Hasta hace poco tiempo, Julieta Cruz repartía sus horas de trabajo entre una cancha de fútbol y el área de producción de una fábrica de alfajores. Como ahora, era jugadora de Boca. Formar parte de uno de los equipos más importantes y ganadores del femenino tampoco le alcanzaba para vivir como futbolista. “Ya no estoy más en esa empresa que era de una amiga, pero sigo de manera particular”, dice Cruz, quien recorre el lateral derecho del Xeneize, en la antesala de su primer clásico profesional. El anterior -la goleada por 5 a 0- lo vivió desde las tribunas junto a Narela Sofía, su hija, quien había nacido unas semanas antes. Con un paso fugaz en River como juvenil, la mendocina de General Alvear cuenta cómo atraviesa la previa del partido en el que Boca intentará sumar el título número 24 de su historia. Cortaría una sequía de siete años, desde el Torneo Inicial logrado en 2013. Sería nada menos que el primero de la era profesional.
-¿Qué valor tiene ganar un clásico que, además, define el título del fútbol femenino?
-Me parece que ya un clásico es un campeonato aparte. Está de más decir que es el partido que todos esperamos, que queremos competir y, sobre todo, disfrutarlo de principio a fin.
-¿Qué representa estar en la puerta de ser el primer campeón profesional del fútbol femenino?
-Hace mucho años venimos trabajando como profesionales, aunque no haya estado en su momento escrito en un papel. Pero, seguramente, este tiene un sabor muy particular y especial por el momento también que estamos viviendo todos, en un contexto muy atípico y después de muchos meses sin haber jugado deportes. Así que sí, va a ser muy importante.
-¿El martes también hay un choque de estilos entre los dos equipos?
-Si, me parece que estos partidos, como dije anteriormente, son particulares. Si bien tenemos nuestra identidad y nuestro ADN que nos caracteriza, estos partidos son diferentes. A veces se tornan más de garra, corazón y cabeza bien fría para los momentos clave.
-¿Ya imaginaste cómo sería un festejo en modo pandemia, con tantos protocolos?
-Vamos paso a paso. Primero hay que jugar la final con River, después ganar y el último punto puede ser pensar en cómo se puede festejar el campeonato.
-¿Te gusta que Boca y River se hayan cruzado en definiciones tanto en fútbol femenino como masculino en los últimos años?
-Claro que sí. Son los partidos que todas queremos jugar, son de esos momentos que tienen todo lo que buscás: buen juego, buena intensidad, adrenalina, ansiedad.
-¿Un Boca-River por el título ayuda a que siga creciendo el interés para que cada vez más gente siga al torneo femenino?
-Sí, si bien mucha gente viene hace tiempo siguiendo el fútbol femenino, esto da un empujón a que se siga visibilizando y fortaleciendo el deporte. Un Boca-River en cualquier deporte lo mira hasta el que no entiende nada.
-Boca domina las estadísticas con mucha amplitud en el último tiempo: de los últimos 21 cruces solo uno quedó en manos de River ¿Influye? ¿Es algo que miran?
-Es otra clase de partido, son partidos en los que las cosas pueden cambiar una vez que empiece a rodar la pelota. Después del pitazo inicial en Liniers, todo puede pasar.
-¿Cómo atravesaste el 2020, casi sin deportes y lejos de la cancha?
-Pude aprovechar para pasar mucho tiempo con mi hija así que no me puedo quejar. Obviamente, extrañé entrenar con mis compañeras, el día a día como jugadora y el compartir esos espacios. Pero esto paró al mundo entero y frenó todo tipo de actividades.
-¿Quiénes son tus ídolas o ídolos del fútbol? ¿A quiénes mirás?
-Mi idolo desde muy chiquita es Carlos Tevez. Y tengo el placer de coincidir en una misma etapa en el club con él. Por mi posición, miro mucho a Joshua Kimmich, del Bayern Múnich y de Alemania.
-¿Cómo se combina ser madre, jugadora y además tener otro trabajo?
-Es una responsabilidad muy importante el ser madre. Pero todo va de la mano y trato de acoplar los cuidados de la nena con los entrenamientos, el trabajo y los tiempos que tengo. A veces se complica, pero hay que buscarle la solución y seguir.