El Loco Luis hizo volar al Toro 380W en 1971. Luis Rubén Di Palma ganó cuatro competencias en esa temporada del Turismo Carretera. La cuarta, la Vuelta de la Montaña lo consagró campeón: fue el último título de Torino en la categoría.
Josito es su nieto. También nació en Arrecifes. Se llama Luis José Di Palma, corre en un Torino que lleva el número 18. Compite desde 2012 en TC: el domingo pasado ganó en Neuquén su cuarto triunfo. El primero fue en 2014, en Olavarría. Ahora está segundo en el torneo con 61 puntos, a dos de la punta. Pero fundamentalmente parece tener potencial mecánico suficiente para llegar al título: como no pudieron su padre y sus tíos; como logró su abuelo. Y, de paso, volver a darle un campeonato de TC al Toro
No es antojadizo el paralelo. El Loco le enseñó los secretos a Josito. Fue él, en el taller de Arrecifes quien le explicó cómo usar cada herramienta, qué significa cada pieza del auto. El muchacho, ahora, a los 28, lo reconoce y admite que gracias a eso sabe lo que pasa en el auto, dónde está la falla y cómo transmitírselo al equipo. «Las horas de taller que estuve al lado de mi abuelo fueron buenísimas, aunque siempre me decía que por ajustar un tornillo no me tenía que creer mecánico
»
Los viejos cronistas de automovilismo lo consideran el menos loco de una familia de locos, así como consideraban a su tío Patricio, como el más parecido al creador del clan, en cuanto a propiedades conductivas. Ahora, en una categoría en la que, como nunca antes, importa la calidad del fierro por sobre la cualidad conductiva, Josito es visto entre los mejores pilotos de la actualidad, con cuotas generosas de técnica, garra, muñeca y razón. Muy veloz. Conoce el límite, sólo lo aplica cuando hace falta. Así ganó en Neuquén: «La carrera pareció fácil de abajo pero venía al límite. Pude mantener la distancia en una carrera que venía peleada atrás. Hice una luz y la mantuve para cuidar el auto durante toda la carrera.»
Con esa misma distancia entre el arrojo y la cautela, mira el futuro: «Claro que me ilusiona ser campeón del TC, pero hay que ir despacio, falta mucho, recién se corrieron dos de quince. Muchas veces el que ganó al principio no es el que llega mejor al final». Aunque reconoce su maduración: «Siempre para ser campeón hay que ser el más rápido. Pero durante todo el año. Y en eso juega la experiencia, también. Ya tengo cuatro ganadas en la categoría, que no es poco. Sería grandioso ser campeón. Pero hablamos más a fin de año
»
No transita la estridencia de su tío Marcos, mediático, imprevisible. Pero Josito siempre defiende la tradición familiar: «Por supuesto que siempre habrá algún Di Palma en algún podio, o al menos arriba de un auto de carrera». Con pudor, asegura que su hermano menor Stéfano tiene muy buen futuro y larga como con timidez: «Hay Clan Di Palma para rato
»
¿Pesa el apellido?
Cuando empecé a correr, por ahí sí. Ahora uno lo lleva con orgullo. Además, siempre mi viejo estuvo a mi lado. Y cada vez más. El tiene la palabra autorizada. Casi siempre tiene razón, aunque yo no se lo diga
Y también está mi vieja, que siempre me hace ver la realidad. Con Marcos también compartí un montón. Es una gran ventaja aprovechar la experiencia de todos ellos.
¿Querés ser ídolo como Marcos?
Uhhh, pará
No habrá ninguno igual
Rubén Luis inventó el clan, le dio prosapia al apellido, mistificó la locura. Campeón de TC F-A (1970), TC (71), Sport Prototipo (71), F-1 Mecánica Argentina (74/75/76/78), TC2000 (83) y Supercart (83). Ganó más de un centenar de carreras, con Ford, Chevy, Dodge, pero básicamente con Torino. Y participó de proezas extraordinarias como las legendarias 84 horas de Nürburgring, en 1969, con los tres Torino que estuvieron a punto de ganar de la mano directriz de Juan Manuel Fangio. El Chueco lo admiraba: eligió dar con él una vuelta al circuito, la dieron charlando, y así estuvo cerca del récord de vuelta. Otro genio, Oreste Berta, en la Fortaleza de Alta Gracia, alguna vez lo definió ante este cronista: «Tenía una intuición que no le vi a ningún otro.Imprevisible, increíble, desconcertante. Rapidísimo por naturaleza. El límite no existía porque siempre iba al límite en todo». El más aguerrido. Cuando Reutemann encaró su futuro en Europa, el Loco prefirió quedarse en Argentina y sólo hizo algunas incursiones siempre brillantes, por caso en Le Mans, junto al Nene García Veiga de la mano del Mago de Alta Gracia.
El Loco. Así lo llamaban todos menos sus hijos para quienes siempre fue el Viejo. Ganó en TC en el Gálvez, en el 98, a los 53. Murió a los 55: tripulaba, solo, un helicóptero en Carlos Tejedor, rumbo a Arrecifes. La última foto: con un mate en la mano, en un box del autódromo de Santa Rosa. Había ido hasta allí para estar un rato con Marcos, que corría en Top Race.
Los Di Palma, una familia habituada a los podios
El Loco tuvo cuatro hijos con la Tana, María Cayetana Lo Valvo: José Luis, Andrea, Patricio y Marcos. Y una con Fernanda Ortensi, quien fue su acompañante en Supercart: Valentina.
José Luis tiene ahora 51 años. De ellos es el único que corrió internacionalmente: en 1994 fue campeón de la F-2 Británica. En Argentina participó en F2 local (campeón en 1986), TC 2000 y TC, categoría en la que siempre corrió con Chevy.
Patricio llegó ser tri de Supercart (1992/93/94); en TN C-3 con Escort (2005) y Sub en TC con Torino Cherokee (2006). Corrió en otras categorías. Cuando murió el Loco, se encargó del Toro de TC que desarrollaba su padre en el taller familiar de Arrecifes. Su hijo Dino, corrió y ganó en varias categorías de cuatriciclos.
Marcos, el más loco de los hijos del Loco, fue campeón de Supercart (1992). En el TC fue extraordinario ídolo de Chevrolet, a pesar de que en 2006, a modo de protesta, se pasó a Torino y lo llevó a la victoria.
Andrea supo ser acompañante de su padre y sus hermanos, y ganó conduciendo en la Copa Damas. Un hijo suyo y de José Federici, Juan Cruz, corrió en varias de las variantes del TC Mouras y venció en tres competencias.
Josito viene de ganar hace unos días en el TC. Y hace un año Stéfano, hijo de José Luis y hermano menor de Josito, ganó en la F-Metropolitana, en el Mouras, de La Plata: se transformó en el 9º Di Palma en subir al escalón más alto del podio.