Independiente consiguió el triunfo que buscó durante mucho tiempo. Y fue nada menos que ante Racing, el eterno rival. Triunfo clave porque llega en un momento de identificación entre el equipo y sus hinchas, porque alarga una racha de nueve partidos sin perder y porque lo consiguió con buen funcionamiento colectivo, con algunas figuras que aparecieron en los momentos justos, superando de principio a fin del clásico a la Academia.
Rigoni de tiro libre y Meza al final del encuentro, hicieron delirar al Libertadores de América con dos verdaderos golazos.
Del otro lado hubo poco para destacar. Este Racing de los últimos partidos es una sombra del que hace algunas semanas se esperanzaba con pelear el título. Irregular en todas sus líneas, carente de conductor a la hora de fabricar juego, el equipo de Cocca apenas fue la voluntad de siempre de Gustavo Bou para pelearle a toda la defensa rival.
Las lágrimas de emoción de Ariel Holan con el triunfo consumado, son una muestra de lo trascendental de la victoria de Independiente. El gesto de preocupación con el que se fue Diego Cocca, grafica estos días de Racing. En los directores técnicos está la síntesis del clásico de Avellaneda. Que fue de Independiente. Y que se fue una fiesta del Diablo.