El ascenso a Primera División de 1984
El titular del Jurado de Honor de Gimnasia, René Favaloro, era otro gran cabulero. Cuando iba al Bosque estacionaba el auto siempre en el mismo lugar y, si la fortuna no asistía a su llamado, al siguiente partido cambiaba de sitio. Alentado por Cacho Delmar, el prestigioso cardiocirujano, que alguna vez se jactó de que su corazón bombeaba sangre azul y blanca, empezó a hacerse presente en la concentración de Estancia Chica, donde improvisaba charlas motivacionales con los futbolistas de Gimnasia. “Antes de esas finales nos hicieron muy bien sus visitas”, recordaba Cacho Delmar, el presidente del club, sobre el médico platense.
Unos días después del triunfo ante Argentino de Rosario, Favaloro se sumó al almuerzo junto al plantel, el cuerpo técnico y varios dirigentes. Les habló a los jugadores con fervor, pero también con la prolijidad de un entrenador minucioso que repasaba línea por línea y, en la pausa de un bocado, Carlos Alberto Carrió, el talentoso ”10” del equipo, lo paró con la misma calidad con que trataba al balón: “Discúlpeme, Favaloro, me gustaría ayudarlo en su próxima operación”, le retrucó. De las risas pasaron a tomarse fotos con una máquina Canon que tenía el jugador Eduardo Marasco (….).
El rival de Gimnasia para la final del octogonal era el poderoso Racing Club, que había clasificado envuelto en una polémica que incluyó suspensiones y fallos arbitrales sospechosos. Favaloro intentó poner paños fríos a la situación en declaraciones a la prensa: “Esto tiene que ser una final deportiva y no otra cosa –alertó pocas horas antes del partido–. Todos estos días, como siempre, se corren toda clase de dimes y diretes. Analicemos nomás lo que pasó entre Racing y Lanús. Todo eso no es lógico. Lo lógico es jugar un partido de fútbol como se debe jugar, deportivamente, limpiamente, haciendo de esto un hecho que sirva a la comunidad y que todos estos factores extradeportivos desaparezcan”, dijo.
La expectativa era inmensa. Para la primera final, Cacho acordó con Favaloro ir juntos al Cilindro. Después de encontrarse en la avenida Mitre, caminaron hacia el estadio ensimismados en la charla cuando, de pronto, se vieron en medio de un hormiguero de camisetas albicelestes. Cacho se detuvo.
–René, nos equivocamos, si seguimos por acá podemos tener problemas-, dijo tomando del brazo al médico.
–Vamos, no pasa nada.
Siguieron adelante e ingresaron al estadio entre saludos afectuosos cargados de respeto de los aficionados de Racing. Una vez más, Cacho confirmó que Favaloro era un personaje extraordinario: “Único, grandioso y humilde a la vez, respetado en todos lados”, repetía cada vez que recordaba la anécdota. (…)
Tras el Ascenso, en la revancha en La Plata, dos fotos son símbolos de aquel momento para los coleccionistas: el grito de Pedrazzi subido a caballito del “Bocha” Flores, que El Gráfico publicó en su tapa, bajo el título “La vuelta de Gimnasia”; y el abrazo de Favaloro y Delmar celebrando el triunfo en el palco.
La Copa Centenario 1993
Ya estaban muy cerca de la fecha de la final contra River cuando Grondona confirmó que estaría presente para entregar la Copa en el Bosque. Como Favaloro no iba a poder estar presente, ya que debía viajar a un simposio científico en Estados Unidos, Cacho le hizo un pedido especial: casi como una cábala reeditaron en la oficina del negocio el encuentro entre ambos previo al ascenso del 84 con un testigo privilegiado: el diario El Día. “Delmar me llamó por teléfono para que fuera hasta su oficina particular. Cuando llegué estaba junto con Favaloro, que dejó un mensaje a todos los hinchas exhortándolos a disfrutar con tranquilidad del espectáculo y pidiéndoles que no ingresaran al campo de juego ante la posible consagración para que todos pudieran ver la vuelta olímpica”, cuenta el periodista Aníbal Guidi.
Griguol y el subcampeonato en el Clausura 1995
Timoteo ya era un especialista en sacar campeones a equipos chicos, o al menos poco acostumbrados a animar los campeonatos: lo había hecho con Central en el Nacional de 1973 y Ferro en los Nacionales de 1982 y 1984, además de los subcampeonatos de 1981. Delmar inició una ronda de consultas. La opinión de Favaloro, quien llevaba diez años en el Jurado de Honor del club acompañando la gestión de Delmar y tenía gran predicamento en la vida interna de Gimnasia, fue una de las que inclinó la balanza para el lado del DT cordobés. Lo consideraba un “adelantado” que sabía ordenar un plantel y hacerse respetar, además de tener tres condiciones que eran esenciales para el cirujano: ser honesto, responsable y trabajador (….).
Otro que se hizo tiempo en su ajustadísima agenda para acompañar a Gimnasia fue René Favaloro, quien solía presentarse en Estancia Chica un rato antes del mediodía para conversar y luego almorzar con el plantel, casi siempre escoltado por Cacho. “Cada vez que Favaloro venía con Delmar parábamos la práctica para aprovechar una charla. Su apoyo fue lo más lindo que nos pudo pasar en nuestra trayectoria”, rememora Mario Griguol. Cacho reconocía que el cardiocirujano constituyó en aquella campaña “un gran respaldo moral”. En ese tiempo Favaloro llegó a asumir el costo de los exámenes médicos de todos los jugadores, una tarea que le encomendó al doctor Roberto Peidró, un galeno de la Fundación y ex arquero del fútbol profesional que había sido dirigido por Mario Griguol en Deportivo Morón (….)
Tras la derrota en la última fecha del Clausura 1995 ante Independiente, Favaloro declaró en alguna radio que el subcampeonato debía ser tomado como un ejemplo por ser el resultado del esfuerzo.