Que River y Boca definan la Copa Libertadores de América en el Santiago Bernabéu, el estadio de Real Madrid, además de una salida de la Conmebol, es un guiño a la expatriación del fútbol, acaso ese primer acorde en el concierto global de la pelota. La Conmebol (Alejandro Domínguez), la FIFA (Gianni Infantino) y la UEFA (Aleksander Čeferin) encontraron eco en Real Madrid (Florentino Pérez) y la Real Federación Española de Fútbol (Luis Rubiales), que aceptaron acoger el Superclásico. La Federación Española recibió esta semana una demanda de La Liga -la estructura que organiza el torneo español y que preside Javier Tebas, nuestra Superliga- para que le permita que Girona-Barcelona, por la fecha 21, se juegue el 26 de enero del año que viene en Miami, en el Hard Rock Stadium.
Tebas, un viejo conocido de Mauricio Macri, su Durán Barba en asuntos del fútbol, puede decirle a Rubiales que si aceptó la final de la Copa Libertadores en Madrid, puede aceptar que un partido de Liga se juegue en Estados Unidos. La Federación Española no fue la única traba a la aspiración del patrón: la Asociación de Futbolistas Españoles, el sindicato del que viene Rubiales, expresó su oposición a pesar del visto bueno de Girona y Barcelona. “Bring us the game” (“Tráiganos el partido”) fue la tapa del diario Miami Herald el 15 de noviembre, una publicidad paga por La Liga. “Demos a nuestros jóvenes la oportunidad de ver y aprender de los mejores del mundo: Suárez, Portu, Piqué, Stuani, Messi. Ya somos 30.000 los que hemos firmado la petición para #BringUSTheGame, pero necesitamos tu ayuda. ¿Te unes?”, se leía en sus páginas. Cuentan por estas horas en España que la decisión de jugar la final de la Copa Libertadores en Madrid enojó a Tebas. Pero no por la decisión en sí, sino porque lo dejaron afuera de la mesa de negociaciones.
“Quiero agradecer a Pedro Sánchez, a Infantino, a Čeferin, a Rubiales y, en forma personal, a mi amigo Florentino Pérez”, dijo este jueves Domínguez, el presidente de la Conmebol, en la conferencia de prensa. Pedro Sánchez, vale aclararlo, es el presidente de España. En septiembre, el productor audiovisual Jaume Roures, dueño de Mediapro y socio comercial de Tebas en la empresa Soccer International Marketing, había dicho que la UEFA negociaba jugar la final de la Champions League 2021 en Nueva York. Es decir, la primera final de la Champions fuera de Europa. Antes, contaron, habían barajado las opciones de Miami y Doha. Cualquier parecido con la resolución de la Copa Libertadores no es pura coincidencia. Madrid no pensaba tener la primera final de la Libertadores fuera de América, el partido que puede servirle como ariete a una organización que pretende un nuevo ordenamiento en el fútbol.