“Todos los futbolistas argentinos tenemos el mismo ADN. Nos criamos jugando al futsal, o como le decimos nosotros, al baby. Ya sea en Parque Chas, en Glorias Argentinas, en Estrella de Maldonado. Yo siempre lo digo: el argentino es tan bueno técnicamente porque a los cinco años juega en un club de futsal. Eso te hace adquirir movimientos, definir en espacios reducidos. A eso sumale las condiciones de la mayoría de las canchas, jugar con la presión de la gente desde que sos chico. Todo eso es muy nuestro”. El que habla es Javier Saviola, exjugador de la selección argentina de fútbol pero también exjugador de futsal en Andorra –donde actualmente vive–, que llegó a Tashkent, la capital de Uzbekistan, para ver la épica semifinal del jueves pasado ante Francia. De hecho, el estadio de la Asociación Fomento de Parque Chas, en Buenos Aires, se llama «Javier Pedro Saviola», donde surgió y luego pasó a River.
Este domingo, a partir de las 12 de nuestro país, Argentina y Brasil definirán el Mundial de Futsal de Uzbekistán en una final soñada por cualquier hincha o futbolista argentino. Nuestra selección, además, jugará su tercera final del mundo consecutiva –después del campeonato de 2016, ganado ante Rusia en Colombia, y del subcampeonato de 2021, perdido contra Portugal en Lituania–. Y en la previa, Saviola se tomó el tiempo de visitar a los jugadores argentinos en la concentración. “Yo soy de Tapiales. Donde vivo hay ocho clubes de barrio. No existe en ningún otro lugar”, le dijo Lucas Bolo Alemany, uno de los jugadores que hoy irán por la segunda estrella, a Saviola.
Cómo llegó la Argentina a ser una de las potencias se puede explicar precisamente a través de los clubes de barrio. En los torneos organizados por la Asociación del Fútbol Argentino, hay 86 clubes divididos en las cuatro categorías masculinas: 53 clubes son de barrio y 33 son clubes también de fútbol 11. Si nos detenemos en los 14 jugadores que forman parte de esta selección argentina, nueve jugadores salieron de clubes de barrio y tan solo cuatro de clubes que juegan fútbol de 11 -el restante, Alan Brandi es español-.
La representación en clubes de barrio está a cargo de Lucas Tripodi y Luciano Gauna (Pinocho), Kevin Arreita y Pablo Taborda (17 de Agosto), Ángel Claudino (Estrella de Maldonado), Nicolás Kravetzky (Jorge Newbery), Bolo Alemany (Juvencia de Tapiales). Matías Rosa (América del Sud) y Constantino Vaporaki (Los Andes de Tierra del Fuego, la única presencia por fuera del AMBA, más allá de Brandi).
En cambio, formados en clubes de fútbol 11, aparecen Sebastián Corso (General Lamadrid, un histórico del Ascenso), Nicolás Sarmiento (River), Agustín Plaza (Racing) y Cristian Borruto (Independiente). También el entrenador, Matías Lucuix, es formado en River. “Los clubes de barrio se interesan por el torneo de AFA. Muchos de ellos compiten de igual a igual con clubes de fútbol como Boca, San Lorenzo y Barracas Central [hoy los tres mejores del futsal local]”, explica el presidente de la Comisión de Futsal de AFA, Jonathan Sanzi.
En el barrio porteño de Villa Urquiza, sin ir más lejos, está el club con más torneos locales del futsal argentino. Pinocho, con 14 ligas, es también uno de los principales semilleros de la selección argentina. El club de barrio, además, le da un sentido de pertenencia a los jugadores y a los hinchas que todos los fines de semana ven como sus clubes le pueden competir de igual a igual a equipos como Boca, River, Racing o Independiente.
Alessandro Rosa Vieira, más conocido como Falcão, campeón mundial con Brasil en dos oportunidades (2008 y 2012) y elegido cuatro veces como mejor jugador del mundo (2004, 2008, 2011 y 2012), dijo en la previa de la final al medio especializado Pasión Futsal: “Será una final apasionante porque de un lado estará Brasil, que tiene más técnica y, del otro lado, estará Argentina, que tiene más equipo, más conjunto. Creo que ese equilibrio hace que no haya favorito”.
