Esa injerencia presidencial se recordó esta semana cuando el presidente Mauricio Macri contó qué entrenador le gustaría que se hiciera cargo de la selección. “Los consagrados están en Europa, ¿no? Y de los jóvenes que están acá, Almirón me parece un tipo que… Los equipos que él dirigió marcan algo distinto, ¿no? Sí, me gusta Almirón”, dijo el lunes pasado en la Fundación Mediterránea. También aclaró que no participa en las decisiones. Almirón es uno de los candidatos de Daniel Angelici, representado además por el empresario Christian Bragarnik.
Hasta fin de año la selección será conducida por Lionel Scaloni, acompañado por Pablo Aimar. Pero la puja por determinar quién será el nombre continúa. Y se calienta por todo lo que ocurre alrededor, la presión oficial para la apertura hacia las sociedades anónimas y el fin del decreto 1212 con exenciones impositivas, dos deseos del macrismo. Claudio Tapia tiene preferencia por Mauricio Pochettino. En esa disputa la opinión presidencial no queda en el aire. En la AFA no subestiman ese poder, pero a la vez sostienen que las voluntades las junta Tapia.
Grondona decía lo mismo cuando Carlos Menem intentaba influir sobre la AFA. El ex presidente llegó a tomar como una victoria propia que Daniel Passarella haya sido elegido técnico de la selección en 1994. Si alguien argumenta que los presidentes tienen cuestiones más urgentes que resolver, habría que ver esos días del menemismo: el 18 de julio habían volado el edificio de la AMIA. Pero Menem seguía haciendo llamados para asegurarse que Passarella fuera el elegido. Grondona se reía de todo eso, entendía que no hacía falta.
«Al técnico de la selección lo va a elegir la AFA, no el presidente de la Nación», dice un dirigente. Pero Macri tiene el ojo puesto ahí. Nadie olvida que tuvo dos reuniones con Jorge Sampaoli. Lo llamaba para hablar de fútbol, le preguntaba del equipo, quería saber. Tapia sabe que al presidente le gusta el fútbol, pero también sabe que no todo es tan inocente. Por eso también busca ampliar sus alianzas.