Cuando las temporadas europeas parecían encaminarse con éxito hacia el final luego de los tres meses de parate por coronavirus, un verdadero escándalo sacude al fútbol español. Las alarmas saltaron el lunes, a pocas horas del inicio de la última y decisiva jornada de la Segunda División, cuando los medios españoles informaron que al menos ocho componentes del plantel del Fuenlabrada, seis de ellos jugadores, habían dado positivo en los últimos test de detección del Covid-19. Y si había un partido del que dependía todo, no era otro que el Deportivo La Coruña-Fuenlabrada, donde los gallegos se jugaban mantenerse en la categoría y los madrileños disputar el playoff por el ascenso.
Después de discusiones entre La Liga, organizadora de la competición, la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y el Consejo Superior del Deportes (CSD, órgano gubernativo) se acordó suspender el partido entre Deportivo y Fuenlabrada y mantener «la disputa del resto de partidos de la Jornada 42», anunció en un comunicado La Liga. «Es la solución que mejor protege la salud de los futbolistas y la integridad global de la competición», justificó la organizadora del torneo. La decisión derivó en la bronca del Deportivo La Coruña, que descendió a la Tercera sin poder disputar la última fecha al mismo tiempo que sus contrincantes en la lucha por no bajar de categoría. Y también en la del Elche, último equipo clasificado a los playoff por el ascenso, posición que perdería si Fuenlabrada consigue un empate ante un Depor ya descendido, cuando el partido finalmente se dispute.
Con el correr de las horas la cuestión deportiva ha quedado a un costado. El gobierno español, a través del CSD, criticó a La Liga por su actuación ya que considera que tanto La Liga como el Fuenlabrada actuaron con negligencia al no advertir a las autoridades de los casos positivos detectados en el club madrileño y que nunca le debería haber permitido viajar a La Coruña. Ni La Liga ni el Fuenlabrada informaron de la situación hasta el «lunes por la tarde», cuando ambos conocieron un primer positivo «el sábado 18 de julio a las 22h30». «En ese momento se debió haber establecido una comunicación fluida con la autoridad sanitaria» tal como se recoge en el protocolo diseñado para la vuelta del fútbol en junio, después de que las competiciones se suspendieran en marzo por la pandemia. «Además, y resulta más grave, el club y La Liga conocieron el domingo a las 22h30 que había tres positivos más, lo que se considera ‘un brote’”, dice el comunicado del CSD.
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El escándalo terminó de explotar este miércoles por la tarde, cuando los medios españoles publicaron los motivos por los que la Liga y el Fuenlabrada ocultaron los casos positivos de Covid-19: Javier Tebas, presidente de la Liga, pidió en 2018 130 mil euros por la asesoría legal durante dos años al club de Madrid y su hijo es secretario del Fuenlabrada desde 2016. Varios clubes criticaron desde el lunes que no se suspendiese toda la jornada, para no beneficiar a unos equipos, y Deportivo y Numancia, que también descendió, anunciaron que acudirán a la justicia ordinaria para evitar el descenso. El resto de la jornada sí se jugó y los resultaros provocaron el descenso de categoría del Dépor y el Elche se metió sexto, en el último puesto que da acceso a jugar el playoff, aunque podría perderlo si el partido aplazado acaba jugándose, en el que a los madrileños les bastaría un empate ante un rival desmotivado al estar ya descendido.
Tebas no es un desconocido en la Argentina. Votante del partido de ultraderecha Vox, fue consejero de Mauricio Macri y Fernando Marín en la creación de la extinta Superliga y empujó el ingreso de los privados a las transmisiones, cuando el ex geranciador de Racing sepultó el programa Fútbol para Todos. Entre 2016 y 2018 fue un asiduo visitante del país, se sacó fotos hasta con Patricia Bullrich e hizo lobby por las sociedades anónimas deportivas, la obsesión futbolera que acompaña a Macri desde 1993 pero que nunca pudo llevar a cabo.
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