Hay una generación que no sabe lo que es el básquet sin Emanuel Ginóbili. Es la generación de los que tienen entre 15 y 20 años, la que no supo cómo era ese deporte antes de Manu. Y la que ahora, a partir de este 27 de agosto de 2018 en el que el bahiense de 41 años anunció su retiro, tendrá que convivir con su ausencia.
Antes el básquet solo era una actividad para mortales que veían a la NBA como un universo paralelo, a años luz de distancia. Ingresar allí era ser parte de la elite. Michael Jordan, Magic Johnson y Larry Bird eran súper héroes que agarraban los planetas y los volcaban con una mano, de espaldas o haciendo piruetas imposibles en el aire.
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— San Antonio Spurs (@spurs) 27 de agosto de 2018
Nada hacía suponer que un día un argentino iba a pertenecer a esa constelación de estrellas. Solo en la imaginación de un grupo de jóvenes que se lo propusieron. Y entre esos seres extraordinarios que formaron la Generación Dorada, hubo uno que fue más allá.
Emanuel David Ginóbili, el más chico de una familia de basquetbolistas, nació con los posters de Jordan en su hogar y siempre tuvo el miedo de no tener la altura necesaria para dedicarse al básquet. A ese miedo que enfrentó ante la pared de su casa en Bahía Blanca, miedo al que venció. Y también derrotaría a todos los otros monstruos, algo así como el mismo Jordan en Space Jam.
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Pasó la LNB en Andino de La Rioja y su salto en el Estudiantes bahiense. Europa lo recibió flaco y con ganas, respondió con sangre y títulos. La NBA le llegó en el puesto 57 del draft (el mayor robo de la historia para los especialistas) para dos años más tarde pisar suelo de Texas. Llegó hace 16 años para no irse.
Transformó esos miedos en inspiración, en competitividad. Se animó a desafiar los límites de un equipo ya formado como una familia y se ganó el respeto y admiración de compañeros y de rivales. El resultado: una dinastía de campeones.
Fueron 16 años en San Antonio Spurs, una película inolvidable. Manu se venció a sí mismo, se superó en cada momento, se trasformó, hizo lo necesario para ganar, para ser mejor.
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El mundo del básquet se rinde ante ese zurdo narigón que rompió el molde del basquetbolista FIBA, que marcó un camino no solo para los argentinos sino para jóvenes de todo el mundo. Jugadores como James Harden o Stephen Curry lo idolatran, su “eurostep” es marca registrada y manual de estudio.
Manu se retira en el aniversario del triunfo de la Selección Argentina ante Estados Unidos (Allen Iverson, Tim Duncan, Lebron James, Dwayne Wade, etc) en la semifinal de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y un día antes del nombrado Día del Deporte, jornada de dos oros logrados por el fútbol y el básquet en esos JJOO.
El básquet le agradece a Ginóbili haber aparecido como por arte de magia, desde una lejana Bahía Blanca, desde una Argentina futbolera, para abrirle la puerta a los soñadores, a quienes quieren vencer a sus miedos para demostrarles/se que todo es posible.
La puerta del universo de la NBA siempre estará abierta para todos los que se atrevan a ir más allá. Gracias a Manu. Gracias, Manu.