Neymar, el astro brasileño, entra en calor con una remera de Diego Maradona por encima de la del PSG. En el Parque de los Príncipes, una imagen se proyecta en el cielo y los futbolistas se paran formando una “M” en el centro del campo. De fondo, un mosaico: “Adiós 10, descansa en paz”. Al-Fujairah, uno de los clubes que Maradona dirigió en Emiratos Árabes, dibuja un rostro de Diego en las playas paradisíacas. El club mexicano Dorados de Sinaloa, escala previa de Maradona como DT antes de desembarcar en Gimnasia La Plata, lo llama “El Jefe”. En la Premier League, antes de los partidos, pasan el gol de todos los tiempos que les hizo a ellos, a Inglaterra, en el Mundial de México 86. En la liga de Ecuador, los partidos se paran a los diez minutos y se hace silencio.
Y en el primer partido de fútbol argentino después de la muerte de Maradona, en la cancha de Racing, que juega de local ante Unión por la rebautizada “Copa Diego Maradona”, vuela un “barrilete cósmico” amarrado a una pelota y el mensaje es uno, inequívoco: “Gracias, Diego”. El silencio solo se corta cuando aparece la canción de Rodrigo, La mano de dios, remixada con el histórico relato de Víctor Hugo Morales. «Quiero llorar. Viva el fútbol», dijo Víctor Hugo aquel 22 de junio de 1986. Son palabras que se podrían repetir a cada minuto en estos días.
Los homenajes del fútbol argentino y mundial serán inabarcables, pero, al cabo, este es el primer fin de semana sin Diego. La tristeza y el llanto de los jugadores de Gimnasia, en el José Amalfitani, antes de medirse con Vélez, parte el alma. Son futbolistas que llegaron a La Plata por pedido de Diego, que estuvieron hace 72 horas en el velorio en la Casa Rosada y que ahora deben salir a jugar por la Copa Diego Maradona. El arquero Jorge «Fatura» Broun se presentó con un mechón amarillo, como el Diego en el regreso a Boca. Lucas Licht, en el banco, llevó los botines Puma que le regaló el mismo Maradona.
En el regreso del fútbol femenino en Argentina también hubo homenajes al Diez. Minutos de aplausos y brazaletes de capitanas con la figura de Diego corriendo en México 86. Uno de los más emotivos acaso haya sucedido en España. El equipo del Sevilla, el club en el que jugó Maradona entre 1992 y 1993, salió con camisetas con el número diez en la espalda y, cuando se reunieron en la mitad de la cancha, sonó un tango de Gardel en el ambiente del estadio Sánchez Pizjuan: “Mi Buenos Aires querido, cuando yo te vuelva a ver, no habrá más penas ni olvido…”. No menos conmovedor fue el llanto del italiano Carlo Ancelotti, actual entrenador de Everton, contemporáneo de Maradona en los años en el Napoli, cuando vestía la camiseta de Milán. En Brasil, el Santos, club de origen de Pelé, le agregó el nombre “Maradona” a su camiseta número diez. El que la portó fue el venezolano Yeferson Soteldo. Es cierto: el fútbol, por estos días, podría cambiar el nombre y llamarse simplemente “Maradona”. “¿Vamos a jugar un Maradona?”.
En España, Diego Simeone, durante el minuto de silencio en Valencia-Atlético de Madrid, rompió en llanto. “Nací con la ilusión de todos los chicos de querer ser Maradona”, dijo luego el Cholo, compañero de Diego en el Mundial de Estados Unidos 94, el del “me coratron las piernas”. En el estadio Alfredo Di Stéfano, donde juega de local el Real Madrid, una camiseta de la Selección Argentina con el diez ocupó un lugar en la platea. En Italia volvió a sonar la canción “Live is life”, de Opus, para los calentamientos antes de los partidos. Pablo Dybala, de la Juventus, imitó los movimientos maradoneanos. En Alemania, las pantallas gigantes fueron protagonistas: en Stuttgart-Bayern Munich eligieron la imagen de Maradona en la final de la Copa UEFA que Napoli le ganó al Stuttgart en 1989. En Borussia Dortmund-Colonia apareció la foto de Maradona levantando la Copa del Mundo. Los homenajes del fútbol, como Maradona, serán infinitos en el tiempo.