Desde el primer Mundial de la FIFA disputado en 1989 hasta el 2016, en Sudamérica y el mundo había gobernado Brasil, que levantó cinco Copas del Mundo. Nadie podía competirle a la verdeamarela –solo España, en el medio, ganó dos Mundiales, en 2000 y 2004–. Y sin embargo, el Mundial de Colombia 2016 cambió la mentalidad argentina.
“Durante estos últimos años, Argentina achicó la diferencia –cuenta el excapitán de la selección argentina de futsal, Leonardo Magarelli-. Los entrenadores argentinos comenzaron a prepararse de otra manera y nuestros mejores jugadores comenzaron a irse a jugar al exterior. Antes el futsal argentino era salir y jugar, a nadie se le pasaba por la cabeza ver un video”.
Durante 20 años, la selección argentina estuvo dirigida por Fernando Larrañaga hasta que a fines de 2013 asumió Diego Giustozzi, quien sería el entrenador campeón del mundo en Colombia 2016. Lo que cambió la llegada de Giustozzi fue la profesionalidad de los entrenamientos y el modo de tomarse el deporte, como también la mentalidad en los jugadores argentinos.
“El día de la final del Mundial 2016, Diego nos dijo: ‘Esta final no la juegan por ustedes, la juegan por los más chiquitos’. Y ahora, con los años, nos damos cuenta de ese legado y a lo que se refería. Nosotros sabemos que en Argentina siempre va a ser el fútbol, el futsal nunca va a llegar a ser lo que es el fútbol. Pero lo que vimos desde 2016 es que los nenes chiquitos empezaron a decir que querían jugar al futsal. Después del Mundial hubo un clic en dirigentes, chicos y entrenadores”, confesó en la previa del Mundial de Uzbekistán el excapitán de la Selección argentina y campeón del mundo, Leandro Cuzzolino.
La estructura en el seleccionado de futsal, desde el 2013, tuvo además el acierto de no depender de una sola persona sino de apostar por la continuidad de un proyecto. El actual entrenador, Matías Lucuix, formó parte del cuerpo técnico campeón del mundo luego de retirarse del deporte a los 29 años por una lesión sufrida en el Mundial 2012, en Tailandia. Tras la marcha de Giustozzi, Lucuix asumió el cargo y durante los últimos años formó un cuerpo técnico de ex jugadores de la Selección Argentina.
Damián Stazzone, ayudante de Lucuix y entrenador de la Sub 20, fue campeón 2016 y subcampéon del mundo 2021. Santiago Basile, también campeón y subcampeón del mundo, es el entrenador de la Sub 17 y reciente bicampeón de América, campeonato que no se había conseguido hasta el momento.
Tras la gran semifinal ante Francia, este domingo Argentina buscará su segunda Copa del Mundo y lo hará frente a su eterno clásico sudamericano, el pentacampeón Brasil, que también se impone en el historial de Copas Américas: el gigante sudamericano ganó once, contra tres de Argentina. «Quedó demostrado en qué nivel está Sudamérica. Mucho se habla de las diferencias entre el futsal europeo y el nuestro. Hay que hablar menos y trabajar más. Estamos muy orgullosos de nuestras federaciones y espero que hayan disfrutado el partido», analizó el arquero de la selección, Nicolás Sarmiento, tras una caliente semifinal ante una Francia que, en la primera fase, se había dejado perder ante Irán como especulación para no enfrentarse a Brasil en las semifinales. Pero le salió mal y Argentina eliminó, también en futsal, a Francia.
Como señaló Giustozzi en 2016, la final que jugará la Argentina frente a Brasil será importante para el futuro del futsal argentino. Un deporte que, hasta la fecha, se centra en el área metropolitana y Rosario. Sólo dos jugadores provienen de afuera: Constantino Vaporaki de Tierra del Fuego y Alana Brandi, hijo de argentinos nacido en España.
Por eso, después del pasaje a la final y con lágrimas en los ojos, Lucuix confesó: «El destino nos da una nueva oportunidad y esperamos que esta vez caiga para nuestro lado». «