El Real Madrid, club más ganador de la historia con 13 títulos, y el Inter, último campeón de Italia, se enfrentarán a un equipo de “un país que no existe” en la Champions League 2021/2022. Viajarán hasta Transnistria, una región independiente desde 1990 dentro de Moldavia, y jugarán ante el Football Club Sheriff Tiraspol, campeón de 19 de las últimas 21 ligas moldavas. Transnistria, con gobierno, ejército y moneda propia, no es reconocido por ningún país, a excepción de Nagorno-Karabaj, Abjasia y Osetia del Sur, otras regiones independentistas. El Sheriff Tiraspol, fundado en 1997 por dos exagentes de la KGB, la vieja agencia de inteligencia de la Unión Soviética, se medirá ante dos gigantes en su debut en la Champions como primer club moldavo -o de Transnistria- en la fase de grupos. Inter y Real Madrid intentaron crear la elitista Superliga Europea. Ahora se adentrarán en un territorio repleto de estatuas de Lenin y Marx.
“Afuera, nadie sabe quién gobierna Transnistria. Adentro, todos saben que todo lo que se mueve responde al Sheriff -no el símil de aquel comisario del oeste norteamericano que imponía el orden en las películas de vaqueros-, sino a un holding así llamado que tiene dueño y todo lo domina”, escribía en agosto de 2020 Andrés Gaudín en las páginas de la sección Mundo de Tiempo Argentino. “El Sheriff -Viktor Gushan, un exagente de la KGB soviética- recibe y vende a Moldavia el gas que le regala Moscú, administra los hospitales donde se cura y se muere la gente, edita los diarios donde todos se informan y dirige el fútbol del Sheriff, por el que se desgañitan, domingo tras domingo, los 469 mil mortales de Transnistria”. El otro exagente de la KGB fundador del club es Ilya Kazmaly. Ambos están sospechados de financiarse con la venta de armas en el mercado ilegal. El dirigente histórico del Sheriff Tiraspol es Oleg Smirnov, hijo de Ígor Smirnov, presidente de Transnistria de 1991 a 2011.
Sheriff Tiraspol, que superó a Estrella Roja (Serbia) y Dinamo Zagreb (Croacia) en las etapas preliminares, enfrentará también en el grupo D de la Champions al Shakhtar Donetsk de Ucrania. Sheriff Tiraspol-Shakhtar Donetsk debería ser un partido prohibido por la UEFA, que evita los cruces entre equipos ucranianos y rusos desde que estalló la guerra civil en Ucrania entre los territorios “pro Rusia” y “pro Europa”. Porque si no pertenece a Moldavia, Transnistria es “pro Rusia”, nostalgia soviética: en la bandera flamea la hoz y el martillo del comunismo. Ocurre que el Shakhtar es de Donetsk, ciudad “pro Rusia” de la cuenca del Donbass, autónoma y en conflicto con la “pro Europa” Kiev, capital de Ucrania. “Si bien técnicamente el Sheriff y el Shakhtar no deberían poder enfrentarse -aclaró Nahuel Lanzón, creador de AlterFútbol-, al final son dos equipos ‘pro rusos’, uno de Moldavia y otro de Ucrania. Incluso hasta deberían llevarse bien. Cosas de los estados postsoviéticos”.
El plantel del Sheriff Tiraspol -valuado en 13 millones de euros, el más bajo de la Champions- reúne a futbolistas de 16 nacionalidades. Sudamérica aporta tres colombianos, tres brasileños y un peruano, Gustavo Dulanto. Con un paso por las inferiores de Rosario Central, Dulanto -25 años, defensor central- dice: “Somos el orgullo de Transnistria y del fútbol moldavo. Hicimos historia. Los rivales eran superiores y los vencimos con pasión y responsabilidad. El Sheriff es un club ordenado y con muchas comodidades. Lo único raro acá es cuando vamos a jugar a Chisináu, la capital de Moldavia, que cambia la cobertura del celular”. En Europa del Este, entre Moldavia y Ucrania, el Sheriff Tiraspol puso en el mapa futbolístico a Transnistria. Cuando ingresen, a los jugadores estrellas les sellarán el pasaporte. A los del Sheriff los esperan el estadio Santiago Bernabéu del Real Madrid y el Giuseppe Meazza del Inter. El fútbol se alimenta de historias. Y de sueños.