El Comité Olímpico Internacional eligió esta semana las sedes de los Juegos Olímpicos 2024 y 2028: París y Los Ángeles volverán a recibir la máxima cita olímpica, como a principios del siglo pasado y a contramano de la mayoría de los organismos internacionales de distintos deportes, el COI logró gambetear a los nuevos ricos del deporte, esos países que de a poco y a cambio de sumas millonarias se adueñan de los mejores eventos a pesar de no contar con historia, público y tradición.

En cambio, el año que viene, la Fórmula 1 se correrá en China, Baréin, Azerbaiyán, Singapur, Rusia y Abu Dhabi, mientras que India tiene una escudería. Además, el tour de tenis pasará por China, Dubai, Marruecos, Turquía, Rusia y Qatar. Estos últimos dos países albergarán los próximos mundiales de fútbol, mientras que los Emiratos Árabes Unidos volverán este año a ser la sede del Mundial de Clubes.

«Pensamos unos Juegos sobrios y sostenibles que aceleran las transformaciones ciudadanas, que utilizan lo que ya existe. Los JJ OO son el acelerador de esas transformaciones», dijo Anne Hidalgo, la alcaldesa de París, y su discurso parece ir a contramano de lo que prepara Qatar para su Mundial: mientras que el país asiático construye desde cero casi todas sus canchas, París cortará con una seguidilla de nueve JJ OO seguidos con estadio nuevo ya que se utilizará el de Saint-Denis, construido para el Mundial de Fútbol de 1998. La anterior sede en hacer esto había sido, justamente, Los Ángeles, cuyo estadio albergará por tercera vez la cita olímpica, como en 1932 y 1984. Ni siquiera Londres 2012 y Tokio 2020 pudieron escaparle a la tentación cementera, mientras que Atenas 2004, Beijing 2008 y Río 2016 suman sus elefantes blancos destinados al abandono.

En aquellos Juegos chinos de hace nueve años, el COI había cedido ante las nuevas fuerzas económicas que buscan adueñarse del deporte de alto rendimiento, al igual que en Singapur 2010 y Nanjing 2014, los dos primeros Juegos Olímpicos de la Juventud, o que Sochi 2014, Pyeongchang 2018 o Beijing 2022 (todos Juegos de invierno), aunque el presupuesto para el regreso del olimpismo a China es diez veces menor que en 2008, en sintonía con la nueva tendencia del COI de aprovechar la infraestructura construida, una área en la que los antes denominados nuevos ricos están un paso atrás, al igual que los países subdesarrollados que podrían aspirar a organizar este tipo de eventos por su historia o tradición, por lo que una aventura como la de Río 2016 también parece poco probable dentro de este esquema.