Al margen de la discusión acerca de los motivos -si futboleros, si políticos, si económicos- que sirvieron como caldo de cultivo, lo que es seguro es que el grito de guerra que estalló en la cancha de San Lorenzo se volvió viral. «¡Mauricio Macri la puta que te parió!», se escuchó en el Bajo Flores el 4 de febrero.
Dos fines de semana después, la melodía no sólo volvió a sonar en el Nuevo Gasómetro. También apareció en el Monumental
La última versión ocurrió el último fin de semana en el estado de Huracán en Parque Patricios cuando se cortó la luz en el minuto 26 del partido contra Estudiantes. También los hinchas de Independiente antes del comienzo del partido contra Banfield y en San Martín, donde la hinchada de Chacarita cantó contra Macri antes de su enfrentamiento con Belgrano de Córdoba.
Y según cuenta el periodista Matías Waldszan, el pasado viernes en la cancha de Racing unas cincuenta personas también empezaron con el cántico durante el entretiempo en una de las plateas, pero no tuvo mayor eco. «Acá estamos por Racing -lo frenó un muchacho- me chupa un huevo Macri, por mi que se muera, pero cantemos por Racing».
El insulto al presidente se popularizó. Ya traspasó la frontera de los tablones. Este martes, por caso, también se sintió en los alrededores de Plaza de Mayo, en el acto con el que La Bancaria cerró su paro de 48 horas.
No es la primera vez en la historia argentina que un presidente es insultado en una cancha de fútbol. El 1 de noviembre de 1967 Juan Carlos Onganía ya llevaba más de un año como presidente de facto. Del Estadio Juan Domingo Perón se llevó la segunda gran silbatina de su mandato, dos semanas después de que los obreros lo abuchearan en su visita a la planta cordobesa de Industria Kaiser Argentina. Aquella tarde Racing recibía al Celtic de Escocia por la final Intercontinental. Al dictador lo escoltaban el interventor de la provincia de Buenos Aires, Francisco Imaz, y el de la AFA, Valentín Suárez. Onganía se bancó la silbatina y la marcha peronista con su mejor cara de militar disciplinado.
Algunos años antes, cuando el golpe de Estado para derrocar al radical Arturo Illia todavía no se había concretado, Onganía parecía caer más simpático en las tribunas. En plena guerra de Azules y Colorados su popularidad crecía en la prensa de la época. Al punto de que su apellido llegó a las canchas de fútbol: «¡Melones! ¡Sandías! A Boca no lo paran ni los tanques de Onganía», cantaron los xeneizes en 1962. En La Bombonera, donde durante muchos años fue hit el grito «yo soy del Abuelo, peronista y bostero», también se escucharon insultos contra políticos. En abril de 1974, un año antes de que el Brujo José López Rega dejara el Ministerio de Bienestar Social, al ritmo de Ob-La-Di, Ob-La-Da, de Los Betales, le cantaron: «López Re/ López Re/ López Rega /la puta que te parió».
Así, al menos, lo recuerda el periodista Fernando DAddario en este artículo de Página 12.
Durante la última dictadura la vinculación de las hinchadas con la política se multiplicó. Primero, porque la censura era más fácil de vencer entre la multitud de las tribunas. Segundo, porque el Mundial 78 fue una vidriera. Acaso el hecho más resonante se dio en 1979 en el exterior, cuando se jugó la revancha de la final Argentina-Holanda, en una cancha de Berna, Suiza. Detrás de uno de los arcos, durante el segundo tiempo, se pudo ver durante algunos minutos una pancarta que decía: «Videla Asesino».
Más conocida es la anécdota de la hinchada de Nueva Chicago, que el 24 de octubre de 1981 marchó presa al trote desde su estadio hasta la Comisaria 42°. ¿El motivo? Cantar la marcha peronista durante el partido ante Defensores de Belgrano. Unos 40 hinchas verdinegros terminaron presos esa tarde. En los partidos siguientes, a modo de burla, en Mataderos cantaron el arroz con leche. Ese mismo año, la dictadura había sacado un jingle publicitario en el marco del Operativo Sol para que las familias no lleven a sus mascotas a sus veraneos. «Boby, mi buen amigo», arrancaba la canción que luego se volvió himno en la mayoría de las tribunas. Lo mismo ocurre con la marcha radical y la marcha peronista, que se escuchan reversionadas en los estadios cada fin de semana.
La canción más popular de la Selección («Vamos/ vamos/ Argentina») también fue un jingle político: Contagiate mi alegría salió en 1974 como propaganda oficial durante el último gobierno de Perón.