Norberto Briasco Balekian escucha a sus compañeros de la selección de Armenia. No entiende nada de lo que dicen. Pero existe el lenguaje universal del fútbol. En las primeras tres fechas de las Eliminatorias europeas al Mundial de Qatar 2022, Armenia le gana a Liechtenstein, Islandia y Rumania. En el camino de vuelta a Argentina, Briasco Balekian se queda varado dos días en el aeropuerto de Ámsterdam. Le mandan memes de Tom Hanks en la película La terminal. El Beto Briasco es el Nº 10 de Huracán. Nieto de armenios, el delantero de 25 años representa a la selección desde 2018: es el tercer argentino en hacerlo después de José Bilibio y Marcelo Devani, quienes jugaron en Deportivo Armenio en Argentina y en la liga armenia. El jugador más gravitante de Huracán se medirá el 5 de septiembre ante Alemania por las Eliminatorias. Pero ahora, Briasco habla del “valor extra” en el sacrificio de convertirse en futbolista, de la identidad de Huracán, de los elogios de Diego Maradona y del Genocidio Armenio, la matanza iniciada en 1915 que dejó un millón y medio de muertes, de la que este sábado se cumplieron 106 años. Lo hace desde Argentina, tercer país más importante de la diáspora, y uno de los 23 que reconoce el genocidio.
–¿Se valora más cuando cuesta más?
–Obviamente, aunque siempre hay que valorar todo. Pero cuando se hace tanto sacrificio, tiene un valor extra, en todo sentido. Me tomaba el 322 de Marcos Paz a Merlo, el tren Sarmiento y después el 114 desde Flores a La Quemita. Antes había hecho inferiores en Independiente y después en Deportivo Merlo. Pasé de tener casi todo a tener que rebuscármela con lo que había. Y hubo un tiempo en el que solo jugaba en mi barrio, La Paz. No llegué a jugar por dinero, sino por una Coca, entre pibes del barrio, pero sí con más grandes. Mi viejo no quería que me metiera en campeonatos por dinero, porque siempre había patadas de por medio, y a él le habían roto la rodilla a los 18 años en un campeonato por dinero en Moreno.
–¿Qué es Huracán?
–Huracán es todo, es el club que me dio la posibilidad de cumplir mi sueño, el que me abrió las puertas para ser alguien en el fútbol y la vida. No hay nada más lindo que poder vivir de ser jugador de fútbol. En Huracán hice Sexta, Quinta y Cuarta. Pasé muchos años, y cosas difíciles como lesiones. Hay que tener un sentido de pertenencia con el club que te hizo ser alguien. Ojalá tenga la suerte de poder emigrar y hacer una carrera afuera y después volver.
–¿Hay una exigencia de respetar un estilo de juego o ya quedó atrás?
–En Primera División cada entrenador tiene su estilo de juego, su manera de ver el fútbol. Obvio que sabemos de la exigencia que tiene Huracán, lo que genera estar en un club grande. Después, la forma de jugar la decide el entrenador. Algunos siguen con esa regla, otros no. Pasa por otro lado. De parte de los hinchas, sí, siempre se habla de cómo jugaba el Huracán de Menotti, el de Cappa en 2009, del que algo me acuerdo. Eso siempre le queda al hincha, y muchas veces se pide eso porque fue la forma con la que le fue bien a Huracán.
–¿Cuál es el nivel de la selección de Armenia?
–Es alto, hay jugadores importantes que juegan en las grandes ligas. Se nota en los controles, en los pases, en las intensidades. Es otro fútbol, más dinámico que en Argentina. Dimos tres pasos muy importantes, fundamentales en el grupo, y en septiembre jugamos con Alemania, que es el candidato, una potencia mundial. Podemos pelearle y hacer nuestro partido para cumplir el objetivo de clasificar al Mundial. Vamos a tener que dejar todo y dejar más del 100%, porque si no, no nos va a alcanzar. Y aparte se puede: Macedonia del Norte le ganó a Alemania de visitante.
-Este sábado se cumplió el 106º aniversario del Genocidio Armenio.
–Estoy al tanto. Siempre escucho y me cuentan de parte de la familia de mi mamá. Sé lo que significó y lo que genera para Armenia. De chico, nos fuimos a vivir a Marcos Paz, nos alejamos un poco, y por eso no estoy tanto en la comunidad armenia. Mi abuelo, Juan Carlos Balekian, que falleció hace unos meses, era armenio y era de viajar cada tanto a Armenia. También me enseñaba palabras antes de viajar con la selección, cómo saludar, a leer. Y me contaba lo que vivieron mis bisabuelos, que fueron los primeros en llegar después del genocidio. No se hablaba mucho del tema, pero siempre se contó lo de mi bisabuelo.
–¿Se habla entre los jugadores?
–Con el que más hablo es con Wbeymar Angulo, un compañero colombiano que juega en la selección y en la liga armenia. En 2019, a Mkhitaryan no lo dejaron jugar la final de la Europa League con el Arsenal en Azerbaiyán, que quiere tomar tierras que pertenecen a Armenia y los armenios las están defendiendo. La última vez, por ejemplo, me pasó algo sin querer: hay un compañero que juega en Kazajistán, y yo, hablando con el colombiano, me equivoqué: “¿Él juega en Azerbaiyán?”. Y me miró y me dijo: “¿Estás loco? Ningún armenio puede ir ni siquiera a Azerbaiyán”. Ahí entendí lo que se genera con solo nombrarlo. Aunque a veces acá salen cosas que nada que ver. Una vez me mandaron una foto de un jugador al que supuestamente habían mandado a la guerra. Le pregunté al traductor y me dijo que era mentira.
–¿Se aprende a pegarle a la pelota?
–La pegada y mi velocidad son mis virtudes. De chico, mi viejo siempre me hacía patear con las dos piernas. Me llevaba a la canchita. O en mi casa, para que supiera pegarle con las dos de más grande. Hoy con la izquierda no le pego tan bien como con la derecha, pero le sé pegar. Quizá se lo debo a él porque me insistió bastante. Quizá en lo futbolístico me falta mejorar el cabezazo, es un punto débil, porque no sé si lo hago bien. He jugado un torneo de 9, pero en inferiores siempre jugué de mediapunta, detrás de un delantero, con una referencia de área. También me tocó jugar de extremo por ambos lados, de volante. Aunque lleve la 10, enganche no soy. Soy más delantero que otra cosa. A veces te llega la pelota, a veces no. A veces no influís en el juego y hay que buscar la pelota, generar el espacio para recibir y ahí ser decisivo.
–¿Qué implica dar el salto a otro club?
–Es el sueño de todo futbolista poder tener una transferencia y poder jugar en Europa, aunque cada vez está más difícil, cada vez hay menos jugadores argentinos que van a las grandes ligas de Europa. Hay que estar preparado para que lleguen esas oportunidades de crecimiento. También podés dar un paso en Argentina, como se dijo que podía ir al River de Gallardo, que viene siendo muy importante en los últimos años. No es que quiera irme o no, sino que los años pasan, ya tengo 25, y hay que aprovechar. Pero soy una persona muy tranquila, y que tenga que pasar lo que tenga que pasar, aunque está el deseo.
–“¡Cómo va el grandote! ¡Es un animal!”, dijo Maradona en Huracán-Gimnasia.
–Me va a quedar de por vida. Lo que dijo el Diego fue, es y será inolvidable. Con mi viejo éramos enfermos de Maradona. Después de ese partido me firmó la camiseta. Y encima después de que muriera, en homenaje, jugué contra Patronato con el apellido Maradona en la camiseta de Huracán. Fue una buena idea. Y algo impensado.