Cinco días después de que Juan Martín del Potro perdiera la final del US Open ante Novak Djokovic, la Argentina fue local por la Copa Davis. En San Juan, ante Colombia, definió ayer la serie luego de vencer en el duelo de dobles. El estadio Aldo Cantoni no estuvo lleno. Y la Davis tampoco despertó la pasión habitual en el resto del país. Puede haber una explicación a eso. Por un lado, la reestructuración de la competición que se aprobó en agosto pasado generó que ante Colombia no haya nada en juego. Por el otro, los tenistas que formaron parte del equipo argentino: Diego Schwartzman (13°), Guido Pella (66°), Horacio Zeballos (151°) y Maximiliano González (774°). La diferencia de entusiasmo entre lo que ocurrió con Del Potro en Nueva York y en Cuyo con el equipo argentino dejó un interrogante: ¿cómo puede aprovechar el tenis nacional la figura del número 4 del Mundo?
Martín Vasallo Argüello busca una respuesta a ese interrogante. Llegó a estar entre los mejores 50 tenistas del mundo. Aunque su salto a la fama fue una dedicatoria guevarista en una cámara de ESPN después de un triunfo en Roland Garros, en 2004. Ahora forma parte de la nueva dirigencia de la Asociación Argentina de Tenis (AAT), en el rol de director ejecutivo. «En los últimos años tanto la Legión como el triunfo en la Davis o la figura de Delpo –asegura el extenista– no fueron acompañados de políticas deportivas para contener dentro de las canchas a quienes se vieron motivados por ellos. Una buena política de deporte social permite generar una base. En caso de obtener un logro deportivo, esa base contiene a los nuevos interesados y potencia a los que ya forman parte de la misma». El desafío para Vasallo Argüello es lograr que los niños y niñas que encuentren en Del Potro la inspiración para agarrar una raqueta tengan al alcance un espacio para hacerlo de manera fácil y económica.
Sacando a los tenistas de la Legión como Gastón Gaudio, Guillermo Coria y David Nalbandian, el chileno Marcelo Ríos y el brasileño Gustavo Kuerten fueron los últimos representantes latinos que llegaron a la élite del tenis. Ambos pasaban parte del año en Miami. Desde el entorno del tandilense explican que no es sencillo vivir en un pueblo bonaerense y pelear por estar en la cima del tenis mundial. Y ejemplifican que el único top ten que no es europeo es el sudafricano Kevin Andreson, que vive en Estados Unidos. Las ventanas que Del Potro tuvo en el año para descansar en su pago chico han sido muy pocas este año. Pasó un mes en abril y ahora descansa unos días antes de viajar a Praga, donde con la Laver Cup arrancará una gira de dos meses que terminará en el Torneo de Maestros en Londres. Además, el tandilense ha jugado poco en su país, exhibiciones o series como local en la Davis. No participa del torneo ATP que se juega todos los febreros en Buenos Aires porque no se siente cómodo en la superficie. Los últimos dos años hizo exhibiciones a fin de año y es probable que este 2018 repita. Para los chicos que juegan al tenis, el imán de Delpo no es físico sino por TV o por Internet, más allá de que el número 4 del mundo suele aconsejar, entrenar y estar cerca de los junior cuando coincide en alguna gira o torneo.
Agustín Calleri, Mariano Zabaleta, Guillermo Coria y José Acasuso son los otros extenistas que están al frente de la nueva conducción de la AAT. La renovación que buscan desarrollar coincide con el cambio de sistema que llegó a la Copa Davis tras 118 años de tradición. El defensor del Barcelona Gerard Piqué, con su empresa Kosmos, impulsó el proyecto que intentará que la Davis sea algo más parecido a un Mundial de fútbol. El desafío es que todos esos cambios, sumados al factor Del Potro, sirvan para poner en otro escalón al tenis nacional.
Si bien desde la irrupción de Guillermo Vilas hasta hoy –con excepción de una breve etapa en la década del ’90 cuando Hernán Gumy era la primera raqueta argentina y no estaba entre los mejores cien del ranking– siempre ha tenido tenistas en la élite, no parece parte de una planificación ni de un trabajo a largo plazo. Sí tiene que ver con la imitación y con la tradición. Y es ahí donde el aporte de Del Potro se vuelve fundamental. «Los chicos ven, miran y copian. Tienen como figura a Del Potro. No hay dudas de que los motiva a jugar al tenis desde chiquitos. Así como todos tienen la remera de Messi, a los que les gusta el tenis se identifican con Del Potro», explica Diego Hartfield, extenista y actual analista televisivo.
El triunfo de la dupla González-Zeballos que sirvió para sellar la serie ante Colombia casi ni se festejó. Los nombres que había fuera de la cancha encandilaban más: el triunvirato que ahora comanda el equipo compuesto por Gaudio, Coria y Guillermo Cañas. Y, claro, el de Del Potro estaba en Tandil, a unos 1200 kilómetros de distancia. «