Volvió el domingo pasado después de largos meses y demostró que la jerarquía es la misma de siempre. Fernando Gago, en dos partidos, llenó de fútbol el mediocampo de Boca, esa zona de la cancha desde donde se define el equilibrio de cualquier equipo. Lo demostró en el triunfo ante San Lorenzo hace siete días y lo certificó esta tarde en La Bombonera, en la gran victoria del equipo de Barros Schelotto ante Racing por 4 a 2.
Gago y el paso corto y preciso para entregar la pelota a un compañero. Gago y el pase largo y fino para habilitar a los delanteros y dejarlos en posición de gol. Gago y un buen despliegue físico a pesar del eterno parate por su lesión. Gago y la inteligencia para ubicarse en el lugar indicado para marcar o para jugar. Gago y la aceleración. Gago y la pausa. Todo bien hizo Fernando Gago de principio a fin de un partidazo.
Boca se puso a dos puntos de Estudiantes y es el único escolta en el campeonato. Pero más allá de la estadística y de la comprobación de que el equipo va de menor a mayor, entusiasma el funcionamiento y la idea de juego que parece haberle impregnado definitivamente el Mellizo. A Gago se suman Pablo Pérez y el pibe Bentancur, otros dos que saben qué hacer cuando tienen la pelota. Se agregan los marcadores de punta, alternando en la ofensiva y tirando paredes o desbordes para no caer en la monotonía. Y está Tevez, claro, con su potencia, su jerarquía, su personalidad, su idolatría…
Ese es el circuito, que llega en sintonía hasta el inestable Pavón y el goleador que juegue, Benedetto o Bou, que sin ser determinantes están derechos a la hora de definir.
Lo de Racing de hoy fue poquito y nada. Presionar la salida del rival pareció su única ambición táctica. Y le duró poco, justamente por la inteligencia de Gago. Con el resultado muy desfavorable, con un 0 3 que pintaba para goleada histórica, las apariciones del interminable Lisandro López y una buena tarea de Orión lo salvaron del papelón.
Independiente le ganó a River y apagó el incendio
Con gol del uruguayo Vera, Independiente se quedó con el clásico por 1 a 0 y, aunque no jugó mejor que en la mayoría de los partidos del campeonato, al menos sumó una victoria que trae calma al enrarecido clima que se vive en el club por estos días.
Insólito: el comienzo del partido se demoró diez minutos porque los hinchas del Rojo se subieron al alambrado mientras cantaban en contra de los jugadores y apoyaban al entrenador Milito. Los ánimos estaban caldeados desde temprano en el infierno del Diablo tras la derrota ante Racing del domingo pasado
Con ese clima y esa clara toma de posición de los hinchas en contra de los futbolistas y a favor del técnico, se jugó un primer tiempo malo, luchado y mal jugado, donde los titulares de Independiente no pudieron quebrar al piberío que eligió Gallardo, reservando a sus mejores hombres. Recién promediando el complemento, Vera consiguió quebrar la paridad con un cabezazo en palomita y de allí hasta el final, si bien River pudo haberlo empatado, el Rojo encontró algo de paz y manejó el resultado a favor sin demasiados sobresaltos.