La Argentina pateó diez veces ante Croacia. Tres encontraron el arco. Los otros siete se fueron lejos de los palos. Solo uno de esos remates fue de Lionel Messi, que estuvo desconectado en la derrota por goleada ante Croacia. Apareció bloqueado entre las remeras rojas y blancas. Acaso fue una de sus actuaciones más flojas en la Selección. Algunas estadísticas lo ratifican. El capitán recibió 29 veces pases de sus compañeros, muy poco para un jugador de su relevancia. Recibió solo una pelota dentro del área: Rakitic llegó a taparlo para enviarla al córner.
Los números de Messi exhiben parte de los problemas que afectaron a un equipo deprimido desde que Rebic aprovechó el error de Caballero. No hubo respuestas. Tampoco magia en los pies del 10, que tocó la pelota en 49 oportunidades, la menor cantidad de en los partidos mundialistas en los que jugó al menos 70 minutos. Dio menos pases (31) que Wilfredo Caballero (36). Hay más: lleva seis partidos, entre la segunda ronda en Brasil y los dos en Rusia, sin poder gritar un gol en una copa mundial. No pudo tan siquiera de penal en el estreno ante Islandia.
De los 29 pases que recibió, siete llegaron por Javier Mascherano y cuatro de Nicolás Otamendi. Esos nombres también manifiestan la dificultad para encontrar socios. Para salir del aislamiento que impuso Croacia y que Messi hizo poco como para sortear. Esta vez, ni siquiera tuvo la chance en el último tiro libro como ante Islandia. Se fue con la mirada al pasto en la noche en Nizhny Novgorod. Tan bloqueado como en el partido.