Copa Libertadores 1991. Boca-Oriente Petrolero en la Bombonera. Es la última fecha del grupo 1, que integran, además, River y Bolívar. Son los clasificados por Argentina y Bolivia. River espera que no empaten Boca-Oriente Petrolero. «Es la hora, es la hora/ es la hora de empatar/ pongan huevos los xeneizes, que tenemos que empatar», se escucha en la cancha. Un jugador de Boca define a la tribuna. Lo ovacionan. Boca y Oriente Petrolero igualan sin goles y River queda afuera de la Libertadores.
Apertura 1998. Gimnasia-River en La Plata. Fecha 13. El Lobo suma 24 puntos, a cuatro del líder Boca. River, a pesar de jugar con un equipo de suplentes, empieza arriba: 1-0. Penal para Gimnasia. «Y vamos vamos vamos River Plate/ porque te quiero, te vengo a ver/ pongamos huevos que tenemos que perder», canta la hinchada de River en el Bosque. Y festeja el empate. River, otra vez, se adelanta: 2-1. «Che Gimnasia, che Gimnasia/ la puta que te parió/ te pusimos la Tercera/ para que salgas campeón». Y Gimnasia, al final, da vuelta el partido: 3-2.
Esta tarde de domingo, desde las 17, Boca y Racing definirán la Liga Profesional de Fútbol 2022. Boca (51 puntos) recibirá a Independiente en la Bombonera. Y Racing (50 puntos), a River en el Cilindro. Los cuatro clubes más grandes del fútbol argentino. Los clásicos rivales eternos cruzados. Morbo. Suspicacias. En las canchas, en la TV, en una mesa de un bodegón y en un local de reparación de electrodomésticos. Una aseveración de que Independiente y River, según algunos hinchas, van a ir para atrás, a menos, de que no van a hacer el mayor esfuerzo, fundada en partidos reales y, también, en lugares comunes de la mitología futbolera del medio pelo argentino.
«Ponga huevo, huevo Independiente/ ponga huevos, huevos sin cesar/ el domingo cueste lo que cueste/ el domingo tenemos que ganar», cantaron la semana pasada en el Libertadores de América-Ricardo Bochini. «Hay que saltar, hay que saltar/ el que no salta/ va para atrás», despidieron al equipo. Hay hinchas que desean lo lógico: que sus equipos ganen. Cuando se aparta el deseo, y entra la conveniencia, también hay hinchas que quieren que sus equipos pierdan para «perjudicar» al clásico rival. Los de Independiente, al menos una parte de ellos, quieren jugar bien y, así, ganarle a Boca, porque Racing, argumentan, es un asunto menor, más del pago chico de Avellaneda, lejos de su altura de Rey de Copas. Pero también hinchas del Rojo festejaron con gritos y revoleos de remeras una derrota en casa: 0-3 ante Vélez en la última fecha del Apertura 1995, la que, aunque había perdido, estiraba a 29 los años de Racing sin campeonar en el torneo. ¿Independiente, ahora bajo una dirigencia festejada –y armada– por el macrismo, será el convidado de piedra frente al Boca del Riquelme dirigente, enemigo político de Macri?
River-Racing es el clásico entre los grandes con mayor diferencia de partidos en el historial: 44 a favor de River. Y el partido de hoy será el último de Marcelo Gallardo, el entrenador más grande en la historia de River, después de más de ocho años en el cargo. Pero este River 2022, un equipo inconexo, perdió todos los partidos clave del año. Y enfrenta a un Racing que juega bien, que sumó 25 de los últimos 27 puntos, y que, sobre todo, necesita ganar porque no depende de sí mismo, sino de que no gane Boca (si Boca pierde y Racing empata, habrá desempate en cancha neutral). Racing también sabe de derrotas «inmorales»: en la fecha 16 del Torneo Final 2013 cayó 1-0 con Quilmes, rival directo del Rojo, que descendería por primera vez en su historia a la B. «Fue el más difícil e incómodo que me tocó jugar –aceptó Sebastián Saja, entonces capitán y arquero de Racing–. Nos sentimos intimidados».
En un fútbol argentino que naturaliza la muerte (de futbolistas, de hinchas, de barras, de dirigentes), Boca y Racing definirán la Liga a cinco kilómetros de distancia, entre Capital (macrismo) y Provincia de Buenos Aires (peronismo). La hinchada del campeón posible, determinó la seguridad, no podrá salir del estadio por dos horas. Porque, sabemos, el hincha acepta –casi– todo por el amor a sus colores (y el odio al clásico rival). ¿La AFA, que cambia reglamentos mientras se juegan los torneos, no previó una definición de la Liga en la última fecha con Boca –campeón de la Copa de la Liga 2022–, River –campeón de la Liga 2021– y Racing –último campeón de liga (Superliga 2018/19) por fuera de «Bover»– como protagonistas? Es, como se ironiza en redes, «El Producto».
Esta tarde, Boca no podrá contar con Marcos Rojo ni Racing con Emiliano Vecchio, futbolistas de talento en el fútbol argentino. Rojo (32 años) y Vecchio (33) se rompieron en los últimos partidos los ligamentos cruzados de la rodilla. En los ocho meses del calendario futbolero argentino, asfixiado en la previa al Mundial, Boca jugó 55 partidos (siete por mes). Y Racing, 50. «Gran desgaste físico y mental de todos los planteles, porque la mayoría pelea por algo. Dios quiera me equivoque, pero en estos partidos que quedan el número de lesiones aumentará indefectiblemente –expresó el doctor Jorge Batista, de Boca, tras la lesión de Rojo–. Hinchas y periodistas, sepan que es muy difícil, para todos, trabajar en estas situaciones límite. El factor tiempo es lo único que no se puede modificar en la vida». El jueves, en la reanudación de Gimnasia-Boca, salió desgarrado Darío Benedetto, el goleador bostero. Y Frank Fabra, autor del primer gol, tocado.
Clausura 2001. Huracán-River en Parque Patricios. Fecha 18, anteúltima. River y San Lorenzo lideran el torneo con 41 puntos. San Lorenzo le gana 2-0 a Argentinos en la cancha de Ferro y pone la oreja en la radio: River empata 2-2 con su clásico rival, Huracán. A los 50 minutos del segundo tiempo, el paraguayo Derlis Soto clava el 3-2 final para el local. Y Huracán «ayuda» a San Lorenzo, que le saca tres puntos a River cuando falta una fecha (será el campeón). «Se habla mucha gilada. Duele. Pero esto no es una revancha hacia nadie. Seguramente mañana van a hablar de la transparencia del fútbol, pero previamente hacen doler mucho con los comentarios», dice Fabián Carrizo, capitán de Huracán. «¿Importa haberle servido el campeonato a San Lorenzo?», le pregunta un periodista a Fernando Moner, lateral, otro experimentado en aquel equipo. «No, no me calienta. Me calienta Huracán. A mi hijo le da de comer Huracán».
A veces, cuando se sabe –o se cree saber– lo que va a pasar, no pasa nada. Nunca en la historia, hasta hoy, Boca, Racing, Independiente y River habían definido un título de liga como parte de la escena, en simultáneo. Este texto se autodestruirá a las 17, cuando la pelota empiece a rodar y en las canchas veamos buena parte de la verdad, o la verdad última por la que, desde chicos, jugamos fútbol.