Fernando Diniz sufre. Es un mediocampista que, entre los años 90 y los 2000, juega en Palmeiras y Corinthians, en Fluminense y Flamengo, pero las presiones externas lo devoran por dentro. En 2008 se retira. Y al año siguiente se mete a estudiar psicología en la Universidad San Marcos de São Paulo y agarra su primer equipo como entrenador, el Votoraty, a 100 km de la capital paulista. Su tesis de grado, que escribe junto a su amigo Leonardo Simões, la titula “La importancia del liderazgo del entrenador en un equipo de fútbol”. Ahora leemos un extracto: “Es fundamental para el entrenador: conocer a las personas y su naturaleza humana; obtener una relación interpersonal con buena comunicación; liderazgo; motivación; conocimiento de los deportistas y sus necesidades”. Fernando Diniz -49 años, campeón de la Taça Guanabara y el Campeonato Carioca en 2023 con el Fluminense, el equipo sensación que goleó 5-1 a River por la Copa Libertadores- es el entrenador que apoya el desarrollo de un fútbol “funcional” centrado en el factor humano. “Mi convicción -aceptó Diniz- viene del sufrimiento que tuve cuando fui jugador”.
Diniz pondera el fútbol de las calles y de las favelas, más libre, la identidad histórica del brasileño. Y el futsal -su deporte en los inicios- en espacios cortos (es común ver cómo los jugadores del Fluminense toquetean adentro del área, cómo entran con la pelota dominada). En Brasil, muchos consideran que Diniz redescubrió la esencia del jogo bonito después del dominio en el siglo XXI de un juego más físico y rígido. Si Jorge Sampaoli, el entrenador del Flamengo, último campeón de la Libertadores, dijo durante un entrenamiento que “el respeto por la bola, siempre”, porque “una bola perdida es un problema” y “no se puede perder nunca la bola”, Diniz plantea lo contrario: “Arriesga aunque termines perdiendo la pelota, sé valiente, haz algo diferente. Aprender a vivir con el riesgo, y no temerle, te prepara para los grandes momentos”. Cuentan quienes lo conocen que Diniz es “auténtico” y “sensible” en el marco del negocio que también es el fútbol. Fluminense jugará con River en el Monumental el 7 de junio, anteúltima fecha del grupo D de la Libertadores.
Diniz se reconoce como “opuesto” a Pep Guardiola y su juego “posicional”. Su método, dijo, es “aposicional”. No se trata de respetar posiciones, sino funciones. “Antiposicional” es “funcional”: que la organización no se reduzca a la ocupación preestablecida de los espacios, sino a la idea de ordenarse en la cancha en torno a donde esté la pelota. “En los equipos de Guardiola, con dos minutos se nota que los jugadores obedecen a un espacio. Los de la derecha se quedan en la derecha, los de la izquierda, en la izquierda, y el balón llega a esos espacios -explicó-. Eso sí, Guardiola fue modificando los laterales, cómo suben. La forma en que lo veo ahora es casi aposicional. Los jugadores migran posiciones. Es un juego más libre, nos acercamos en los sectores del campo y en esos sectores hay cambios de posición. Creo que esto tiene más que ver con la cultura de nuestro fútbol”. Diniz tabula el viejo modelo de “espacio-tiempo”. El fútbol como un proceso en movimiento. En el Fluminense 2023 cuenta con Nino, Felipe Melo, André, Marcelo, Ganso, con el colombiano Jhon Arias. Y con Germán Cano, el goleador argentino, tres goles ante River, que le dijo a Tiempo acerca de Diniz: “Te cambia la mentalidad. Creemos mucho en su capacidad de convicción y en su idea. Te alienta a tener la confianza y el coraje para poder trasladar lo que hacés en el entrenamiento dentro de la cancha. Y algo más: es un entrenador que confía en el talento”.
Dinizismo I. “Hoy todo se reduce a la táctica, a la superficialidad del juego. Es una línea de cuatro, bloque bajo, bloque medio… La gente aprende media docena de términos específicos, que cambian a medida que salen las publicaciones sobre fútbol, y perdemos el corazón del fútbol. El fútbol, para mí, tiene mucho que ver con la vida. Entonces, cuando la gente sólo analiza la parte táctica, es difícil. Porque en general sólo se habla de la parte táctica y del resultado final, y el fútbol no se trata de eso. Las relaciones humanas que se establecen en un equipo de fútbol están muy por delante de la parte táctica. Las personas son el corazón del fútbol, no la táctica. El juego es mucho más que la parte táctica. Lo que determina la mayoría de las veces, como en cualquier actividad humana, es la cuestión relacional, ayudarse unos a otros, tener mucha disposición, mucha solidaridad. Todo esto corrige los errores tácticos. No hay solución táctica para la falta de disposición”.
Dinizismo II. “Tengo un gran respeto por el juego en sí, por lo que es la esencia del juego, el respeto por el fútbol, el amor por el fútbol. En mi concepción de vivir la vida, prefiero que la vida sea más arte que ciencia, lo artístico marca para siempre, emociona a la gente. El fútbol tiene una forma y un gusto para mí. Aquellos que respetan al fútbol asumiendo su belleza tienen más posibilidades de ganar. No me daría ningún placer entrenar a un equipo sin valorar la pelota, el juego y a los jugadores. El fútbol es un universo infinito. En el fútbol todos se esfuerzan mucho para saber poco y, al final, son 11 jugadores que pueden hacer muchas interacciones y hay que tener coraje y darnos un poco de libertad para poder crear cosas”.
Ronaldo, O Fenomeno, ya puso a Diniz como candidato a la selección de Brasil, aún sin DT tras la salida de Tite post Qatar 2022. “Da espectáculo”, dijo Ronaldo. En la premiación por el Campeonato Carioca, Diniz se paró frente a sus jugadores. Se hizo silencio. Un silencio respetuoso. “En el fútbol, los jugadores son los que necesitan más apoyo y cariño -dijo-. Los sacan de sus casas a los 11 o 12 años, son entregados a los clubes, que no los tratan como personas sino como algo de lo que conseguir un retorno. Pensamos que los jugadores son máquinas. Y no es así”. Lo interrumpieron con aplausos. Y siguió: “Terminamos perdiendo en el camino muchos talentos en Brasil. Son pocos los que llegan al profesionalismo y este sistema acaba masacrando a mucha gente”. Los que no se habían emocionado, directamente dejaban caer algunas lágrimas.