Dalila Ippolito entra a los 26 minutos del segundo tiempo ante Escocia, último partido en el grupo del Mundial Francia 2019. Es la tercera jugadora más joven en el torneo. Y es su debut. Argentina pierde 3-0 en el Parque de los Príncipes de París. Cuatro minutos después, agarra la pelota en la mitad, encara y asiste a Milagros Menéndez. Gol. El inicio de la remontada histórica: 3-3. Ya pasó un año de aquel Mundial bisagra para el fútbol argentino. Ahora Ippolito tiene 18 años, y una cancha con su nombre, la del Club Jóvenes Deportistas de Villa Lugano, donde empezó a jugar a los siete. Signo de transformaciones, es la primera futbolista cuyo nombre lleva una cancha en Argentina. En cuarentena, mientras estudia inglés e italiano y entrena en doble turno -saltos con sillas y sentadillas con bidones de agua-, Ippolito, mediocampista ofensiva que acaba de despedirse de UAI Urquiza, habla de los inicios en Lugano 1 y 2, de las gambetas, de Francia 2019 y la semi profesionalización del fútbol femenino en el país, y del futuro a corto plazo, porque la Juventus de Italia ya se comunicó con su representante.
-¿Qué significa que una cancha lleve tu nombre?-Quizás es histórico, algo más de lo que logramos en relación a la igualdad y a los derechos. Se están dando cuenta de que somos parte del ambiente del fútbol y del deporte. Es una lucha más y no tengo dudas de que van a haber muchos estadios con nombres de jugadoras. Estoy convencida. En lo personal, estoy feliz. Es el club que me dio todo, me vio nacer y crecer; es la cancha en la que jugué desde que soy chica, donde hice goles que no me voy a olvidar nunca, donde di vueltas olímpicas. Es algo inexplicable, una felicidad incontrolable y un orgullo inmenso.
-¿Por qué un club no es sólo fútbol?
-La frase que caracteriza a Jóvenes Deportistas es que los chicos que están en la calle tienen que estar adentro del club. El club es una casa, una familia muy grande, porque a dónde quieras ir te va a ayudar, a dónde quieras llegar, ellos van a estar. Lo viví cuando empecé a jugar en River a los 13 años. Eso hace grande a un club: ayudar a los chicos para darle un futuro y darle fuerza para que tengan y luchen por un sueño.
-¿Soñabas con jugar un Mundial?
-Cuando sos chiquita lo único que querés es patear la pelota, correr detrás de ella y gritar los goles con todas tus fuerzas. Disfrutar y hacer lo que te gusta. Si bien siempre veía los Mundiales masculinos, porque era lo único que pasaban en la tele, eso te despierta, te motiva a que el día de mañana puedas estar jugando uno y puedas ser una estrella con tu selección. Pero de chica sólo seguía la pelota y quería meter goles.
-Cuando entraste en el partido ante Escocia en el Mundial, dijiste que pensaste en “encarar como lo hacías contra los varones”.
-En Lugano 1 y 2 los edificios están uno pegado con otro, y cuando una vez me mudé, bajaba a jugar a una plaza que tenía al lado de casa. Ahí nos juntábamos los chicos de todos los edificios. Era la única chica. Y siempre se armaban partidos. Era un poco tímida, y era nueva y mujer. Pero arranqué, y al principio me decían que no, pero después que sí: me vieron jugar y nunca me cerraron las puertas. Y ahí se picaba, eh: mano a mano, todos contra todos, Mundialitos en los que cada equipo elegía una selección. Ahí se veían los buenos jugadores. Y las buenas jugadoras. Ahí sí me imaginaba un Mundial de verdad.
-¿Qué te pasó después del debut y el empate ante Escocia?
-De repente tenía fans. Colapsó todo. Tenía cuatro mil seguidores en Instagram y después del partido, 30 mil. Fue una locura. Me puse a mirar los mensajes. Los menos atacaban a la Selección. La mayoría eran positivos. Una vecina me escribió: “Gracias por jugar como en el barrio. Vi a la Dalila de Lugano”. Siempre lo recuerdo. Me chocó y me identificó.
-¿Qué lugar ocupa la gambeta en el fútbol?
-Es fundamental a la hora del ataque, de los mano a mano, por más que tengas velocidad. Tener gambeta y velocidad a la vez te da la posibilidad de encarar y sacarte de encima a una o dos rivales y asistir a la compañera. La gambeta, la técnica, el atrevimiento y la individualidad tienen que existir siempre, porque si no es difícil para los equipos. Además es lo que me identifica. Mi característica es pisarla y asistir.
-¿Escasean en otras partes del mundo?
-Como jugadora, trato de ver fútbol femenino del exterior, aunque acá no ves nada, literalmente, porque no pasan un partido. Pero te ponés a buscar porque te da intriga saber cómo juegan, el nivel que hay. En lo físico es totalmente distinto. Y jugadoras con técnica que juegan individualmente hay muy pocas. En Estados Unidos hay jugadoras muy técnicas que juegan simple, pero muy pocas veces ves a una jugadora que desequilibre y te quiebre a una defensa. Pero siempre surge al menos una.
-¿Qué cambió desde la semi profesionalización?
-Fue algo muy grande la semi profesionalización del torneo de Primera después de la lucha de Maca Sánchez y de otras jugadoras; empezar a cobrar un contrato y un montón de cosas nuevas nos puso felices. Pero falta mucho. Falta que los dirigentes sigan apoyando la disciplina, que apuesten e inviertan. Y que inviertan sin miedo, porque al fin y al cabo el fútbol femenino va a crecer. De tener una base no se va a retroceder. Las jugadoras no vuelven a ser amateurs en Argentina. Somos jugadoras profesionales y a eso aspiramos todos los días. La lucha es continua, es lucha siempre, y luchamos por cosas que nos pertenecen.
-¿Pertenecés a una generación a lo que se le hizo más fácil empezar a jugar al fútbol?
-Esta generación es la que va al frente, la que deja todo para que las próximas generaciones puedan vivir y disfrutar el fútbol como tendría que ser. Todo eso me queda para un futuro. Cuando yo era chica era más común que una nena jugara al fútbol, y hoy creo que es todavía más común. El Mundial fue un antes y un después. Hoy tenés escuelitas en barrios y clubes, en las escuelas hay cada vez más fútbol femenino, y eso es una base para que el día de mañana no cometamos errores que quizá cometemos hoy en la cancha. Y eso llama la atención, atrae a la gente. El día de mañana, una jugadora formada desde los cuatro, cinco años, tiene que ser crack, porque tiene todas las herramientas y los componentes para ser crack. Es por donde se empieza. Que una nena juegue hoy al fútbol está más naturalizado, no te discriminan, no te apartan. Te dicen: “Vení, jugá con nosotras”. Lugar al que vayas, a un club o a una plaza, siempre hay una chica. Eso es lo lindo y lo que te hace sonreír de oreja a oreja.
-¿Vas a jugar en la Juventus?
-Hay clubes con los que estamos en contacto, y Juventus es una de las posibilidades. Pero hay otros y no vale la pena dar los nombres ahora.