El planeta rugby no encuentra solución. A pesar de la declaración de intenciones de las grandes naciones sobre la necesaria expansión del alto nivel, la fase de grupos del Mundial Francia 2023 ha confirmado que la distancia entre la élite y los otros equipos sigue siendo abismal. «Es como un espectáculo, por un lado los payasos y por el otro los reyes del circo», resumió con amargura el seleccionador de Chile Pablo Lemoine, tras caer 71-0 ante Inglaterra.
La resistencia samoana contra Inglaterra (18-17) o el triunfo portugués contra Fiyi (24-23) este fin de semana no son suficientes para esconder una realidad. Nunca se habían registrado tantas ‘palizas’ en la competición. De la exhibición irlandesa contra Rumanía (82-8) al repaso de los All Blacks contra Uruguay (73-0), ocho partidos finalizaron con un equipo logrando más de 70 puntos por primera vez en la historia del torneo.
El precedente récord se dio hace 20 años, en el Mundial de 2003, y la tendencia había sido hacia la igualdad hasta este 2023. Pero en el torneo que se disputa en Francia –y en el que Los Pumas avanzaron hasta los cuartos de final, instancia en la que enfrentarán a Gales este sábado a las 12-, Sudádrica, Escocia, el país anfitrión y los ya citados Irlanda y Nueva Zelanda han tenido sus festivales de goleadas.
Brecha de dinero
Las últimas consignas arbitrales, favorables al ataque, pueden explicar en parte la inflación de puntos, observada desde hace unos meses. Pero la asimetría económica también juega un papel fundamental: los cotizados jugadores de las islas del Pacífico siguen siendo captados por los gigantes regionales Nueva Zelanda y Australia, pero también por las potencias del norte, a las que tienen derecho tras cinco años de residencia.
«Nunca cerraremos la brecha en materia de dinero, es un sueño imposible», señaló Peter Harding, director general de la Federación de Tonga. «Todos los jugadores elegibles no juegan para nosotros», añade sin animosidad. «Deben hacer sus propias elecciones con respecto a sus contratos, la manera en la que se ocupan de sus familias, no es una negociación. Es su trabajo y nosotros no podemos interferir en su deseo», explicó.
Lo que sí lamenta, como la mayoría de los dirigentes del llamado ‘tier 2’, las naciones que están por detrás de las potencias históricas, es la falta de enfrentamientos contra los mejores. Además de un importante recurso económico, estos partidos permiten preparar a sus rugbiers al más alto nivel. «Llegamos al Mundial sin haber jugado contra un equipo del ‘tier 1’ desde hace cuatro años», subrayó.
«Si no jugamos nunca a esta intensidad, ¿cómo saber lo que pasa tras 20 o 40 minutos?«, señaló Lemoine después de que Chile pusiera fin a su resistencia tras 20 minutos contra Inglaterra.
«El próximo Mundial será parecido»
«Estos jugadores nunca han conocido este contexto, nunca han jugado un partido de este nivel y lo prueban solo en la Copa del Mundo. La próxima será parecida, si nada cambia, serán 60 puntos (en lugar de 71)», añadió el antiguo internacional uruguayo.
Hay cambios previstos en el programa, pero con el riesgo de cargar todavía más el calendario de las mejores selecciones: La creación de una liga mundial bianual desde 2026, con los equipos del Seis Naciones, los cuatro del Rugby Championship y dos invitados.
«Significa que los equipos del Top-12 jugarán entre ellos de manera regular, con las ventajas deportivas y de patrocinio, pero los equipos del ‘tier 2’ jugarán unos contra otros, sin tener la ocasión de enfrentarse a los de mejor nivel», explicó.
«Esta selección jugó ocho partidos en cuatro años», dijo el seleccionador de Namibia Allister Coetzee. «Hemos jugado los mismos en tres meses, esto muestra que si pudiéramos jugar ‘test-matches’ suficientes, estaríamos bastante mejor preparados», concluyó.