Para muchos el nombre de Daniela Montesano puede ser desconocido. Para otros, en cambio, es una de las artistas que más ha crecido en el último tiempo. En especial, al sobresalir en un mundo tan particular como el del automovilismo, con una técnica muy particular: acrílicos preparados de manera especial que brillan bajo luz violeta y que le dan otro aspecto a la obra. Es muy loco, pero me gustó esta técnica que descubrí. Son como dos cuadros en uno, le cuenta a Tiempo. Desde su Azul natal saltó a algunas de las principales ciudades del mundo como Nueva York o Los Ángeles, entre otras. Arrancó por los comics y descolló cuando apostó por su otra pasión: los autos. Esto es lo que me gusta hacer desde chica. Siempre me encantó pintar y también los fierros, por eso hoy disfruto como nunca poder combinar mis dos pasiones, asegura la artista azuleña.
Daniela estudió Bellas Artes y Diseño Gráfico a la vez. Hizo las dos carreras mientras vivía y trabajaba en La Plata de algo que nada tenía que ver con el arte, hasta que un día algo despertó en ella esa pasión que desde chica plasmó con pinceles y acuarelas sobre cualquier papel en blanco que tuviese cerca. Yo pinto desde que tengo memoria, es más, a Papá Noel le pedía pinceles en vez de juguetes. Y siempre pinté autos, ya sea como hobby o profesional, pero profesionalmente empecé en otro tipo de pinturas, cuenta mientras con su mano derecha transforma esa tela blanca sobre el atril en una obra de arte que muchos desearán tener colgada en sus paredes.
Hace unos años hubo un momento en el que me di cuenta que se me pasaba el tiempo y arriesgué todo. Empecé a mandar currículums a distintas galerías hasta que mi primera muestra, increíblemente, terminó siendo en Nueva York, en el mítico Empire State en la Semana del Arte, hace unos cinco años. Hubo una convocatoria anterior, desde París, pero no pude ir porque no me podía pagar el pasaje, aunque por suerte a Nueva York sí pude ir. En esa época pintaba mucho comics, mucho al estilo Andy Warhol, y a la gente de la galería le encantó lo que hacía. Es más, lo loco es que allá, en esa semana del arte que se hace en abril, nunca repiten al mismo pintor y a mí ya me convocaron cuatro años seguidos, cuenta con una sonrisa gigante como ese talento que despliega en cada lienzo.
-¿Cuándo fue tu primera muestra relacionada a los autos?
-Eso fue en Los Ángeles, expuse unos cuadros relacionados a Steve McQueen, a LeMans y la gente explotó. Fue realmente increíble la repercusión que tuvo esa muestra entre los que la visitaban. Y a partir de ahí empecé a darme cuenta que también podía destacarme pintando fierros.
-¿Y cómo empezaste a hacerte conocida dentro del ambiente del automovilismo nacional?
-Hace unos tres años conocí a Juan Spinella, Hotel Santa Rosa y Café Racer, me conoció por una muestra y me invitó al hotel para pintar en vivo durante una carrera del TC y como había varios pilotos que paraban ahí se sorprendieron todos y a partir de ahí me empezaron a encargar cuadros de ellos. Les hice cuadros a Esteban Tuero, que me pidió que le haga varios, a Agustín Canapino, Mauro Giallombardo, Emanuel Moriatis, Perez Companc, y muchos más
-¿Por qué entre tus obras hay muchos cuadros relacionados a LeMans y a coches clásicos como los Porsche 917, por ejemplo?
-La verdad es que me gustaba mucho Steve McQueen, que se terminó fundiendo con la película de las 24 Horas de LeMans en la que actuó como actor y guionista. Me gustaba mucho su estética, la de esa película en particular. Era una época dorada del automovilismo, con esos autos, ese ruido de los motores. Pero también me gustaba la Fórmula 1 de los años 70, con James Hunt, por ejemplo; o de la época de Senna. La verdad es que el automovilismo me gusta en general y trato de poder llevarlo al lienzo de la mejor manera.
-¿Qué es lo más grato que viviste desde que empezaste a hacerte más conocida?
-Que me convocara el Museo de Fangio para los 30 años de su creación, que me inviten para pintar en vivo en pleno museo. Y también me emocionó que un cuadro mío sobre Ayrton Senna lo hayan dejado colgado al lado de uno de los autos del propio Ayrton. Otra cosa que me entusiasma es que podría llevar una obra mía de él a la Fundación Senna, si se me cumple eso ya me puedo morir tranquila.
-¿Tuviste pedidos relacionados a otros deportes?
-Una vez hice un cuadro de Maradona y terminó en una historia muy loca. Yo lo había pintado para alguien que me lo encargó, y cuando se lo fui a entregar en Olavarría, de donde era el joven que me lo pidió, descubrimos que estaba Dalma Maradona parando en el hotel. Entonces, cuando ella vio el cuadro el chico que me lo había encargado se lo dio para que ella se lo lleve. Fue muy loco que justo el cuadro de Diego termine en manos de una de sus hijas sin siquiera haberlo planeado. También estoy haciendo una muestra en el hotel Savoy, donde estoy exponiendo otros cuadros relacionados con el fútbol.
-También tuviste un encuentro con Guillermo Vilas gracias al arte
-Eso también fue muy loco, y también en Olavarría. Él estaba ahí porque su hija había ido a jugar un torneo y como el hotel estaba decorado con obras mías preguntó si yo podía pintarle uno para él y obvio que fui. Fue un encuentro muy lindo, Vilas pinto conmigo, se quedó a mi lado todo el tiempo, contándome anécdotas, historias. Estaba emocionado porque justo elegí una imagen suya en la que tenía una de sus raquetas favoritas, una con la que había ganado varios campeonatos.
-¿Existe alguna meta por cumplir desde tu rol de artista?
-Me encantaría estar en LeMans, pintando algo ahí. Pero con llegar a estar en el Museo de Senna me alcanza y sobra, sería un logro increíble.