Hace unas semanas, algunos deportistas pusieron el grito en el cielo al enterarse de que una actriz Calu Rivero era la representante argentina para llevar la antorcha olímpica rumbo a Río 2016. No sabían nada del segundo compatriota en llevar el fuego sagrado por las calles Brasil, lejos de los flashes. Mi vida siempre fue hacer deporte, lo llevo en la sangre, si me lo sacás, hacé de cuenta que me cortás las piernas, dice a Tiempo desde Curitiba Gastón Luna, un operario de la industria cárnica nacido en Baradero que portó la antorcha por su historia de superación.
A pesar de sufrir en una de sus piernas erisipela una infección que genera dolor agudo jugó al rugby desde los ocho hasta los 27 años, cuando un derramamiento de retina amenazó con dejarlo ciego. Tuvo que dejar el deporte de contacto, empezó a correr y ni siquiera el ACV que sufrió por estrés en 2010 lo frenó: dos años más tarde completó su primera maratón, después se animó a participar de triatlones y ahora, además, hace el curso de guardavidas.
Entre los relevistas yo era único que no hablaba portugués pero me entendían y se emocionaron con mi historia. Todos contaron la suya, uno había entrado al Récord Guiness por correr maratones en la Antártida, una era de la Cruz Roja, otro de la ONU, que se crió en la calle, y que hoy está ayudando a chicos como él. Eligieron de todo, con distintas historias. Hicimos una amistad bárbara, cuenta mientras trata de recapitular todo lo que vivió un puñado de horas que jamás olvidará.