicará el repertorio que dicta Didier Deschamps, que sólo hará dos cambios en el partido. O sea, a todo esto agreguen superioridad física. Y ya tiene recuperado a Karim Benzemá, con autorización del Real Madrid para viajar a Qatar. Resultaría muy raro que Deschamps cambie el equipo que lo trajo hasta acá.

Emmanuel Macron miró todo sentado en su butaca VIP junto a Gianni Infantino. Hace una semana había dicho que no había que politizar el deporte. Si alguien te dice que no hay que politizar el deporte es de derecha y lo politiza siempre. Macron llegó para este partido, se volverá a París y regresará para la final. Hay sectores franceses que lo critican por haber viajado y por no posicionarse contra Qatar. La prensa europea es la más crítica de este Mundial, lo que también explica que estén ausentes sus hinchas. Francia fue de las selecciones que no tuvo gestos de rechazo, al revés de Alemania, Inglaterra o Dinamarca. 

Francia tiene buena relación con Qatar, Macron se ha visto en otras ocasiones con el emir Tamim bin Hamad Al Thani, y además Francia estuvo en el centro de la rosca para que este Mundial se haga realidad. Está el encuentro en los Elíseos antes de la votación de la sede. Fue entre el Sheikh, dueño del París Saint Germain,  Nicolás Sarkozy, entonces presidente francés, y Michel Platini, que presidía la UEFA. Sarkozy le pidió a Platini que votara por Qatar. Platini dice que fue una trampa, que él ya lo tenía decidido pero que Sarkozy quería quedar bien con Al Thani. Platini vio años después cómo se derrumbaba su carrera como dirigente del fútbol, acusado de haber recibido un cobro ilegal de parte de Josep Blatter, su padrino y presidente de la FIFA. Pero el tema es un lío. Blatter dice que Platini lo traicionó, que había acordado votar a Estados Unidos, como se lo había dicho a Bill Clinton. Y que este Mundial se hace por Platini, a quien llegaron a detenerlo por este asunto. Hoy el tema son las denuncias de sobornos en el parlamento europeo para favorecer a los qataríes. En esa estuvo Europa todo este tiempo mundialista.

Lo que le agarró a los franceses es lo que se llama el virus del camello. Se lo agarró también Kingsley Coman, que tuvo fiebre. Hubo una alerta por estas horas de la OMS acerca de esta gripe que te contagiás por contacto con algún dromedario que lo tenga o por otra persona. La peste invade el Mundial, hay toses, decaimiento, hay gente enferma que cree que es COVID pero el test les da negativo. Quizá sea la gripe del camello.  

Ni el virus frenó a Francia para llegar a la final. ¿Qué sería lo de Marruecos? Que haya perdido, que tenga que jugar con Croacia por el tercer puesto, puede ser frustrante pero también el comienzo de esta historia que fue de las más bellas de Qatar 2022. Un país árabe de fiesta en el primer Mundial árabe. Con sus cantos, llenando estadios, las calles, cantándole a Palestina, ganándole a países que los gobernaron o que los expulsan. O al menos haciéndoles frente, como pasó con Francia. “¿Por qué no soñar con ganar la próxima Copa del Mundo? Transmitiremos esta idea a la generación futura y creeremos en ella”, dijo Walid Regragui, el hombre que en tres meses hizo posible este camino. 

Qatar tiene su final. Es Argentina con Francia. Para los qataríes es también tener a Mbappé y Lionel Messi en ese partido. Las estrellas del PSG, sus estrellas. Qatar ya puede decir que su Mundial fue ideal. 

Hasta la próxima carta,

AW