Mauro Dubini choca contra un defensor de CRIBA. Lo habitual en un delantero que juega por el centro y tira diagonales. Pero siente que se le aflojan las piernas, cae sentado. Es sábado, el debut como local de Estrella de Berisso en la Liga Amateur Platense de Fútbol. Está por terminar el primer tiempo. Le dan unos caramelos, porque cree que le bajó la presión. Vuelve. Pero el goleador no puede cambiar el aire, se marea, la cabeza le retumba, le duelen las costillas, y en el segundo tiempo pide el cambio.
Cuatro días antes, el martes 21 de agosto, Dubini había sido uno de los cinco trabajadores detenidos del Astillero Río Santiago en la represión policial durante la movilización a la puerta de la gobernación de la provincia de Buenos Aires, en La Plata. “Creía que estaba bien para jugar. Era un partido importante. Jugar al fútbol es mi cable a tierra. Yo llego a mi casa, estoy con mi hijo y pienso después en tocar una pelota, ir a entrenar. Le dije que estaba para jugar al técnico, que era lo mejor para mí”, cuenta Dubini, 29 años, campeón con Estrella de Berisso del Clausura 2017 y, desde los 18, trabajador de la fábrica estatal de construcción de barcos.
Después de la denuncia de vaciamiento de los trabajadores, Dubini pasa las horas entre la calle, el club y el Astillero, la empresa que el presidente Mauricio Macri pidió “dinamitar”. El conflicto entre Astillero Río Santiago y el gobierno, que despertó versiones de privatización, tocó el pico de máxima tensión en la represión de la Policía Bonaerense. “Nosotros estamos peleando por nuestro trabajo -le dice Dubini a Tiempo-, y todavía no lo puedo creer. Me amenazaron dentro del cuarto. Me decían: ‘Te vamos a prender fuego la casa con tu mujer y tu hijo adentro’. Cuando llegué a la noche después de que me liberaran, mi señora me contó que había estado a la tarde la policía. A cada uno de mis compañeros los amenazaron. Estuve muy asustado. Fue increíble. Sentía que si hablaba, se me pudría. La pasé tan mal que no quiero cruzarme nunca más en mi vida con un policía. Nos trataron de delincuentes, nos pisaron la cabeza, nos mataron a palos, nos pegaron en las costillas”.
Dubini jugó en las divisiones inferiores de Estudiantes y Gimnasia La Plata. Pero por su físico -1,75 m, 60 kg- lo dejaron libre. Abuelo materno y tío trabajadores del Astillero, Dubini se desempeña hoy en el sector de pinturería. “Astillero es mi segunda casa -dice-. Entré de muy chico, y viví varias. Es un trabajo que me da orgullo. Me gusta ver el progreso del buque, entrar a los tanques, estar con mis compañeros. No me tortura levantarme a la mañana para ir a trabajar. Es mi familia, lo disfruto. Ahora estamos complicados, pero ver cómo los trabajadores, con lo poco que tenemos, queremos sacar la cosa adelante, me da orgullo de pertenecer a Astillero. Más que tiempo, dejás la vida. Muchas veces entramos a los tanques con los filtros saturados porque no tenemos filtros de gases para reponer y uno tiene que avanzar en el trabajo. Tampoco nos vamos a matar, tratamos de mantener un orden, pero entrar a un tanque se siente…”.
Cuando a Dubini lo detuvieron, muchos dijeron que no trabajaba en la fábrica, que en verdad cobraba un sueldo pero jugaba al fútbol en Estrella de Berisso. “Nada que ver -aclara-. Tenemos jornada reducida por insalubridad, porque es tóxica la pintura. Entonces lunes, miércoles y jueves salgo a la una de trabajar, vengo a mi casa a almorzar, y cuatro y media voy a entrenar. En Estrella jugamos de corazón”.
Christian Serrano fue tres años el entrenador del equipo (y de Dubini). Es, ahora, el analista táctico del plantel profesional de Estudiantes de La Plata. “Lo conozco desde los siete años, y es, sin duda, el mejor futbolista de la Liga Platense”, marca Serrano, y agrega: “Es un chico que no ha tenido las posibilidades que lo hubieran proyectado al fútbol profesional. Tiene un promedio de gol de casi un gol por partido. Es algo impresionante. Y es un chico muy humilde, muy trabajador, y representa en la Liga el espíritu de lo que es el Astillero Río Santiago. Detrás de la persona que apareció en los medios porque fue detenido hay un futbolista de gran jerarquía y un gran compañero”.
Con su hijo Álvaro de un año en brazos, con algún rayón en la cara como secuela de los golpes recibidos, con sus compañeros soldadores y moladores, Dubini lucha adentro y afuera de la cancha. En Estrella de Berisso, el club con más títulos en la historia de la Liga Platense y en el que jugó hasta Juan Sebastián Verón en 2016. En Astillero Río Santiago, fundado en 1953 y uno de los más importantes de Latinoamérica. Todavía le pesa, eso sí, que al día siguiente de la detención no pudo ir a entrenar.