Los que antes lo insultaban ahora lo alientan. «Delpooo, Delpooo ». En las tribunas de Pesaro, un grupo de hinchas argentinos tapa los alaridos de los italianos. En Argentina, muchos de los que lo tildaban de pecho frío gritan como goles sus voleas determinantes en el último game. En el polvo de ladrillo, Juan Martín del Potro se impone gigante en la red para cerrar un partido que fue como se debía en su vuelta a la Copa Davis tras cuatro años: dramático como un tango.
Ese mismo capitán que durante su ciclo no lo quiso, ahora lo halaga desde un pedestal televisivo. «Otra vez Juan Martín aparece en los momentos importantes», dice Martín Jaite, el mismo que nunca supo o nunca le interesó consentir las exigencias de estrella del mejor tenista argentino, ese que junto a Guido Pella venció ayer a Fabio Fognini y a Paolo Lorenzi para poner 2-1 la serie de cuartos ante Italia con un luchado 6-1, 7-6, 3-6, 3-6 y 6-4. Así enterraron la derrota de Juan Mónaco en el segundo single y reivindicaron la victoria del viernes de Federico Delbonis ante Andreas Seppi.
El mismo jugador al que antes la Davis no le entraba en el calendario, ahora acepta y disfruta hasta jugar en pareja. «Es impresionante, no sabemos jugar dobles pero por el corazón parecíamos doblistas. Me sentí espectacular, después de muchos años volví a ganar en la Davis», resume Delpo, mientras firma una bandera argentina a poco de defenderla: esta misma semana fue confirmado por el COI para ir a Río, en donde buscará una nueva medalla olímpica.
Su coterráneo tandilense con el que tenía «una relación nula», ahora se le sienta a la derecha en la mesa. Así evolucionó su amistad con Mónaco, que pasó de aquel supuesto veto a un abrazo afectuoso cachete con cachete que se dieron ayer. El punto de Juan Martín y Pella salvó el día, claro: en el primer turno, en menos de dos horas, Pico había perdido una vez más ante Fognini. Por eso hoy Delbonis tendrá la chance de cerrar la serie en el primer turno ante el incansable Fognini y, en caso de no conseguirlo, Daniel Orsanic ya avisó: el quinto punto sería de Pico.
Otro capitán, un compañero novato y un abrazo comunitario: la carta de renuncia, las idas y vueltas incómodas, ya son historia. Atrás de esa imagen que dan Orsanic, Pella y Del Potro hay un trabajo minucioso. La vuelta de Juan Martín no resultó sencilla, y no precisamente por la lesión en su muñeca, sino por la dificultad de reconstruir vínculos que fueron machacados durante años. «Hay armonía, energía positiva», repiten puertas adentro. Esa construcción requirió varios cambios en la AAT que fueron clave para empezar de cero la relación. Y ayer se cerró el cuento.