Hasta mediados del 2016, Javier Mascherano, Lionel Messi y Gabriel Milito compartían el privilegio de haber sido los únicos argentinos en haber sido dirigidos por Guardiola. Durante su estadía en Munich, Pep no contó con futbolistas de nuestro país en la plantilla del Bayern. Pero al arribar a Manchester para hacerse cargo del City, en su mayor desafío como entrenador al asumir en un club que no ejerce un rol tan protagónico en la Premier como el Bayern en la Bundesliga o el Barcelona en la Liga BBVA, automáticamente se agregaron cuatro argentinos más a aquella selecta lista integrada por Masche, Leo y Gaby. Ellos fueron: Wilfredo Caballero, Pablo Zabaleta, Nicolás Otamendi y Sergio Agüero.
La temporada 2016/17 finalizó sin títulos y con suerte dispar para el cuarteto argentino. Pero de algo no quedan dudas: haberse cruzado con Pep en su carrera los marcó a los cuatro.
Con Agüero
El mayor grado de compromiso y esfuerzo para con el equipo pareció surtir efecto sobre el último tramo de la temporada. Recuperada la titularidad por una lesión de (Gabriel) Jesús, Agüero se mostró más participativo al momento de tener que ayudar a sus compañeros para recuperar la pelota. Guardiola modificó ciertas estrategias, evolucionó como entrenador desde aquel joven debutante en el banco del Barcelona B, pero si hay algo que no cambió es su pensamiento sobre el rol que debe asumir el centrodelantero de su equipo. Que se tire a los costados, que retroceda para quitarle referencia a la zaga central rival y que sea el primer eslabón de la presión alta en la salida del equipo contrario.
Con Caballero
Al finalizar la temporada (2016/2017), en la que atajó más de lo que se suponía que iba a hacerlo, (Wilfredo) Caballero ya sabía que no continuaría en el club porque Guardiola se lo había comunicado. Lejos de tomarlo mal, el arquero cuenta qué le dijo a Pep el día de la despedida. «Le dije gracias porque ese año fue el que más aprendí y crecí en toda mi carrera. También le agradecí por la paciencia que me tuvo. El podía tener el arquero que quisiera para el City y muchas veces se decidió por mí. Le dije que en el último partido que me tocó atajar me sentí jugando muy suelto y natural, disfrutando de esta forma de jugar y de leer cada partido como él me había inculcado».
Para Willy, la temporada con Guardiola fue una experiencia magnífica. «Pep tiene esa obsesión por jugar casi de forma perfecta, cuidando los pases, los controles y demás. El balance es súper positivo. Aprendí mucho, te abre la cabeza en cuanto a la forma de ver el fútbol. Si hoy estoy lleno de conceptos fue gracias a haber convivido y a haber sido entrenado por él».
Con Zabaleta
Acostumbrado a recorrer toda la banda, el ex San Lorenzo debió perfeccionarse en meter la diagonal y en actuar también por adentro. El balance fue muy bueno más alla de no haber ganado ningún titulo. Haber aprendido cosas diferentes. Como jugador siempre la experiencia de poder trabajar con alguien que tiene conceptos diferentes, nuevos, que innova constantemente y se puede aprender mucho. No pudimos ganar nada, fue importante haber aprendido y sacado conclusiones de trabajos que antes no la había entrenado.
Con Otamendi
Nicolás Otamendi, en sus primeros entrenamientos con Guardiola como técnico, pasó por la misma situación que le tocó vivir a Gabriel Milito cuando en el Barcelona comenzó a ser dirigido por Pep. Acostumbrados a hacer «control y pase», debieron empezar a conducir. A Guardiola no le gusta que los centrales dividan la pelota. Les exige pase limpio en la salida y valentía para avanzar con el balón. Claro que eso requiere no sólo de capacidad técnica sino de una correcta lectura de juego. Es imprescindible la inteligencia para conocer cuándo arriesgar, cuándo dar el pase y cuándo conducir.
Así, en los primeros partidos de la temporada, Otamendi comenzó a mostrar otra versión, un juego muy diferente al que se le veía en la Selección Argentina. En el partido contra el Manchester United, correspondiente a la Premier League, mostró esa faceta casi en su máxima expresión. Con Stones, el otro zaguero central, marcado por Zlatan Ibrahimovic, el defensor argentino participó permanentemente del juego de salida al tener mayor libertad de movimientos. Lo hizo bastante bien y terminó aquel encuentro, que fue victoria para el City, como una de las grandes figuras del partido.
Pese a que la defensa del Manchester City fue la zona más cuestionada por los medios periodísticos y los hinchas del equipo, Otamendi mantuvo la titularidad a lo largo de la temporada salvo contadas ocasiones.