Desde el 18 de diciembre de 2022, cualquier adversidad que golpee a los 26 campeones del mundo supone, también, una mala noticia para el resto de los argentinos. Pasó en los últimos días, cuando Alejandro Papu Gómez recibió uno de los mayores golpes para un deportista: dio positivo en un control antidoping realizado en España, cuando jugaba para el Sevilla, poco antes del Mundial.
Gómez, que en la actual temporada pasó al Monza de Italia, fue sancionado por dos años. A sus 35, y tras una larga y exitosa carrera, su futuro deportivo queda entre signos de preguntas. «No me quiero retirar de esta manera, ojalá mis abogados puedan solucionarlo», dijo el Papu que, tras su participación en el Mundial –y entre rumores de distanciamiento con otros campeones– en 2023 no volvió a ser convocado a la selección.
Según explicó Gomez, el positivo se debió a «una sustancia (Terbutalina) que está en un jarabe para la tos que tomé accidentalmente en una noche en la que a mi hijo más chico le agarró un ataque de tos«. Un comunicado posterior precisó: «La presencia en mi organismo (fue) por haber recibido por error, y de forma accidental, involuntaria y no intencionada, una cuchara del jarabe de mi hijo pequeño para el alivio de la tos».
Aunque la credibilidad y la buena fe de Gómez no quedan bajo cuestionamiento, su explicación se suma, a la vez, al amplio abanico de razones que esgrimieron deportistas de primer nivel mundial que dieron positivo. Algunas de esas razones resultan verídicas y otras, bastante menos. Un caso reciente fue en los Juegos Olímpicos de Invierno 2022, cuando la patinadora rusa Kamila Valieva dio positivo por trimetazidina y presentó como coartada que había tomado agua del vaso que su abuelo usaba para ingerir los medicamentos recetados tras haber recibido un trasplante.
Un libro publicado en 2021, Enciclopedia del desconocimiento, del español Dani Rodríguez, recopila varias de estas justificaciones –a veces coartadas o excusas–, muchas de ellas disparatadas. Al Papu le queda una esperanza: algunas de estas explicaciones fueron aceptadas por las autoridades y lograron una reducción de la sanción original. La lista incluye muchas culpabilizaciones a mujeres, otra forma del machismo en el deporte.
Mientras dormía. Ophelie Claude-Boxberger, atleta francesa positivo por EPO en 2019. Acusó al novio de su madre –a quien había denunciado por acoso– de inyectarle una dosis de EPO en el riñón por vía intrevenosa mientras ella dormía. Fue sancionada por cuatro años y aún no volvió a competir.
Relación extramatrimonial. Michael Rasmussen, ciclista danés eludió los controles previos al Tour de France 2007. Las autoridades lo sancionaron porque, cuando debía presentarse a los estudios de sangre y orina, dijo estar en México con una amante. Luego confesó que se había dopado durante 12 años.
Suegra. Raimondas Rumsas, ciclista lituano positivo por EPO en 2002, alegó que tomó productos –traídos de Lituania por su mujer– que eran para su suegra enferma.
Remedios del perro. Frank Vandenbroucke, ciclista belga que dio positivo por clembuterol en 2002, explicó que por error ingirió la medicación con la que curaba a su perrro labrador, que estaba enfermo.
Gemelo desconocido. Tyler Hamliton, ciclista estadounidense, en 2005 dio positivo por transfusión de sangre. Sus abogados expusieron la presencia de células ajenas a partir de un gemelo nonato, desconocido y desaparecido. Tyler, que nunca tuvo un hermano gemelo, explicó que estudiaba la posibilidad de que su feto haya convivido durante una decena de semanas con otro feto que luego murió.
Picadura de avispa. Fabio Cannavaro, futbolista italiano campeón mundial, dio positivo por corticoides en 2009. En su descargo dijo que, tras una picadura, tomó un fármaco que tenía la sustancia prohibida. El Comité Olímpico Italiano le dio el aval y cerró el caso.
Besos. Richard Gasquet, tenista francés, dio positivo por cocaína en 2005. Adujo que en una fiesta, durante el torneo de Miami, se besó con una chica y pasó la noche con ella. La explicación fue dada por válida y la sanción original, de 12 meses, se redujo a 45 días.
Alargamiento de pene. LaShawn Merrit, velocista estadounidense doble campeón olímpico, fue sancionado en 2010 por DHEA. Se excusó en que había ingerido esa hormona por un tratamiento para agrandar su órgano masculino. La defensa fue exitosa: de 21 meses, la pena se redujo a tres meses.
Sexo oral. Daniel Plaza, marchista español campeón olímpico, dio positivo en 1996 por nandrolona. Se justificó en que le había hecho sexo oral a su esposa embarazada. También tuvo éxito: la sanción original, de dos años, luego fue anulada por defecto de forma.
Dolores menstruales. Mariano Puerta, tenista argentino, fue positivo por etilefrina en la final de Roland Garros 2005. Explicó que su mujer bebió agua con gotas de Effortil, un medicamento para dolores mensturales que contenía la sustancia prohibida. Según Puerta, él también se sirvió agua del mismo vaso. Años más tarde, tras ser reincidente, contó que la defensa de su primer doping había sido mentira.
Caramelos de la tía. Gilberto Simoni, ciclista italiano, dio positivo por cocaína en 2002. Dijo que le dolía la garganta y aceptó caramelos que su tía había traído de Perú y estaban adulterados por cocaína. Tenía razón, o al menos fue absuelto.
La lista es enorme. Dennis Mitchell, atleta estaounidense positivo por testorena, dijo que había tenido «mucho sexo» la noche anterior al control –habló de «cuatro veces»–. Javier Sotomayor, mítico saltador cubano castigado por cocaína, explicó que la CIA le contaminó la comida para perjudicar la imagen del gobierno castrista. El ciclista holandés Adrie van der Poel, positivo de estricnina, dijo que comió una torta adulterada por el alimento que su padre, fanático de la colombofilia, usaba para criar palomas.
El nadador español David Meca, con nandrolona en 1999, dijo que se había contaminado con un plato de achuras. Su compatriota Alberto Contador, ciclista, adujo algo similar: un bife en mal estado. El jugador australiano de cricket, Shane Warne, positivo por un diurético en 2003, contó que quería adelgazar porque su madre lo veía gordo.
Diego Maradona dio tres veces positivo, en 1991, 1994 y 1997: se hizo cargo y nunca culpó a nadie. «