Con la precisión de un orfebre, Diego Simonet lleva más de dos años perfeccionando detalles de una obra que involucra a su ámbito más cercano. «1812» es el juego de mesa que inventó para recrear en modo didáctico la historia de la bandera argentina creada por Manuel Belgrano. Hoy sólo cuenta con un prototipo, aunque en unos días más serán diez. Todavía analiza alternativas para llegar al país con el producto construido en forma colectiva: su compañera Sol Dillon estuvo a cargo del diseño, su amigo Patricio Brown se encargó de la investigación histórica y algunos integrantes de la selección masculina de handball ya lo testearon. “Es un granito de arena para la ludoteca nacional”, sintetiza Simonet, el primer argentino en ganar la Liga de Campeones de Europa con la camiseta de Montpellier que defiende desde 2013.

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La coyuntura de encierro por el coronavirus permitió terminar el juego para que coincida con el año del General Manuel Belgrano, como fue declarado el 2020 en el Boletín Oficial al cumplirse 250 años de su nacimiento y 200 de su muerte. “¿Con quién la creó? ¿Cómo se conocieron? ¿En qué lugar de Argentina? ¿Qué comieron?” son las distintas preguntas del entretenimiento. “La idea es que sea una propuesta educativa con la que se pueda conocer la cultura nacional”, explica Simonet y agrega que hay alrededor de 100 ilustraciones realizadas por Facundo Rodríguez Valsana. También contaron con la asesoría de un historiador y leyeron distintos libros de Felipe Pigna.

-¿»1812″ podría haber sido una buena actividad para la cuarentena?

-La verdad que hubiese sido ideal. Pueden jugar de 2 a 7 personas. Es educativo, despierte el interés de la época y si alguien tiene alguna pregunta puede reflexionar en forma didáctica sobre lugares, comida o vestimentas, por ejemplo, de ese momento. La bandera es algo que nos une, que todos queremos y algo lindo de retratar.

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En su casa de Vicente López, Diego heredó la pasión por el handball desde chico. Alicia y Luis, sus padres, fueron jugadores de la selección como Pablo y Sebastián, sus hermanos. Diego hizo lo que ningún en otro argentino había hecho en este deporte, sin dejar de perder el interés en otros terrenos como el arte, yoga, la sofrología o la fabricación de Bobblehead (muñecos cabezones). “Soy culo inquieto”, dice el Chino, desde el aislamiento por el Covid-19 en Francia, mientras entretiene a su hija Juana. Hace cuatro años, la curiosidad lo llevó a incursionar en los juegos de mesa. El primero que lo cautivó fue «Ticket to ride» («Aventureros al tren»). “Me hice adicto y lo empecé a llevar las giras de la selección”, cuenta. La experiencia se transformó en un ritual para los Gladiadores: después de cenar, los deportistas se reúnen alrededor de un tablero y una mesa para jugar las propuestas coordinadas por Simonet. Hay una sola regla: dejar los celulares a un lado. “Sirve para unir al grupo. Es el momento donde se deja todo para concentrarse y comunicarse con el otro”, describe sobre la intimidad de la selección que ganó los últimos dos panamericanos y clasificó tanto a Tokio como al Mundial de Egipto del año próximo. “Va a ser un 2021 cargado porque en enero está el Mundial, la Champions podría pasar a diciembre y no sabemos qué va a pasar con Tokio. Será una agenda cargada de partidos y competiciones muy duras. Hay que cuidarse y mantener una buena preparación”, dice Simonet, que reparte el tiempo de pandemia entre los más de 50 juegos de mesa que habitan una de sus piezas y la conexión con los amigos y la familia.

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-¿Qué pensás cuando te describen como crack o genio?

-Lo llevo con realismo y sin creérmelo porque otros lo digan. Conozco mis puntos fuertes, mis limitaciones y lo que soy capaz.

-¿En Argentina se reconoce lo que lograste?

-En el mundo del handball, sí, pero somos un país recontra futbolero y no se habla tanto de otros deportes, menos de handball. Diría que está menos difundido, en realidad.

-¿Podría cambiar si fuera profesional?

-Con poco dinero y buenas ideas podés lograrlo. Acá no hay sueldos de locos tampoco. Si los clubes de fútbol decidieran destinar un poco de dinero al handball podrían armarse.

Simonet obtuvo la diplomatura en gestión deportiva en un curso a distancia. Acaso le sirva de herramienta para el día después del handball, un escenario cada vez más cercano. “Intento disfrutar y dar lo máximo porque sé que no queda mucho. Tengo 30 y no sé cuánto más voy a durar”, dice el multifacético Simonet antes de darle un descanso al celular. Prefiere buscar un juego de mesa. O crearlo.